entrevista/ El inminente cambio de estatutos persigue la modernización de la institución y su apertura a la sociedad

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| viernes, 18 de marzo de 2011 h |

P. ¿Cuáles son los principales problemas profesionales a los que se enfrenta el médico?

R. Hace 40 años en la relación médico-paciente quien tenía el prestigio social era el médico. Hoy, con el desarrollo espectacular de la medicina, la sociedad atribuye ese prestigio a la medicina como ciencia, que está superando el papel del médico.

P. ¿Cómo compatibilizar la medicina moderna con el humanismo médico?

R. El paciente no sólo busca una solución puntual sino comprensión y apoyo. La tecnología ha suplido el arte médico para explorar y diagnosticar, pero el humanismo sigue existiendo, y el papel del médico no puede sustraerse a ningún avance técnico.

P. ¿Considera un lastre la funcionarización del médico para esa medicina humanística?

R. Un poco sí, sobre todo en primaria. Uno no puedo ser el médico que quisiera ser, no tiene tiempo. La socialización de la medicina conlleva que el médico tenga que cumplir con los requisitos que le marca el sistema, pero el médico no trabaja satisfecho, está desbordado. Lo ideal es disponer de más tiempo porque recursos sí se tienen.

P. El descrédito de algunos colegios de médicos es un hecho. ¿Qué reflexión hace?

R. Respondo como médico colegiado. No sólo existe un descrédito colegial entre la sociedad sino también entre muchos médicos, que ponen en entredicho el papel que juegan los colegios. No encuentran en ellos una referencia profesional en el día a día. Ahora bien, ese grado de insatisfacción no es uniforme, hay colegios que son más inquietos y productivos.

P. ¿Qué se podría hacer?

R. Ahora se plantea el debate de la colegiación voluntaria con la Ley de Servicios Profesionales. En otros países los colegios son más competitivos entre sí, y uno puede estar colegiado en uno o en otro. No tengo claro cómo se resolverá en España, pero hay antecedentes que permiten a un médico trabajar en una ciudad y estar colegiado en otra.

José garcía

Madrid

Con una visión aperturista y un afán por modernizar la Real Academia Nacional de Medicina, su presidente, Manuel Díaz-Rubio, llega al ecuador de su mandato. En esta entrevista con GACETA MÉDICA, hace un repaso a los logros conseguidos, desgrana los proyectos emblemáticos de la academia y analiza, como médico, la actualidad profesional más candente.

Pregunta. El Museo de Medicina Infanta Margarita es uno de los principales proyectos científicos y culturales de la Real Academia Nacional de Medicina, ¿cómo se fraguó?

Respuesta. Es un proyecto de la academia desde que ésta se constituyó y que velará por el patrimonio de la historia de la medicina. Lo planteé a la junta de gobierno cuando llegué a la presidencia y se aprobó como proyecto de la propia academia. A partir de ahí, estamos trabajando para que la academia sea la institución capaz de conciliar a instituciones públicas y privadas en un espacio donde se pueda disfrutar de la historia y el patrimonio de la medicina.

P. ¿En qué consiste el proyecto?

R. Se trata de hacer un museo interactivo y dinámico, no convertirlo en un almacén de objetos antiguos, un proyecto pedagógico para que el público pueda comprender lo que es la medicina de hoy, por qué los médicos investigan, y por qué hay un sistema sanitario detrás y los coste que tiene. Estamos con el plan director y la intención es tenerlo listo en 2014 si disponemos de un contenedor adecuado. Necesitamos un edificio de entre 16.000 y 18.000 metros cuadrados con un componente histórico y que esté situado en un lugar apropiado. Si es en la zona de los museos de Madrid, mejor.

P. ¿Qué supondrá para los profesionales?

R. Será un sitio donde encontrarán todo lo que han estudiado a lo largo de su vida, un centro común de referencia donde se podrán realizar talleres y reuniones, y se podrá investigar a partir del pasado.

P. ¿Qué modelo de gestión se utilizará?

R. Un modelo público-privado, entendiendo como público la cesión del edificio y la gestión será privada.

P. ¿Ha sabido evolucionar la academia con el tiempo?

R. Las academias son grandes desconocidas. Tienen sus misiones y las cumplen. Otra cosa es que ahora nos abramos más a la sociedad para que nos conozcan y sepan qué le puede ofrecer. Pero la academia sirve a sus estatutos y a lo que demandan las administraciones públicas y los tribunales de justicia en cuanto a informes. Es cierto que la academia tiene que estar más abierta a la sociedad, y para ellos hemos reformado los estatutos y hemos desarrollado proyectos como el del museo o el diccionario de términos médicos, que son los más emblemáticos, además de monografías y la segunda edición del diccionario panhispánico.

P. ¿Y se ha adaptado a la evolución de la propia profesión?

R. Los médicos jóvenes ven la institución como arcaica, pero para valorar primero hay que conocer. Tenemos sesiones abiertas al público, otra cosa es que los médicos jóvenes no vayan. De todas formas, la academia es una institución libre e independiente, abierta al debate, con sesiones dirigidas a médicos jóvenes, residentes y asociaciones de pacientes.

P. Está en el ecuador de su mandato, ¿qué balance hace?

R. Muy positivo. La academia tiene mayor visibilidad. Estamos en Internet y ahora vamos a entrar en las redes sociales. Además de los proyectos ya comentados, con el cambio de estatutos la sociedad podrá pedir informes, algo que sólo podía hacer hasta ahora las autoridades civiles y judiciales.

P. ¿Qué otros cambios introduce la modificación estatutaria?

R. De funcionamiento interno. Se pretende modernizar y abrir a nuevas especialidades. Había varios sillones de la misma especialidad pero faltaban otros para nuevas especialidades. Todo eso se está corrigiendo.

P. Ha presidido el Consejo Nacional de Especialidades entre 1989 y 1993, ¿qué está pasando con la troncalidad?

R. Es un problema no resuelto. La troncalidad es necesaria. Un médico no puede acabar la carrera y ejercer sin tener un año o dos de un conocimiento profundo de la medicina interna o de la cirugía antes de acometer una especialización. Esto supone aumentar el número de años que necesita un residente para formarse. La troncalidad no puede hacerse a costa de reducir el número de años de la formación específica. Lo que demandan las especialidades es que tengan al menos un año más. Entre una troncalidad y una especialidad bien hecha, nos ponemos en seis o siete años. Y cuando el médico se vaya a incorporar a la vida laboral, ya tiene más de 30 años, y con la jubilación actual no va a poder cotizar lo suficiente para tener una pensión digna. En definitiva, la troncalidad es necesaria, pero creo que puede haber muchos problemas para ponerla en marcha.

P. ¿Qué solución propondría?

R. Es complejo. Está claro que habrá que aumentar el número de años de formación posgraduada, lo que supone una inversión económica. Además, si no garantizas a los profesionales un puesto de trabajo, al final pagas la formación y otros países se aprovechan de esos cerebros potenciales como EEUU. Hay que incentivar la excelencia, pero el sistema investigador que hay en España no es productivo, investiga más, pero no cosas originales.

P. ¿Cómo se debe estructurar el desarrollo profesional continuo y la recertificación de competencias en España?

R. Es necesario porque el médico estará en condiciones de ofrecer excelencia. Que el médico esté recertificado para la sociedad supone una garantía y ése es el papel que los colegios deben ejercer. Será un reto para ellos.