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Frente a la crisis y los recortes económicos, la solución pasa por incorporar tecnologías disruptivas. “Encontrar tecnologías que cambien totalmente la manera actual en la que hacemos las cosas es la solución más viable para mantener el sistema”, aseguró Julio Mayol, director de la Unidad de Innovación del Hospital Clínico San Carlos, durante la celebración de la II jornada informativa sobre los ‘Programas de promoción y financiación de la innovación en biomedicina de la Unión Europea hasta 2012’.
Una muestra de este cambio de filosofía es, por ejemplo, la Incubadora de Ideas, una plataforma de promoción y difusión de ideas y proyectos innovadores impulsada por el Clínico. Así, desde hace un par de años, este hospital organiza sesiones mensuales en las que profesionales procedentes de ámbitos como el sanitario, el tecnológico, el académico o el empresarial se reúnen para presentar propuestas de innovación en sanidad. Una iniciativa que ya ha empezado a dar sus frutos en forma de convenios de colaboración.
Y a disposición precisamente de la innovación, la Unión Europea tiene en marcha el ‘Programa Horizonte 2020’, a través del cual destinará unos 80.000 millones de euros a proyectos innovadores. De esa cifra, casi el diez por ciento (unos 8.000 millones de euro) estarán destinados a la línea roja de la tecnología, la investigación sanitaria. Una cantidad de dinero que Mayol cree que debería funcionar como acicate para los investigadores españoles.
Eso sí, a pesar de que las cifras de retorno económico en anteriores convocatorias se han mantenido en la media europea, los profesionales sanitarios españoles todavía tienen ante sí un importante reto: igualar a sus vecinos europeos en la traslación de resultados de la investigación básica a la práctica clínica.
De hecho, si bien España está entre los diez primeros países del mundo en cuanto a número de publicaciones e investigaciones emprendidas, al observar las cifras de patentes o incluso la simple llegada al mercado de estos proyectos, nuestro país se hunde hacia posiciones mucho más modestas. Ante estas cifras, las oficinas de transferencia de resultados de investigación (OTRI) han ideado unos nuevos ejes de actuación que faciliten esta transferencia de conocimiento. Redireccionar el esfuerzo gestor hacia la innovación, fomentar las unidades de apoyo a estos proyectos y detectar socios tecnológicos, además de eliminar trabas administrativas, son algunas de estas nuevas estrategias que, de momento, han servido para que, por ejemplo, el 26 por ciento de las licencias del Instituto de Salud Carlos III hayan sido transferidas a la sociedad.