Un equipo de científicos del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y el Centro de Regulación Genómica (CRG) demuestra que un compuesto presente en el té verde, la epigalocatequina galato, junto con un protocolo de estimulación cognitiva, puede mejorar algunas de las capacidades intelectuales en las personas con síndrome de Down (SD) y puede modificar el excitabilidad y la conectividad funcional de su cerebro.
Las personas con este síndrome tienen una trisomía en el cromosoma 21. Esto hace que los genes presentes en este cromosoma se encuentren sobreexpressados. El trabajo de los investigadores se centró en el papel de la epigalocatequina galato, que compensa este exceso e inhibe uno de los genes incluidos en el cromosoma 21 (DYRK1A).
Mara Dierssen, jefa del grupo de Neurobiología Celular y de Sistemas al Centro de Regulación Genómica y autora principal del estudio, ha estudiado en modelos de ratón el gen DYRK1A, que es responsable de muchas de las deficiencias cognitivas y la plasticidad neuronal en el síndrome de Down. Una vez demostrado en ratones el efecto de DYRK1A cuando se encuentra sobreexpresado, el objetivo era descubrir si al inhibirlo se conseguía mejorar el funcionamiento y desarrollo del cerebro. Los expertos lograron con éxito este objetivo mediante terapia génica pero no era algo que se pudiera aplicar en seres humanos. Y se propuso a la epigalocatequina galato como posible inhibidor de los efectos de DYRK1A. De este modo, los científicos empezaron a utilizar este compuesto en sus experimentos obteniendo resultados que confirmaban su eficacia en ratones.
El trabajo que acaban de publicar los investigadores en la revista Lancet Neurology recoge los resultados de un ensayo clínico liderado por Rafael de la Torre, jefe del Grupo de Investigación Clínica en Farmacología Integrada y Neurociencia de Sistemas del IMIM, con 84 personas con síndrome de Down entre 16 y 34 años. “Los resultados sugieren que las personas que recibieron el tratamiento con el compuesto del té verde junto con el protocolo de estimulación cognitiva han conseguido mejor puntuación en sus capacidades cognitivas”, explica.
Los científicos no se han limitado a estudiar los efectos a nivel cognitivo sino que también han llevado a cabo pruebas de neuroimagen para evaluar si esta mejora correspondía a cambios físicos en el cerebro. “Los cambios no son sólo a nivel cognitivo es decir, de la capacidad de razonamiento, de aprendizaje, de memoria y de atención, sino que también sugieren que se modifica la conectividad funcional de las neuronas en el cerebro” explica De la Torre.