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Es una tercera generación que ha demostrado eficacia en el estado anímico y psicológico de enfermos crónicos que asumen su enfermedad
Los expertos manifiestan la necesidad de nuevas escalas de calidad de vida más concretas para evaluar la patología cutánea
C. Ossorio
Barcelona
La relación entre Psiquiatría y Dermatología es una colaboración joven, fundada a medida que, como cuenta la dermatóloga Aurora Guerra, se ha tomado conciencia de que los procesos interaccionan a través de la ‘psiconeuroendocrinodermatología’.
Guerra, coordinadora del Grupo de Dermatología Psiquiátrica de la Academia Española de Dermatología y Venereología, explicó a GM que las enfermedades dermatológicas crónicas más paradigmáticas y que más afectan a la calidad de vida son la psoriasis, el acné y la alopecia, y recordó que está comprobado que una terapéutica adecuada de la patología cutánea consigue mejorar también los síntomas psíquicos. Por ello, evaluar mediante escalas de calidad de vida la repercusión del tratamiento en el paciente y conocer su estado psíquico antes de comenzarlo se convierte en un punto clave. Y en este sentido, como destacó Guerra durante el Congreso de la Sociedad Europea de Dermatología y Psiquiatría, surge la necesidad de escalas más específicas para evaluar mejor cada fenómeno cutáneo.
En cuanto a los tipos de psicoterapia, Eduardo García Campayo, psiquiatra del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, habló de la tercera generación, la que surge después de la psicoterapia psicodinámica clásica y la cognitivo-conductual, que es una terapia contextual llamada “de aceptación y compromiso”. “Está indicada para enfermedades que cursan con dolor, y para patologías dermatológicas crónicas como la psoriasis, que no mejoran significativamente con el tratamiento”.
Este tratamiento no se centra en mejorar los síntomas, sino en asumir la enfermedad y en determinar cuáles son los objetivos del paciente en la vida. Según apuntó García Campayo, “al no tratar de luchar cada día contra la enfermedad, se disminuye la catastrofización continua de la vida, mejora la adherencia al tratamiento y no mejora los síntomas, pero sí cambia la noción”. El experto matizó que aún hay que establecer mejor esta tipo de terapia en el ámbito de la dermatología, ya que en enfermedades de dolor crónico, como la fibromialgia, obtiene excelentes resultados y se traduce en menor uso de analgésicos.