Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’ | miércoles, 27 de marzo de 2013 h |

A lo largo de muchos meses, he criticado duramente muchas de las decisiones de Juan José Rodríguez Sendín. Lo hice, por ejemplo, por su papel durante la alerta mediática de la gripe A, por su postura maniquea hacia la industria farmacéutica y por el sospechoso contubernio que mantuvo la Organización Médica Colegial (OMC) con Elena Salgado cuando la entonces ministra de Sanidad se empeñó en arruinar a golpe de decreto el sector del vino en España, alegando razones de Salud Pública. También censuré los cada vez más frecuentes coqueteos que el Consejo General mantenía con la izquierda ultramontana, y la lentitud de su organización a la hora de tomar decisiones y ejecutarlas en comparación con el avispado Consejo de Enfermería de Máximo González Jurado. Aunque mantenga gran parte de aquellas críticas, he de reconocer que Rodríguez Sendín ha acertado en muchas de las cosas que ha hecho durante su mandato y que lo suyo tiene mucho mérito. Ganar por segunda vez en unas elecciones en un momento en el que las turbulencias económicas desatan los nervios de los presidentes colegiales no es fácil. Y hacerlo arrasando, menos aún. Sendín ha acertado, por ejemplo, moderando su discurso a medida que pasaba el tiempo y efectuando gestos a veces desconcertantes para los que no comulgan con sus ideas. Por ejemplo, amagó con una protesta sanitaria contra los recortes (véase, contra el PP), que luego echó atrás para tender la mano a la ministra Ana Mato en uno de sus peores momentos al frente del Ministerio. Un gesto que le honra tanto como el de saber comportarse con grandeza con rivales que ahora atraviesan una mala racha.

En el curso de su mandato al frente de la OMC, Sendín ha tenido un aguante extremo con las críticas, lo que habla muy bien de su inteligencia, y ha experimentado una metamorfosis silenciosa que le ha llevado a viajar de la izquierda al centro, aunque sus preferencias ideológicas parezcan claras. Los burdos errores que cometía la OMC bajo el mando de su antecesor se han ido puliendo y la organización ha aprendido a trabajar en la sombra. No es ajeno a todo este proceso el hecho de que, después del vapuleo inicial que las enfermeras propinaron a los médicos, éstos lleven ahora la voz cantante y se haya congelado, por ejemplo, la prescripción alternativa. González Jurado está que se sube por las paredes. Otra gran habilidad de Rodríguez Sendín es la de atraer hacia sí a las principales organizaciones médicas de este país en una entelequia sin personalidad jurídica y, por tanto, sin capacidad negociadora real alguna. Poco a poco, dichas organizaciones han ido diluyendo su personalidad en el foro y regalándole el protagonismo a la OMC, madre moral del invento. Mucho más listo que sus compañeros de viaje, el hoy máximo representante colegial ha sabido capitalizar los movimientos de todos ellos y engordar su protagonismo.

A Sendín le esperan ahora cuatro años difíciles, en los que va a recibir todo tipo de presiones para eche a los médicos a la calle junto a la pujante AFEM y a la alicaída CESM. De su temple dependerá la materialización de una nueva operación primavera como la de Ramiro Rivera contra el PSOE o un período de negociaciones que atemperen los ajustes para con la profesión médica en plena crisis económica. Sendín se ha convertido en un personaje clave y no creo equivocarme cuando digo que sus éxitos futuros dependerán de la moderación que sepa mostrar.

¿Cuál fue la verdadera razón de la salida de Gabriel Uguet de la Red Asistencial Juaneda?

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¿A qué periodista menosprecia Miguel Alarilla de forma injusta, posible candidato a la presidencia de esta corporación en unas futuras elecciones?