Almudena Fernández Madrid | viernes, 12 de junio de 2015 h |

Las características que hacen que la primaria sea un nivel muy eficiente son la continuidad asistencial y la accesibilidad de los pacientes a su médico de familia. Y es que las personas confían en un profesional que las atiende durante toda la vida o gran parte de ella.

Sin embargo, si se está cambiando continuamente al médico que ve a los pacientes, dejan de confiar, porque cada vez que acuden tienen que volver a explicar sus dolencias y enfermedades, aseguró a GM Josep Basora, presidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc), en el marco de su 35º congreso, que tuvo lugar el Gijón bajo el lema ‘Especialistas en personas’. En este sentido, reconoció que existe una historia clínica, pero no considera que sea lo mismo. “Lo que estamos pidiendo es que los médicos de familia tengan continuidad con los cupos asistenciales que atienden, porque es una de las características de la AP que le confiere mayor eficiencia”, recalcó para añadir que, además, la calidad de la asistencia es superior si no cambian de población “cada dos por tres”.

Añadió que esto también tiene connotaciones de seguridad, pues si un médico “conoce muy bien” a un paciente, es menor el riesgo de prescribir medicamentos que no sean pertinentes y mejora la adherencia al tratamiento.

Desde Semfyc han estudiado la situación laboral en todas las comunidades y han detectado una elevada opacidad en relación con los distintos contratos que se firman. Basora incidió en que “casi todas” ofrecen a los médicos de familia contratos “en precario”, de un 75 por ciento de la jornada laboral que, al final, se convierte en un 100, contratos por horas o renovables mensualmente, en definitiva, “muy inestables”, y que no hacen posible la continuidad asistencial.

Además, la situación de la profesión ha llevado también a que, de cada diez médicos de AP, solo seis se queden trabajando en su comunidad y cuatro se marchen fuera de ella. En esta línea, la insatisfacción profesional junto a la baja remuneración explican la marcha creciente de médicos de familia a otros países en busca de un trabajo, con “la pérdida económica que esto supone”.

Óscar Veiras, presidente del Comité Organizador, por su parte, apuntó a que esta situación también está perjudicando a la salud de los facultativos, pues la edad media de la plantilla de propietarios de plaza es “bastante alta” y están enfrentándose a situaciones “de máximo estrés”, con cambios constantes en la dinámica de trabajo, un aumento de la frecuenciación en consulta por encima de lo habitual “que llega a 80 pacientes diarios a valorar”, algo que genera desafección y enfermedades vinculadas al estrés, cuadros de ansiedad e, incluso, enfermedades crónicas, tal y como sucede en la población general.

De hecho, durante el congreso, se presentó un estudio realizado en las áreas básicas de salud de Gerona y el Hospital de Palamós que demuestra que los problemas de salud mental de la población general han experimentado un incremento de un 8,98 por ciento en los últimos siete años.

Los autores de la investigación ‘¿Ha influido la actual crisis económica en la salud mental de nuestra población?’ concluyeron en la misma que desde 2007 “no ha dejado de crecer” la prevalencia de trastornos psiquiátricos y el consumo de psicofármacos. Destacaron que la patología más común es la ansiedad, seguida de la depresión y los trastornos del sueño y la alimentación.

La metodología seguida consistió en revisar las historias clínicas informatizadas de 1.641 pacientes en 2007 y repetir el análisis en 2014 en una muestra superior, de 2.656 pacientes, todos ellos, mayores de 15 años y con una media actual de edad de 59 años.

Los mayores incrementos se localizaron en la ansiedad (3,34 por ciento ) y el consumo de ansiolíticos (5,8). La depresión creció un 1,37 por ciento, los trastornos del sueño en un 1,77, los de la alimentación en un 1,28, mientras que los problemas de abuso o adicción a drogas aumentaron un 1,58 por ciento.

En relación a los fármacos para el abordaje de estos problemas cuyo uso más ha aumentado, aparte de los ansiolíticos, también se observó una mayor administración de antidepresivos (3,5 por ciento), hipnóticos y sedantes (0,8) y antipsicóticos (0,4).

Los responsables de la investigación aclararon que, aunque es mayor la prescripción de estos medicamentos, no se apreció una variación en el número de envases adquiridos.

En esta línea, Veiras apuntó a un incremento del número de pacientes que acuden a las consultas con cuadros psicosomáticos, sin una base física clara pero que tienen detrás un componente emocional. Asimismo, señaló que hay enfermedades crónicas, como la diabetes, en las que se ha observado un empeoramiento en el manejo de los pacientes.

Además, en los últimos siete años, coincidiendo con la crisis económica, se ha observado una disminución del peso de los recién nacidos. Por otro lado, no ha bajado la edad media de superviviencia, pero sí han aumentado los suicidios, por lo que, en su opinión, la situación actual está repercutiendo en la salud de la población. Agregó que “el miedo” de los facultativos, además, no es a la situación actual, sino a las consecuencias a medio plazo si no revierte, pues es “un pequeño ápice” de lo que puede ocurrir: que la salud de la población empeore de manera notoria.

No hacer

Por otro lado, se apuntó a pruebas, tratamientos médicos y manejo de patologías que forman parte de la práctica diaria y sería preferible no hacer para incrementar la seguridad del paciente. El presidente del Comité Organizador puso como ejemplo las pruebas radiológicas a personas con lumbalgias o la toma de relajantes musculares siempre que el paciente presenta un cuadro lumbar, que son actuaciones habituales que se deberían eliminar.

Teniendo en cuenta que entre un 25 y un 30 por ciento de los pacientes que fallecen es a causa de las complicaciones asociadas a un cáncer, otro porcentaje pequeño de forma súbita y el resto por la evolución de enfermedades crónicas, Semfyc presentó el documento ‘Propuesta de Área de Capacitación Específica en cuidados —ACE— paliativos’ en el que se recogen las competencias necesarias para atender a los pacientes durante el final de vida, ya que en el manejo de todas estas circunstancias, y especialmente en las enfermedades crónicas evolutivas, el papel del médico de familia es esencial.

En este sentido, Esther Limón, coordinadora del Grupo de Cuidados Paliativos de la sociedad, apuntó a que, con esta ACE se garantizaría que, cuando la curación no es posible y se acerca el final de la vida, se van a proporcionar unos cuidados paliativos de calidad, priorizando el confort y el bienestar y respetando los deseos del paciente y sus cuidadores.

Los cuidados paliativos han alcanzado en España un importante crecimiento en los últimos años, impulsados por la Estrategia Nacional publicada por el ministerio de Sanidad en 2007 y actualizada durante 2010-2014. En el año 2006, en el Real Decreto por el que se establece la cartera de servicios comunes del SNS, se reconoce en AP la atención paliativa.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística, entre el 50 y el 60 por ciento de las personas fallecen tras una etapa avanzada y terminal de su enfermedad y, por tanto, necesitan cuidados paliativos. Estos pacientes son en un 60 por ciento oncológicos.