Aunque está demostrado que los desfibriladores automáticos implantables (DAI) son el tratamiento más eficaz para proteger a los pacientes contra la muerte súbita cardiaca, el número de los mismos en España es bajo en comparación con otros países europeos.
Durante el café de redacción ‘Muerte súbita cardíaca: Hacia el desfibrilador del futuro’, organizado por la Alianza General de Pacientes (AGP), el director del Instituto Cardiovascular del Hospital Universitario Clínico San Carlos, Julian Villacastín, señaló que no hay una explicación clara para este hecho pues, aunque a los clínicos les guste pensar que en España hay menos patología cardiaca que en otros países, la diferencia no es tan significativa como lo es el número de DAI que se implantan y, además, si se detalla por comunidades y número de habitantes, las hay que implantan más y que lo hacen menos que la media. Si se comparan número de habitantes, patologías y unidades de arritmias, “las cuentas no salen”, aseguró.
Juan José Pérez Blanco, director de Gestión del Hospital Universitario La Paz, por su parte, incidió en que, de los hospitales en los que ha trabajado, “nunca se ha limitado por motivos económicos” el uso de esta tecnología porque “hay cuestiones en los que el dinero está muy bien invertido”, por ello, achacó esta tasa menor a que el número de salas de arritmias limite el número de intervenciones o a que no exista concienciación suficiente.
Sin embargo, Villacastín detalló que, aunque él nunca se ha sentido presionado sobre este tema, “eso no quiere decir que no haya podido haber restricciones”. Agregó que cada paciente es diferente y el factor humano del médico es determinante para realizarles o no esta intervención, por lo que el facultativo, que es corresponsable en la gestión con el hospital, puede dejarse influir por el factor económico aunque no debería ser así.
Pérez Blanco además incidió en que, comparando los DAI con el precio de algunos medicamentos, se trata de una tecnología “en el fondo barata”, pues es caro el dispositivo al tener que pagarlo en el momento, pero si se calcula su precio mes a mes en comparación con los fármacos, el coste es menor.
Decisión del paciente
Amaya Sáenz Mancebo, vicepresidenta de la Cardioalianza y miembro del equipo directivo de Menudos Corazones, incidió en que el médico tiene que recomendar y la decisión final estar en manos del paciente, pero para que sea posible deberá de estar debidamente informado, y eso es algo que falla en muchas ocasiones. Aseguró que tiene que ser la parte clínica la que haga saber a la persona todo lo relacionado con su salud para que pueda tomar la decisión más adecuada. Asimismo, comentó que, más allá de casos puntuales, no les consta que se produzcan restricciones en el caso de los pacientes cardiovasculares.
A la hora de la compra de los dispositivos, el director de gestión de La Paz detalló que priman, en primer lugar, las características que solicite el clínico y, entre los que las cumplen, pueden entrar en el concurso cierto número de empresas. A la hora de elegir, comentó que antes se valoraba la tecnología pero ahora ya se exige a todas las compañías la máxima calidad, por lo que se decide el concurso por el precio.
En este sentido, el director del Instituto Cardiovascular apostilló que, a la hora de seleccionar unos DAI frente a otros, la cuestión básica a tener en cuenta es la funcionalidad y evidencia del dispositivo —algo que se da por hecho en las marcas de la Comunidad Europea— y, después, aparecen detalles, “que tienen más importancia unos que otros” y están ligados a la innovación, tales como que unos duren más que otros o que puedan programarse distintos aspectos que sean útiles a los facultativos que los implantan.
El director de Gestión apuntó a que con la nueva normativa europea se podrán tener en cuenta factores como la duración en los concursos pues si dura diez años en lugar de cinco pero cuesta más, “en el fondo puede suponer menos” si se calcula el tiempo. “La nueva normativa va a ir a criterios de eficiencia, año a año, hasta ahora no se podía y eso es una paradoja”, recalcó Pérez Blanco.
En esta línea, Villacastín apuntó a que reabrir al paciente para realizar el recambio es lo que más miedo da a los especialistas porque, aunque manualmente es más sencillo, es más fácil que se produzca una infección —en torno al dos por ciento la sufren—.
El cardiólogo del Clínico San Carlos incidió además en que la longevidad de los dispositivos tiene también bastantes connotaciones porque, al implantarse los desfibriladores ante un problema arrítmico grave o una posibilidad alta de tenerlo, los pacientes suelen tener miedo de la posibilidad de que se produzca una muerte súbita. La vida del dispositivo estará muy ligada al uso que se haga del mismo y, aunque solo uno de cada diez o de cada 15 pacientes lo aprovechen, “a esa persona le va a salvar al vida”. Por este motivo, los pacientes que lo están usando, aunque tienen que cambiarlo antes, aceptan mejor el recambio, sin embargo, para quien no lo ha tenido que utilizar, tener que revivirlo y pasar nuevamente “por una intervención tremenda” es duro desde el punto de vista psicológico, por lo que “todo lo que sea alargar la vida del dispositivo es muy positivo”.
Comentó que la edad media de los pacientes a los que se implanta es de 60 años, y no tiene nada que ver para el paciente que el segundo recambio se lleve a cabo con 75 años, cuando probablemente todavía esté muy bien, que si tiene ya 85, pues a lo mejor él mismo no quiere que le reemplacen la batería, por ello, consideró “fundamental” que se progrese en esa línea. Desde el punto de vista económico, incidió en que el seguro de durabilidad de las compañías “cubre las espaldas” al centro, pues hay corresponsabilidad y, si se compromete a que dure cierto número de años y luego no es así, la empresa asume el coste.
Sáenz Mancebo hizo hincapié en la gran importancia que tiene la durabilidad en el caso de los pacientes más jóvenes y los niños, ya que el número de intervenciones por las que pasará esa persona a lo largo de su vida se multiplican de manera exponencial si la batería del dispositivo se agota en un plazo más corto. “Cuanto más joven es el paciente, si se tiene en cuenta que estas operaciones conllevan periodos largos de hospitalización, faltas al colegio y de los padres a su trabajo, si se puede prescindir de alguna, siempre es una buena noticia”, subrayó la vicepresidenta de la Cardioalianza.
Villacastín se mostró optimista y apuntó a que, aunque le gustaría que la evolución fuese más rápida —algo complicado si se tiene en cuenta que en los ensayos con humanos hay que cubrir muchos escalones de seguridad—, en los últimos 25 años el avance ha sido enorme y, de hecho, al comienzo de los años 80, los fármacos que se prescribían contra la muerte súbita “eran prácticamente placebo”.
La representante de los pacientes solicitó asimismo que el colectivo sea tenido más en cuenta a la hora de participar en distintos aspectos, como los ensayos clínicos, ya que su opinión puede resultar muy útil.
En relación con este tema, el director del Instituto Cardiovascular puso el foco en la necesidad de que haya un equilibrio en la relación médico-paciente, pues ciertas noticias o los consentimientos informados pueden hacer que la persona esté menos dispuesta a participar, algo que deberá ser contrarrestado por el médico.
El futuro de los DAI
Finalmente, sobre el futuro de los DAI se puso sobre la mesa que este tipo de dispositivos son cada vez más pequeños, más longevos, tienen menos cables y, por tanto, son menos agresivos, mejorando así la calidad de vida del paciente.
En opinión de Pérez Blanco, con la tecnología de la que se dispone en la actualidad, debería ser posible recargar las baterías desde el exterior, tal y como se hace, por ejemplo, en el caso de los implantes cocleares.
A su juicio, no se está muy lejos tampoco de, aprovechando que la tecnología permite ya los implantes sin cables, utilizar otras zonas de contacto cercanas a la piel. “Los hay con la pila en la axila, no es lo mismo un corte superficial que intervención en el corazón, y me da la sensación de que por ahí va a ir la investigación”, apostilló
Villacastín alertó asimismo de que se debe poner especial cuidado en que la preocupación por el precio que tienen los responsables de gestión “no bloquee la innovación”.
En esta línea, el director de Gestión del Hospital La Paz quiso mandar un mensaje de tranquilidad y aseguró que se van a implantar los DAI que sean necesarios. Asimismo, incidió en que se incorporará la innovación, pero solo aquella que realmente suponga un avance frente a lo previo tras haber sido evaluada.
La duración de las baterías
no es tenida en cuenta en los concursos, pero debería de ser prioritaria
En los reemplazos se producen más infecciones que durante la intervención de implantación
Julián Villacastín,
dir. Instituto Cardiovascular, Clínico San Carlos
Hay que poner especial cuidado en que la preocupación por el precio de los responsables de la gestión no bloquee la entrada de la innovación”
Juan José Pérez Blanco,
director de Gestión , Hospital La Paz
Si se compara mes a mes el precio de los DAI con el de algunos medicamentos, es una tecnología en el fondo barata, el problema es que hay que pagarla en el momento”
Amaya Sáenz Mancebo,
vicepresidenta de Cardioalianza
En los niños hay que pensar que
cada recambio conlleva tiempo de hospitalización y ausencias al colegio, por lo que evitar alguna intervención es positivo”