ESTUDIO
br
j. garcía
Madrid
La intervención coordinada de los farmacéuticos de hospital y de atención primaria permite reducir en un 24 por ciento los errores de medicación que se producen en el proceso de transición entre el alta hospitalaria y la primera visita a la atención primaria. Este porcentaje llega al 42,5 por ciento en el caso de los fármacos cardiovasculares, tal y como concluye un estudio realizado por el hospital comarcal del Alt Penedès y el servicio de atención primaria Alt Penedès-Garraf.
Los objetivos principales del estudio, según ha explicado a GACETA MÉDICA Teresa Arranz, del servicio de farmacia del hospital catalán y una de las autoras, eran evaluar y describir la conciliación de la prescripción entre el alta hospitalaria y la siguiente visita en atención primaria, y valorar el impacto de dos intervenciones secuenciales dirigidas a mejorar el proceso de la conciliación. Describir los problemas y errores de conciliación detectados, identificar la población diana, y consensuar las acciones de mejora fueron objetivos que también se marcaron las autoras.
Este estudio prospectivo, becado por el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona y de un año de duración, se centró en los pacientes dados de alta en el servicio de Medicina Interna del hospital. Asimismo, para su elaboración las autoras utilizaron la clasificación de gravedades consensuada por la Sociedad catalana de Farmacia Clínica y el programa de prevención de errores de medicación. Se valoraron una serie de indicadores como el número de pacientes con más de un error de conciliación o el número de errores de conciliación con respecto a todos los medicamentos conciliados.
Entre los errores más habituales, el estudio detectó en un 66 por ciento errores de omisión, fármacos que el médico no incluyó en el informe de alta hospitalaria y que el paciente tomaba como medicación habitual; errores de comisión, fármacos que se añadieron al informe; o aquellos errores derivados de prescribir diferentes dosis, vía o pauta, en un 21 por ciento.
Para llevar a cabo el estudio, las autoras consensuaron una serie de recomendaciones que se editaron en trípticos informativos y se difundieron a todos los servicios hospitalarios y equipos de Atención Primaria. Además, se realizaron intervenciones farmacéuticas en el ingreso (transición AP-hospital) y en el alta hospitalaria (transición hospital-AP). Las recomendaciones incluían a nivel de alta hospitalaria resaltar los tratamientos relevantes que se inician y especificar los que acaban; si se modificaba la dosis, pauta o alternancia, comunicarlo, así como si hay medicación nueva; y no incluir en el informe de alta el resto de medicación igual.
Para Arranz, el ingreso hospitalario es clave. “Es necesario registrar y documentar la lista habitual de medicamentos del paciente a través de la receta clínica informatizada, y hacer hincapié en la automedicación”, explica. También es crucial que durante el ingreso se trate la patología por la cual el paciente ha ingresado y en el momento del alta, recuperar la medicación habitual y hacer las modificaciones que se precisen, e indicarlo.
Con estas actuaciones se consiguió mejorar la comunicación y transferencia de información sobre la prescripción de medicamentos entre el hospital y la primaria reduciendo los errores de medicación y garantizando la seguridad de los pacientes, y además se pudo reducir en siete días el tiempo que transcurre entre el alta del paciente y su primera visita a la primaria, pasando de los 17 a los 10.
“Nuestro estudio —concluye Arranz— evidencia que la intervención ha sido efectiva al reducir el número de errores en el conjunto de tratamientos conciliados. En cambio, en aquellos casos en los que los indicadores hacen referencia a pacientes los cambios no han sido significativos. Posiblemente el hecho de que se trate de pacientes polimedicados hace difícil que los indicadores a nivel de paciente se reduzcan de forma significativa”.