Que la obesidad es ya una epidemia a nivel mundial no es ninguna novedad, pero el hecho de que el 30 por ciento de los fallecimientos por cáncer podrían evitarse siguiendo unos hábitos de vida saludables y que esta enfermedad sea la causante de entre un 15 y un 20 por ciento de las muertes de pacientes oncológicos no sólo es novedoso, sino que exige la implicación de profesionales sanitarios, sociedades científicas y administraciones.
Con motivo del Día de la Lucha contra la Obesidad 2014 (26 de noviembre) y bajo el lema ‘Prevenir la obesidad previene el cáncer’, la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo), la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) han hecho hincapié en que la obesidad representa “una bomba de relojería”. Con ocho millones de adultos obesos en España, la solución pasa no sólo por una buena alimentación basada en la dieta Mediterránea y unos hábitos de vida saludables, sino por facilitar a la sociedad estas acciones.
Asimismo, los expertos han recalcado la importancia de trabajar desde las consultas, ya que, según datos de la UE, la obesidad multiplica entre dos y cinco veces el riesgo de desarrollar alguno de los cánceres más prevalentes —mama, endometrio, colon, próstata—, según ha explicado el coordinador del Grupo de Trabajo de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) de Prevención y Diagnóstico Precoz, Pedro Pérez Segura.
A su vez, el presidente de la SEEN, Manuel Puig, ha afirmado que esta problemática requiere “una regulación estricta” por lo que es fundamental “una alianza entre la Administración y las sociedades científicas”, ha precisado el presidente de la Seedo, Felipe Casanueva.
Purificación Martínez de Icaya, miembro de la Seedo, se ha mostrado de acuerdo con el resto de expertos y ha sido quien ha insistido en que la obesidad es la segunda causa prevenible de desarrollo de cáncer, tras el consumo de tabaco y en que una adecuada herramienta de prevención empieza por seguir la dieta mediterránea. “Determinados nutrientes funcionan como escudo protector contra numerosas enfermedades oncológicas”, ha concluido.