Aunque no de forma directa, las principales sociedades científicas de atención primaria (AP) admiten haber aportado la visión de los profesionales durante la elaboración el borrador del acuerdo marco que estudian las comunidades autónomas como base para el diseño de la futura Estrategia de Atención y Coordinación Sociosanitaria (Ver GM nº506).
La Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc), a través de los socios que coordinan la estrategia de cronicidad, que han sido consultados, según explica a GM su presidente, Josep Basora. La Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), mediante su participación en el comité técnico para la implementación de estrategias en las comunidades autónomas, tal y como expone su vicepresidente, Antonio Fernández-Pro.
No obstante, esperan pacientemente que llegue su turno en la siguiente fase de consultas, una vez que el borrador incorpore las aportaciones de las comunidades autónomas, y se otorgue voz a los agentes sociales.
Y es que los profesionales de primaria tienen mucho que decir en este esfuerzo por la integración de dos mundos hoy paralelos. De entrada, los portavoces de ambas son conscientes de la dimensión del proyecto, de la necesidad de abordar esta transformación y también del papel central debe jugar el primer nivel.
Josep Basora recalca que como sociedad científica siempre han defendido que la AP solo puede serlo desde un enfoque biopsicosocial e insiste en que no es el primer intento de coordinar e integrar sanidad y asuntos sociales. “Es una práctica habitual en algunas partes del National Health Service, —explica—y estuvo en el Plan de Innovación de Atención Primaria de Cataluña hace años, y se volvió atrás. También hemos visto que algunas comunidades han nombrado personas encargadas de esta coordinación con un efecto interdepartamental, como es el caso de Cataluña o Andalucía”.
Organizar los recursos
Sobre las tareas que el borrador encomienda al ámbito sanitario, entre ellas la derivación a los servicios correspondientes desde primaria, el hospital o la atención domiciliaria, Basora añade que no son nuevas. “Se hacen, pero no de forma estructurada o estandarizada”, asegura. La situación es diferente en cada centro, mientras algunos tienen integrados servicios sociales, otros no (estarían en dependencias municipales o de la diputación), pero en todos los casos cree que existe “un acercamiento físico y de organización”. En realidad, expone, se trata de que las organizaciones tengan un mismo marco, de “ordenar los recursos disponibles para conseguir ser más eficientes”.
En su opinión, el gran reto como sistema sanitario quizá sea la continuidad con los servicios sociales, pero también a nivel asistencial entre hospital y primaria, “algo que pese a los múltiples esfuerzos todavía no está arreglado”, insiste.
Dentro del nuevo espacio sociosanitario, el presidente de Semfyc define el lugar que debe ocupar el facultativo: “Un lugar en el que estemos todos, donde se trabaje en equipo, cada uno con sus responsabilidades, y añadiendo valor a un abordaje multidisciplinar”.
En este equipo estarían integrados los asistentes sociales, en cuya formación propone incorporar docencia e investigación, completando su formación conociendo de primera mano la actividad en los centros de salud.
Por su parte, para Antonio Fernández-Pro, el primer paso es centrar el debate: “Hay que deshacer el ‘nudo gordiano’ y aclarar de qué estamos hablando. Si son dos espacios, el sanitario y el social, absolutamente diferentes, que engloban servicios y aportan profesionales que también lo son”. Partiendo de esa base, asegura, “se trata de implicar desde un punto de vista holístico a todos aquellos que tienen algo que ver”.
El vicepresidente de SEMG asegura que, por ahora, los profesionales están “expectantes”. “Son los primeros y los más sensibles al cambio, de hecho, adaptan su práctica clínica a las evidencias”, apunta. “Pero también hay miedo al cambio, y puede haber resistencia”, asegura. “Se dice que estamos ante un cambio de modelo real, que conlleva también duelos y pérdidas”, subraya.
Superar las rigideces
A efectos prácticos, la clave será, por ejemplo, lograr que del hospital salga un paciente tratado por un proceso agudo con un nivel de estratificación en función de sus características para ser atendido por el servicio que le corresponda y en un tiempo adecuado a su patología, poniendo en juego todos los resortes asistenciales de ambos sistemas.
Pero para llegar a este punto, será imprescindible superar muchas barreras, que resume Fernández-Pro. La financiación disociada, por ejemplo, “es impenetrable. “No hay financiación mixta, cada servicio tiene su partida presupuestaria y punto, lo que evidencia la falta de integración de políticas sociales y sanitarias”, asegura.
Además, el paciente, educado en una cultura paternalista, “debe ser lo más autónomo posible: tener muy claro cuál es su rol en su calidad de vida”.
Por su parte, los profesionales han de superar las rigideces de los servicios sanitarios y sociales y dejarse impregnar por una cultura interdisciplinar que aparque la endogamia reinante, la conciencia clara de trabajar en redes separadas.
Financiación mixta, políticas compartidas, gestión asistencial del paciente crónico multidisciplinar, inversión en sistemas de información y riesgo compartido son ideas que exigen un profundo análisis a la hora de perfilar un espacio sociosanitario “del que todo el mundo habla, pero que no se sabe muy bien qué es”, bromea Fernández-Pro.
La propuesta de acuerdo que estudian las comunidades autónomas como base para la futura Estrategia de Atención y Coordinación Sociosanitaria contempla la creación de un sistema que permita compartir información en las esferas clínica, funcional, psicológica y de servicios sociales. Un proyecto en extremo ambicioso si se tiene en cuenta que, a día de hoy, la información ni tan siquiera fluye entre niveles asistenciales. “Este problema no está resuelto en toda España”, recuerda Josep Basora, que remarca las diferencias entre comunidades y centros.
Para Antonio Fernández-Pro los sistemas de información actuales constituyen una barrera insalvable. “No puede haber una coordinación lógica ni eficaz ya no entre sistemas, sino entre primaria y hospitalaria. Si los sistemas son mudos y sordos entre sí no podemos entendernos. En una misma comunidad, en una misma gerencia, los sistemas son diferentes”, remarca.
El vicepresidente de SEMG considera que es preciso realizar un esfuerzo importante, una inversión imprescindible para normalizar una herramienta que resulte eficaz para todo.