Estudio/ El fin era conocer por primera vez la valoración de la calidad de vida percibida
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Los FIR son los más satisfechos por la implicación de los farmacéuticos hospitalarios
El turno rotatorio de tarde favorece el buen funcionamiento de los servicios
MÓNICA RASPAL
Madrid
Siendo conscientes de la relación directa que guarda la calidad de vida del personal con los resultados de sus actividades laborales, el Servicio de Farmacia del Hospital Virgen de la Luz de Cuenca puso en marcha un estudio pionero en nuestro país para conocer, con datos concretos, el nivel de calidad de vida percibida por sus profesionales —sanitarios o no— a través de una encuesta que, una vez evaluada y presentada como una de las mejores comunicaciones del Congreso Nacional de Farmacia Hospitalaria, extendieron al resto de servicios de la región.
Los resultados definitivos de esta investigación —que obtuvo el primer premio durante la Jornada Científica de la Sociedad Castellano-Manchega de Farmacia Hospitalaria— demuestran que para llevar a cabo cualquier acción de mejora y, en este caso, tomar decisiones respecto a los recursos humanos, primero hay que conocer con certeza la realidad, en base a datos tabulados y evaluados, a partir de los que analizar los puntos de mejora sobre los que actuar. Así lo explica una de las impulsoras del estudio, la jefa del Servicio de Farmacia de este centro, Dolores Barreda, que incide en el enorme valor del informe como herramienta de gestión de los recursos pues les ha permitido optimizar horarios y tareas con la misma plantilla.
Con un nivel de participación del 55 por ciento —se distribuyó al cien por cien de los trabajadores—, los encuestados han valorado el apoyo directivo o de la jefatura, la carga de trabajo, la motivación intrínseca y la calidad de vida profesional de forma global, registrándose diferencias en los resultados entre los turnos laborales, el grado profesional y los años de antigüedad, pero sin detectar apenas variaciones entre el sexo, la edad o el tipo de hospital.
Barreda destaca el hecho de que sean los celadores los que peor calidad de vida perciben frente a enfermeros y farmacéuticos —y entre éstos especialmente los residentes (FIR)— que se muestran como los más satisfechos. Aunque el nivel general se sitúa en un término medio, los trabajadores con más de 12 años de experiencia, independientemente de la profesión, también se sitúan en mejores posiciones, hecho que la autora relaciona con la estabilidad laboral, así como los que realizan turnos rotatorios de tarde. El trabajo durante este horario no es fijo para el personal, algo que han detectado como positivo ya que, por una parte permite a los profesionales mantener su programación y cumplir los objetivos a corto y medio plazo ya que las interferencias y la carga de trabajo son menores que en el turno de mañana pero a la vez mantienen la conexión con la actividad asistencial y con las novedades en las que se está trabajando.
Barreda cree que ésta es una de las aportaciones que han obtenido para la mejora del funcionamiento del servicio aunque otra de las que más les ha llamado la atención es la buena valoración de los residentes. En su opinión, esto responde a la gran implicación de los farmacéuticos hospitalarios de la comunidad en los proyectos de investigación desde el inicio de la residencia y a que no cuentan con un un número masivo de FIR, lo que facilita la tutorización mantenida en el tiempo con evaluaciones continuas.
En cuanto a la valoración del apoyo directivo, la jefa del servicio reseña diferencias significativas entre dentro y fuera de su departamento, estando la primera mucho mejor considerada por lo que la relación e integración con el resto del centro se perfila como otro de los puntos de mejora junto con las cargas de trabajo, que gracias al estudio han podido dimensionar, actualizar y definir para establecer así una distribución de tareas según el perfil profesional y vinculadas al horario —ya los tiempos no son los mismos en los turnos de mañana, tarde y noche— y a lo que han significado los cambios de los sistemas informáticos con procedimientos normalizados de trabajo en todas las áreas.
Estas medidas de mejora están implantadas en el servicio desde principios de este año con reuniones mensuales para realizar un seguimiento y evaluación de los resultados, algo que, según Barreda, también se plantean llevar al ámbito autonómico. El objetivo a largo plazo es estudiar cómo estos resultados se relacionan también con mejoras en las dos grandes líneas de investigación del servicio: las prácticas de seguridad para el paciente en relación a los fármacos y la contención del coste para el uso sostenible de éstos y la eficiencia de los recursos tanto humanos como materiales. Aunque la jefa de servicio se muestra convencida de estos aspectos influirán en los resultados de la gestión farmacoeconómica del medicamento en el hospital, no lo comprobarán hasta dentro de un año para que no existan fluctuaciones entre el inicio y el final del proceso. “De esta forma, cuando hagamos una demanda de personal de cualquiera de los estamentos, contaremos con una justificación en base a un criterio directo de objetivos y resultados “, apunta. Barreda también ve positivo que servicios de farmacia de otras comunidades se hayan interesado en realizar este análisis pionero ya que, a su juicio, sería muy enriquecedor poder comparar y analizar las causas de las posibles diferencias entre regiones.