Las células sanas viven en un fino equilibrio entre los genes que promueven el crecimiento (oncogenes) y los que lo frenan (antioncogenes o genes supresores tumorales), una balanza que desestabilizan las células tumorales. Aunque las causas son numerosas, como la existencia de mutaciones, destaca la adquisición de una señal química, la metilación, que bloquea la actividad de los genes que frenan el cáncer. Se desconoce, sin embargo, qué sucede en las células una vez han adquirido esta alteración epigenética.
Pues bien, investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell), liderados por Manel Esteller, director del Programa de Epigenética y Biología del cáncer, investigador ICREA y profesor de la Universidad de Barcelona, describen en la edición electrónica de la revista Oncogene cómo esta metilación desencadena un cambio tridimensional en el núcleo de la célula formando unas estructuras esféricas llamadas nucleosomas que bloquean la función de los genes antitumorales.
Los investigadores observaron que genes protectores de cáncer como el receptor de la vitamina A veían alterada su actividad en células de cáncer de colon por la presencia de estas estructuras esféricas formadas por ADN (en este caso regiones reguladoras de la expresión de genes) y unas proteínas llamadas histonas.
“Fármacos epigenéticos, capaces de desmetilar el ADN, aprobados para pacientes de un subtipo de leucemia, son también capaces de eliminar estas ‘pelotas’ de los genes antitumorales modo que éstos vuelven a expresarse y recuperan su función”, detalla Esteller.
El descubrimiento aumenta el conocimiento molecular de las causas del cáncer y, en cuanto a la aplicación clínica del hallazgo, Esteller ha explicado que “actualmente existe un amplio abanico de fármacos en desarrollo preclínico capaces de expulsar los nucleosomas de los lugares aberrantes del genoma”.