Redactor jefe
de La Razón viernes, 07 de febrero de 2014 h
Además de un político de larga trayectoria, el nuevo consejero de Sanidad de Madrid, Javier Rodríguez, es médico y de los que ejercen. Especialista en Nefrología y Medicina Interna, y jefe de la Unidad de Hipertensión del Hospital Gregorio Marañón, para más señas. Digo esto para poner en contexto una de sus primeras declaraciones y remarcar con ello que este hombre sabe de lo que habla y no suele dar puntadas sin hilo: “Entre mis objetivos está recomponer las relaciones maltrechas con los profesionales de la Sanidad madrileña”. Con estas palabras formuladas en su toma de posesión, Rodríguez ha dado en el clavo al reconocer implícitamente uno de los graves errores que está cometiendo el PP no sólo en la Comunidad sino también en la mayor parte del país: el de la desafección hacia los sanitarios. Achuchado por la bola de nieve de la crisis económica y por la obligación de contener el déficit, y confiado en el perfil conservador de los pesos pesados de la medicina, la enfermería y la farmacia en España, el partido no ha prestado desde que volvió al poder suficientes oídos a los movimientos críticos que, a veces espontáneamente, y otras de forma teledirigida por el PSOE, se han ido produciendo en el sector. Colegios, sociedades científicas y organizaciones varias han venido siendo fagocitados por una izquierda que ha sabido aprovechar perfectamente el caldo de cultivo del descontento creado en feudos como Madrid. Más afín históricamente al PP que al PSOE, el colectivo sanitario está desencantado por la congelación de salarios, la amortización de plazas, los retrasos en los pagos, la perpetuidad de un sistema trasnochado que consiente la indolencia mientras reparte democráticamente los ajustes, y la situación económica general del país. Es ésta la mecha que prendió la marea blanca en todos los centros sanitarios y que las reuniones de Lasquetty y Antonio Burgueño con los jefes de servicio no lograron apagar.
Aunque ha acertado en el diagnóstico porque sabe que hospitales y centros de salud son un polvorín, no va a tenerlo fácil el nuevo consejero a la hora de administrar el tratamiento. Los objetivos progresivos de reducción del déficit siguen latentes y la sombra de nuevos recortes planea sobre todas las autonomías, en un entorno de avance del gasto. Al igual que el resto de los consejeros de Salud, Javier Rodríguez va a tener que ponerle buenas dosis de ingenio si pretende cuadrar las cuentas sin soliviantar aún más a los trabajadores de la Sanidad. El hecho de que Afem, una organización minoritaria hace apenas dos años, haya puesto contra las cuerdas al Gobierno regional demuestra que, por muy conservadores que sean, los profesionales no están dispuestos a ser los protagonistas de los sacrificios.
w ¿Qué hombre de prestigio ha informado regularmente a Javier Rodríguez de los movimientos médicos en Madrid mientras él trabajaba en la Asamblea de Madrid?
w ¿Cuántos funcionarios afines al PSOE trabajan a escasos metros del departamento jurídico que defendió a la Consejería en la batalla de la externalización?
w ¿Cómo es posible que la Comunidad perdiera tal batalla pese a que el PP cuenta con grandes abogados sanitarios en sus filas?
w ¿Por qué insiste Amyts en apuntarse un éxito en su cuenta cuando el ganador ha sido Afem?