C. S. Madrid | viernes, 17 de junio de 2016 h |

Si bien es cierto que cuando se habla del diagnóstico del cáncer de pulmón (CP), los neumólogos se encuentran en el primer escalón; es en atención primaria (AP) donde empiezan las sospechas y el eslabón a partir del cual comienza el proceso.

“Tras la sospecha clínica y la radiografía de tórax —disponible de forma generalizada en AP—, se envía al paciente a la consulta de neumología bien a través de urgencias, si la persona presenta síntomas llamativos, o, en aquellos casos menos sintomáticos, mediante la Unidad de Diagnóstico Rápido (UDR)”, explica el neumólogo Jesús Hernández, miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), quien precisa que, a veces, hay consultas específicas para pacientes con sospechas de tumor y, siempre que se piensa que el paciente puede padecer CP “siempre se les da prioridad” en las consultas de neumología.

A partir de ahí, de una manera protocolizada, de acuerdo con las normativas tanto de la Separ, como las internacionales, se evalúan las posibilidades que tiene el paciente de padecer CP y para ello, como indica Hernández, se analizan los síntomas, se realiza una exploración física, un TAC de tórax y abdomen superior, etc., y así se sabe si además de masas tumorares en los pulmones, aparecen en otros órganos. Aparte, el experto también resaltó el papel de la broncoscopia, “una técnica que permite diagnosticar el 90 por ciento de los tumores con localización central”.

Para los casos de tumores periféricos, existen dos opciones. Por un lado, la broncoscopia, acompañada de métodos más modernos, como la ecobroncoscopia lineal (EBUS, por sus siglas en inglés) —ecografía a través de fibrobroncoscoios y que puede ser radial o lineal—.

“Estos sistemas son útiles para diagnosticar el CP en tumores de localización periférica”, afirma el facultativo, afirmando que, en la actualidad, “ya no es suficiente tener una pequeña muestra citológica, sino que es preciso que sea suficientemente grande como para poder realizar no solo un diagnóstico a través del microscopio, sino que permita que haya suficiente material para hacer las tinciones inmunohistoquímicas, que confirmarán el resultado obtenido del microscopio”. Aparte, apuntó, también “serán útiles” para hacer estudios genéticos de EGFR y ALK, dada su “importante repercusión” en el tratamiento de la patología.

La otra opción es la navegación electromagnética, que también se realiza a través de la broncoscopia y permite llegar a nódulos periféricos. “Tiene una sensibilidad de en torno el 70 por ciento y una especificidad cercana al cien por cien”, señaló Hernández, asegurando que las cifras son similares a las de la EBUS. La combinación de ambas permitiría aumentar entre un cuatro y un cinco por ciento las posibilidades del diagnóstico.

Respecto a la situación actual, el facultativo remarca que pese a que “siempre se puede mejorar”, la relación entre AP y especializada es más personal de lo que se puede creer y cuando se presenta algún caso de gravedad, el proceso de diagnóstico, tratamiento y seguimiento se agiliza gracias a llamadas “casi personales”. “Las dificultades con las que nos encontramos las resolvemos con ese plus de contacto entre unos y otros”, concluye el especialista, recordando que, al final, lo importante, es tratar a los enfermos como necesitan.