| miércoles, 12 de junio de 2013 h |

Especialistas en Hepatología de la Clínica Universidad de Navarra han comprobado que el tratamiento de tumores de hígado primarios mediante radioembolización con Ytrio 90, cuando se practica sobre un volumen parcial, provoca un aumento del volumen (hipertrofia) de la región hepática no tratada. Esta circunstancia permitiría la intervención quirúrgica en aquellos casos en los que inicialmente se había descartado debido a que la extirpación del tumor dejaría un volumen de hígado insuficiente.

La radioembolización con microesferas de Ytrio 90 es una terapia indicada habitualmente para el tratamiento paliativo de pacientes con tumores de hígado primarios (hepatocarcinomas) o secundarios, sin metástasis extrahepáticas. “Son tumores que no han respondido a otros tratamientos previos o para los que otras terapias no están claramente indicadas”, explica Bruno Sangro, director de la Unidad de Hepatología de la Clínica Universidad de Navarra. La experiencia obtenida por este equipo médico ha sido publicada recientemente en dos artículos científicos, uno en la revista de la International Hepato-Pancreato-Biliary Association (HPB) y otro en el European Journal of Cancer Surgery (EJSO).

Según el especialista, “el tratamiento con radioembolización está indicado en aquellos casos en los que la enfermedad tumoral hepática no ocupa la totalidad del volumen hepático, pero que no es susceptible de ser extirpada porque el remanente no es suficiente”.

En el artículo publicado en la revista de la Hepato-Pancreato-Billiary Association (HPB), los especialistas de la CUN han analizado el grado de hipertrofia que se produce con la radioembolización. Los estudios han comprobado que pasadas 26 semanas del tratamiento con microesferas de Ytrio 90, la hipertrofia conseguida se establece en un 35 por ciento de aumento del volumen de la zona hepática sin tratar. “Así, el índice de pacientes en los que el volumen no radioembolizado era pequeño, por debajo del 40 por ciento, y que por lo tanto no podían ser operados, pasó de un 47 a un 15 por ciento. Es decir, se consiguió un 30 por ciento más de pacientes aptos para la cirugía”, señala Sangro.

Por tanto, los resultados demuestran así que esta técnica “no sólo controla muy bien la enfermedad, cuestión que ya conocíamos, sino que permite que el remanente hepático sin tumor crezca lo suficiente como para plantearse intervenciones quirúrgicas que inicialmente eran imposibles”, describe el director de la Unidad de Hepatología de la Clínica.

La alternativa que actualmente se plantea a la terapia con microesferas de Ytrio 90 es la embolización de la vena porta, procedimiento que también consigue aumentar el volumen del lóbulo sano. La diferencia es que esta técnica no trata la enfermedad tumoral sino únicamente consigue un aumento del volumen de hígado, por lo que sería necesario añadir una terapia antitumoral. “La radioembolización suma las dos cuestiones en un único procedimiento, aumenta el volumen hepático y a la vez trata la enfermedad”, asegura el especialista.

Para conocer el impacto de la radioembolización, los especialistas de la Clínica analizaron, en el estudio publicado en EJSO, a pacientes con hepatocarcinoma, no operables ni trasplantables, ya que por sus características quedaban excluidos de los criterios de trasplante u operación.

De los 21 pacientes tratados en ese estadio, “hemos comprobado cuántos se pudieron tratar después mediante procedimientos curativos. En concreto, 6 pacientes, un 30 por ciento, obtuvieron una respuesta muy satisfactoria. A 4 de ellos se les pudo operar para extirpar el volumen hepático afectado y dos pudieron ser trasplantados”, indica el hepatólogo.

Y lo que es más importante, los investigadores comprobaron que dichos pacientes presentaban posteriormente una supervivencia, a más de 5 años, idéntica a la de pacientes no tan avanzados que pudieron operarse o trasplantarse sin necesidad de radioembolización. La conclusión del estudio es que en estos pacientes, la radioembolización posibilitó su posterior intervención y, gracias a ello, una supervivencia muy prolongada. “En definitiva, se abre la puerta a la utilización de la radioembolización como herramienta quirúrgica”, señala.

Actualmente, Fernando Pardo, director del Área de Cirugía Hepato-Bilio-Pancreática de la Clínica, lidera un estudio internacional que recoge la experiencia de los centros del mundo con mayor experiencia en radioembolización, donde se ha intervenido a pacientes que habían obtenido buena respuesta, con el fin de comprobar si la radioembolización afecta a la seguridad de la cirugía. “Nuestra experiencia indica que es segura pero con este estudio pretendemos obtener la experiencia de todos los hospitales más prestigiosos para refrendar su seguridad”, concluye Sangro.