Gobernabilidad

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| viernes, 14 de septiembre de 2012 h |

A la espera de un Plan Nacional de RSE y mientras se impulsan iniciativas orientadas en este sentido, como los 12 millones de euros del Ministerio de Empleo y Seguridad Social destinados a proyectos de promoción y apoyo del trabajo autónomo, la economía social y la responsabilidad social de las empresas y la formación de trabajadores en estos ámbitos, el debate sobre qué le conviene a España en esta materia sigue abierto.

Con la idea de contribuir a tal reflexión y al margen de la invitación de los Estados miembro por parte de la Comisión Europea de elaborar o actualizar sus propios planes o listas nacionales de acciones prioritarias para promover la RSE en apoyo a la Estrategia Europa 2020 (programa de crecimiento de la UE para la próxima década), Forética ha realizado recientemente una comparativa de distintos planes de acción de RSE de gobiernos europeos, con datos esclarecedores.

A la hora de emprender el proyecto según cuenta a esta publicación el director de Comunicación y Relaciones Institucionales y director de estudio, Tomás Sercovich, los técnicos se encontraron con distintos perfiles, desde países en los que estas actuaciones se ignoraban completamente, regiones en los que se vinculaban de forma exclusiva a empresas, hasta lugares con una verdadera preocupación. “Basándonos en lo que consideramos que sería un plan nacional español ideal, se empezó a ver quiénes eran los mejores en áreas como la competitividad, transparencia, compras públicas, inversión, etc. y de este modo, llegamos a la conclusión de que Alemania, Dinamarca, Holanda y Suecia, eran los países que manejaban mayor cantidad de ítems y, por tanto, los que estaban ejecutando acciones más interesantes”.

Del análisis se han obtenido ideas útiles, destacando las actuaciones de Alemania y Dinamarca, que son los que presentan los planes más completos redactados en un único documento: National Strategy for Corporate Social Responsability (Action plan for CSR), del primero, y Action Plan for CSR, correspondiente al gobierno danés, explica Sercovich. El director del estudio resalta también que la evolución de estos países en cuanto a acciones enfocadas a RSE es llamativa y en especial sobresale el caso de Holanda. A partir de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible de Johannesburgo de 2002, esta nación empieza a moverse y publica una estrategia nacional de Desarrollo Sostenible que, si bien en un principio se dirige a una serie de áreas, después se va transformando. Con el tiempo comenzará a plantearse el valor que pueden tener las empresas y, por tanto, cómo pueden contribuir a la sostenibilidad, y finalmente establecerá una regulación al respecto.

En Suecia también se ha avanzado, cuenta Sercovich, pues de tener un concepto centrado exclusivamente en lo que significaba ser un empresario o proveedor responsable, se da un paso más y se empieza a plantear lo que conlleva el ser “propietario de una empresa responsable”, y se realizan actuaciones en este ámbito.

Del estudio realizado por Forética se ha desprendido asimismo que “hay temáticas que en ciertos países son particulares y esto es importante matizarlo. No se trata de planes perfectos que lo abarquen todo”. Así lo manifiesta Tomás Sercovich para quien que esta particularidad es lo que implica una oportunidad para España: “Se trata de ver qué es lo mejor de cada uno y capturarlo, adaptarlo al contexto y lo que no funciona tenerlo en cuenta para no repetir los errores de los otros”.

En España

En nuestro país en los últimos años han surgido interesantes iniciativas de promoción de la RSE, como la Comisión de Expertos sobre RSE (2003), el Libro Blanco de la Subcomisión Parlamentaria para el Estudio de la RSE (2006), el Consejo Estatal de RSE (2008) o la Ley de Economía Sostenible (2011), sin embargo tal y como se especifica en el propio estudio de Forética, la mayoría parte de instituciones privadas.

El porqué en España no se han dado los pasos suficientes desde la Administración, pese a los probados beneficios de la aplicación de esta serie de medidas tanto en la economía como en la competitividad de las empresas, puede deberse a un compendio de cosas. La idiosincrasia latina tendría su parte de culpa y es un hecho el que los españoles aún no han desarrollado una mentalidad claramente definida en lo que a RSE se refiere, cuando en países como, por ejemplo, Suecia ocurre todo lo contrario. En esta región escandinava, la responsabilidad social tiene orígenes anteriores a la expansión de su concepto y “se remonta a las prácticas responsables de las empresas preocupadas por el bienestar de sus empleados y el cuidado del medioambiente”, tal y como se aclara en el análisis sobre Planes Nacionales de RSE.

El gobierno de turno es otro elemento a tener en cuenta y para Sercovich la orientación del partido político en el poder influye, así como su agenda de prioridades. “En España se han dado pasos interesantes como la creación del Cerse, entre otras cosas, pero probablemente éste es un momento crucial, de desafío, para definir. Un consejo estatal debería tener recursos, poderes y atributos particulares para permitirle ir hacia delante, posicionarse y adoptar medidas concretas”.

En este contexto, el responsable de comunicación de Forética insiste en que la demanda por parte de la Comisión Europea para que los países de la UE tengan su propio plan de acción de RSE es la coyuntura para poner el tema en la agenda, estudiar qué se está haciendo e intentar unificar todas las medidas en un documento que tenga fuerza.

La orientación del gobierno actual parece estar enfocada de este modo, al menos así lo manifestó durante el pasado mes de julio el subdirector de RSE del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, Miguel Ángel Martínez de la Riva, al concretar que “la estrategia nacional de RSE que se está diseñando incluirá aspectos vinculados al consumo y la inversión socialmente responsable y la Ley de Economía Sostenible —en particular el artículo 39, con el establecimiento de una serie de indicadores para que las empresas se puedan autoevaluar socialmente responsables—, así como las recomendaciones de los grupos de trabajo del Cerse y algunos temas vinculados a la última Comunicación de la Unión Europea en RSE”.

Además, afirmó que sería fundamental que el Plan Nacional de RSE sirviera para armonizar las distintas legislaciones que en esta materia han surgido en las autonomías y que la Administración General del Estado tiene previsto realizar una memoria de sostenibilidad.

Medidas estatales

Mientras el debate está abierto, los datos son claros. Las acciones de los gobiernos favorecen la implantación de medidas de responsabilidad social. En la investigación derivada de los Planes de Acción de RSE de los gobiernos europeos, se ofrecen varios ejemplos.

En Noviembre de 2007, el Parlamento Sueco estableció el requisito de que todas las empresas estatales presentaran una memoria anual de sostenibilidad en base a los criterios del Global Reporting Iniciative (GRI). Según un informe posterior al impacto de esta condición, el 69 por ciento de las empresas afirmaron que su conocimiento sobre RSE aumentó debido a la introducción de la legislación. Además, algunas de estas entidades crearon nuevas políticas medioambientales y sociales o de compras públicas sostenibles. Esta cláusula también contribuyó a aclarar en un 50 por ciento de los casos cuáles eran los objetivos en materia de RSE.

La puesta en marcha de estas resoluciones favorece el movimiento activo hacia la responsabilidad, está demostrado, y si los gobiernos y las organizaciones privadas se aúnan el resultado podría ser ventajoso. Sercovich lo comprende así y centrándose de nuevo en la Península, cree que en el momento actual más que nunca es importante destacar los éxitos logrados por las empresas españolas. “Es necesario promover España como un país fiable para invertir o para hacer negocios sostenibles y responsables”.

Actualmente, hay organizaciones empresariales con ese perfil dentro de nuestras fronteras y en este grupo sobresalen las que se dedican al sector salud. Para el director del estudio, “su posición es muy importante y están desarrollando un papel de embajadores de nuestro país, del que tal vez no sean muy conscientes, pero que es crucial”. Su participación en áreas tan amplias como la investigación y el desarrollo científico es muy dinámica y el trabajo que proporcionan contribuye a todo ello. Además, se aprecia un interés genuino en un sector que está muy involucrado en temas de sostenibilidad, aunque sus desafíos abarquen elementos muy variados. Por todo ello, sería muy favorecedor fomentar la comunicación de esta actitud positiva y transmitir un mensaje fuerte que permitiera reafirmar las inversiones en la península ibérica, insiste Sercovich.

Levantar la depauperada economía del país está sujeto a factores variables. Algunos se discuten más que otros, pero hay uno que está en auge en los últimos tiempos y que tiene un claro vínculo con la responsabilidad social: la transparencia. Esta idea la defiende Jaime Silos, director de Desarrollo Corporativo de Forética, y se analiza en profundidad en el último número de la revista Rsearch, editado por esta organización. En la publicación se refleja que las economías más transparentes del mundo (Singapur, Suecia, Nueva Zelanda, Finlandia y Dinamarca) crecerán económicamente un 12 por ciento más que el resto de los estados desarrollados.

De esto hay una clara consciencia. Un ejemplo singular fue la decisión de la Reserva Federal Estadounidense de publicar desde principios de año las previsiones macroeconómicas sobre crecimiento del PIB, tipos de interés y niveles de desempleo. Y en Noruega hay una tradición que data del siglo XIX que se basa en la publicación de los datos de contribución fiscal de sus ciudadanos.

En opinión de Silos, el esfuerzo por aumentar la transparencia es todavía una cuestión pendiente que tiene que mejorarse, y aunque no sea necesario alcanzar los niveles noruegos, no está de más apostar por una mayor claridad en las actuaciones institucionales teniendo en cuenta que los costes de la opacidad en una economía son espectaculares”.

La importancia de esta actitud queda constatada no sólo en estas decisiones sino en otras muy variadas, lo que ocurre es que el mensaje para comunicarlas parece insuficiente. No se ha sabido transmitir de forma adecuada al ciudadano. “Por eso, no se está notando tanto”, añade Jaime Silos. Este es uno de los motivos por los que hace hincapié en el potencial que actualmente ofrecen las nuevas tecnologías, que al menos permiten que la información llegue de forma más fácil y pueden ser un buen instrumento para la difusión de estas medidas.

“Alemania y Dinamarca presentan los planes más completos redactados en un único documento. Las actuaciones de Holanda y Suecia destacan también con la ejecución de normas pioneras”

“Nuestro país necesita ahora más que nunca promover la confianza en la inversión y mostrarse como un lugar idóneo para desarrollar negocios sostenibles y responsables”