SERGIO ALONSO,
Redactor jefe
de La Razón
| viernes, 06 de junio de 2014 h |

Las últimas elecciones europeas han arrojado un buen número de lecciones de política sanitaria de las que convendría tomar nota para poder predecir con cierta precisión por dónde transcurrirá el futuro. Si nos ceñimos al PSOE, comprobaremos que este partido ha obtenido muy poco rédito, por no decir ninguno, del castigo que ha recibido el PP por los ajustes que viene aplicando desde que llegó al Gobierno. El caso paradigmático es Madrid, en donde los mismos electores que consiguieron tumbar a través de todo tipo de mareas los planes de externalización sanitaria de la Comunidad han sido los que han vuelto a dar la espalda a Tomás Gómez, el fracasado líder de la histórica Federación Socialista Madrileña. La lección es simple: muchos ciudadanos rechazan los cambios inexplorados en el sistema sanitario, pero saben discernir quién trata de instrumentalizar los ataques a los mismos con fines políticos y, desde luego, no aplauden dichas prácticas, sino que les producen repulsa. Se trata de una enseñanza que lleva repitiéndose durante años en la capital y que el PSOE, debacle tras debacle, no termina de aprender, por lo que sólo tiene dos opciones: o cambia de estrategia y rehuye la algarada que sólo busca rédito, o echa al hombre que le está hundiendo en el pozo electoral. Desgraciadamente para este partido y para la Sanidad, no parece que vaya a hacer ni lo uno ni lo otro.

Otra gran enseñanza que arrojan las europeas afecta al PP. Al margen de la pérdida de votos que le han supuesto las reformas para enderezar el rumbo del país, el partido que rige el Gobierno evidencia fallos clamorosos que le han pasado factura. Uno atañe a la comunicación de esas reformas y a la manera de justificarlas. La otra es la bicefalia entre partido y Gobierno, generando en casos como la Sanidad un vacío de poder y una falta de coordinación casi sin precedentes. El caso del copago y su inaplicación por parte de las propias comunidades populares, después de que el Ministerio lo defendiera, es el mejor ejemplo. Aunque la Sanidad ha restado a esta formación muchos menos votos de los que esperaban sus rivales, no estaría de más que Génova evaluara con lupa los mensajes que se lanzan y la cohesión de los mismos en todo el territorio. Resulta increíble a estas alturas que todavía haya consejeros que saquen pecho por frenar las reformas que plantea Mato, lo que evidencia que, o bien el ministerio carece de fuerza política para imponer sus tesis, o el que no la tiene es el partido a la hora de meter en el redil a sus ovejas díscolas. Otra lección que el PP puede extraer de los resultados es que muchos de sus seguidores fieles —la Sanidad le aporta gran número— le han dado la espalda. De ello se deduce que la comunicación tampoco llega bien a su público.

w ¿Qué médico ha parado un duro golpe contra
la Consejería de Sanidad a cuenta de los ceses en las áreas de atención primaria? ¿Quiénes trataron de utilizar cobardemente a dicho médico como ariete y éste se negó? ¿Se lo ha contado Alemany al consejero?

w ¿Qué grave irregularidad está cometiendo un médico liberado de CSIF ante la pasividad de Miguel Borra,
el presidente nacional?

w ¿Qué dircom de la industria está en una nube
y dispuesto a levitar?

w ¿Qué médico está perdiendo la gran prensa que tenía
en su hospital porque detrás de su vanguardismo parece que no hay nada?