Gaceta Médica Madrid | lunes, 27 de enero de 2014 h |

El grupo CDC de Canarias (Cardiovascular, Diabetes y Cáncer), formado por científicos de la Unidad de Investigación del Hospital Universitario Ntra. Sra. de Candelaria (HUNSC) y Gerencia de Atención Primaria de Tenerife, adscrito a la consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, ha publicado recientemente dos artículos en la revista Journal of Atherosclerosis and Thrombosis, órgano oficial de la Sociedad Japonesa de Aterosclerosis.

Las conclusiones de ambos trabajos, recogidas en noviembre de 2013 y en enero de este año, describen por primera vez la vinculación directa entre la resistina con el infarto de corazón en la población general y con la ingesta de grasas saturadas. Para ello, los investigadores se han basado en el análisis de las muestras de sangre de casi 7.000 canarios, constituyendo el mayor grupo de población estudiado en el mundo hasta la fecha para explorar la asociación entre la resistina y la incidencia de cardiopatía isquémica.

Las grasas saturadas, consideradas perjudiciales, se encuentran en productos como mantequillas, mantecas animales y aceites vegetales de palma, coco, entre otros alimentos desaconsejados en una dieta saludable. También están presentes en las carnes rojas, cuyo consumo excesivo debe evitarse, ya que una alta ingesta de grasas saturadas favorece el desarrollo de aterosclerosis, por lo que son un factor de riesgo para la cardiopatía isquémica (infarto).

“Lo interesante es que la elevación de la resistina –una molécula producida por las células del sistema inmunitario- en la sangre, podría permitir la identificación clínica de personas con aterosclerosis incipiente, que ya tienen un riesgo cardiaco elevado, pero que actualmente no son detectadas como tales”, determina Antonio Cabrera, responsable del grupo CDC, además de Coordinador de Investigación del Servicio Canario de la Salud. “Por ello, aquellas personas que siguen una dieta mediterránea donde el aceite de oliva es la grasa fundamental, y la ingesta de grasas saturadas es pequeña, mantienen valores más bajos de resistina en la sangre, lo cual aporta una explicación novedosa a las posibles vías por las que la dieta mediterránea produce sus efectos beneficiosos”, indica Cabrera. Estos dos trabajos suponen el mayor estudio mundial sobre la incidencia de la resistina en un grupo de población general. “Enviamos estos estudios a esta revista japonesa porque era una de las mejores referencias científicas en las que se había publicado con anterioridad artículos sobre resistina”.

Gracias al estudio de la cohorte del grupo de investigación CDC de Canarias se recogieron datos de casi 7.000 habitantes de las siete islas. “Primero se analizaron las muestras de sangre obtenidas entre 2000 y 2005; luego, en 2008, se comprobó quién tuvo un infarto y quién no, llegando a demostrarse que aquellas personas con la resistina elevada acabaron por tener mayor riesgo de sufrir un infarto”, revela Cabrera. “Nuestro estudio aporta más información que los realizados hasta la fecha por otros grupos, como por ejemplo los japoneses, quienes siempre se han mostrado interesados en esta proteína inmunitaria, de ahí que hayan publicado nuestros resultados”.

En el primer artículo, publicado en noviembre de 2013, se vincula la resistina con el 30 por ciento de las cardiopatías isquémicas que se producen en la población, sin aparente relación con los factores de riesgo conocidos, como son el tabaquismo, la obesidad o la hipertensión arterial.

“Sorprendentemente, en este primer trabajo donde analizamos la probabilidad de infarto en población con un alto nivel de resistina, descubrimos que ésta aparece elevada en un grupo inesperado”, explica Cabrera, coordinador del equipo de investigación. “Este nivel de riesgo aparece en una población formada principalmente por gente joven, entre 40 y 50 años de edad, físicamente activa, sin hipertensión, ni diabetes, ni obesidad, un grupo diferente al que habitualmente identificamos como de riesgo “. Según el director de la investigación, “quizás estamos identificando a un grupo de personas que, por un excesivo consumo de grasas saturadas, aun teniendo un estilo de vida sin tabaco y con buena actividad física, están en riesgo de infarto. Existe un 30 por ciento de personas que lo sufren un infarto y en las que no hallamos factores de riesgo. La resistina ayudará a entender un pequeño porcentaje de esos infartos en personas aparentemente sanas”.