ESPECIAL DIABETES/ 45º Congreso de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes
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Nuevos ensayos en animales muestran que este tratamiento en DM2 provoca mitogénesis en las células
La Sociedad Europea de Diabetes dice que puede seguir administrándose porque faltan evidencias
IRENE FERNÁNDEZ
Env. esp. Viena (Austria)
Era uno de los simposios más esperado del 45º Congreso Europeo de Diabetes, celebrado la semana pasada en Viena. Le sobraban los motivos. El tema giraba en torno a la polémica suscitada, hace unos meses, por la publicación en la revista de la EASD, Diabetologia, de cuatro registros médicos que, aunque no concluyentes debido a las limitaciones metodológicas, sugirieron una posible conexión entre un análogo de insulina de acción prolongada, insulina glargina (comercializado por Sanofi- Aventis como Lantus), y el cáncer. Y, el encuentro, dirigido por el propio presidente de EASD, Ulf Smith, no dejó indiferente a ningún profesional sanitario.
La base de esta posible conexión entre diabetes y cáncer tiene su razón de ser en el hecho de que ciertos análogos de insulina tienen una estructura que hace que sea más probable que se unan al receptor de IGF-1, implicado en promover el crecimiento tumoral. Pero, a la espera de respuestas concretas, la Sociedad Europea de Diabetes se limitó a mostrar, por un lado, los datos de los estudios que demuestran esta relación con cáncer de mama o piel (realizados en Alemania, Reino Unido, Escocia y Suiza); y, por otro, los datos de uno nuevo denominado Origin, que demuestran todo lo contrario.
Para aumentar la “controversia” (denominada así por el propio Smith), David Russell-Jones, del Royal Surrey County Hospital, se refirió a datos de nuevos estudios, en animales y cultivos celulares, que demostraron que la insulina glargina provoca mitogénesis. Aunque, “este tipo de estudios no siempre se traducen en efectos clínicos a nivel del tratamiento, pero son datos interesantes y es algo que hay seguir estudiando, aunque no es causa para cambiar el tratamiento con insulina glargina”, expresó a GM el doctor Daniel Lorber, miembro del New York Hospital Queens y premio 2008 al mejor clínico en diabetes por la Asociación Americana de Diabetes (ADA). “Lo realmente destacable —continuó— es el resultado de que metformina reduce los riesgos de padecer cáncer, lo cual abre nuevas vías de investigación para futuros tratamientos”.
La conclusión final de la EASD ante el debate fue la esperada por la mayoría: no existe evidencia suficiente, por lo que no hay razón para que los pacientes interrumpan su tratamiento con insulina glargina. Postura que provocó las críticas de algunos profesionales, como el médico Julio Rosenstock, director del Centro de Endocrinología y Diabetes de Dallas, ante el presidente de la EASD.
Lorber, por su parte, se mostró favorable, “pues no hay datos suficientes”, dijo. No obstante, le sorprendió que en EEUU, donde los médicos actúan con demasiada cautela para no realizar mala praxis, no haya habido un comportamiento radical frenando el tratamiento con esta insulina análoga. Ahora, el objetivo pasa por la realización de estudios replicantes —la Fundación Europea para el estudio de la Diabetes destinará 3 millones de euros para estudiar la relación entre cáncer y diabetes—. Y, Sanofi-Aventis adoptará una respuesta científica al debate suscitado, poniendo en marcha estudios en profundidad.
Dado que el punto de mira del cáncer pasa por las insulinas análogas, se incluyó en estudios comparativos la insulina detemir (comercializada por Novo Nordisk como Levemir) y la insulina glargina, lo que evidenció el perfil de seguridad de la primera. A través de 21 ensayos que englobaron un total de 9.000 pacientes, se observó que la incidencia de cáncer durante el tratamiento con detemir fue inferior a la observada con glargina, aunque la diferencia no fue estadísticamente significativa (0,87 casos por 100 años paciente en el grupo de Levemir frente a 1,27 casos en el grupo de Lantus; p>0,05).