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Hasta el momento, la única diabetes vinculada a la inmunidad era la tipo 1 (DM1). Sin embargo, existe una corriente de estudio que apunta a que la diabetes tipo 2 (DM2) también tiene una base inflamatoria inmune, como defendió Ramón Gomis, director del instituto de investigaciones biomédicas August Pi i Sunyer de Barcelona, durante la reunión “The Best of ADA”, organizada en Madrid por las sociedades americana, europea y española de diabetes (ADA, EASD y SED) y patrocinada por Ferrer, en la que analizaron lo más relevante del congreso americano.
En su ponencia “Impacto de la obesidad visceral en la historia natural de diabetes tipo 2”, Gomis explicó que el tejido graso está infiltrado de células que ejercen un papel inmune, fundamentalmente macrófagos. Este tejido adiposo tiene un papel inflamatorio y un impacto en el balance entre los linfocitos T que están en este tejido, y los propios macrófagos, pues segregan adipoquinas que están regulando la función de las células que provocan insulina.
“Si en diabetes tipo 1 el efecto es directo, en diabetes tipo 2 es indirecto, pero es un mecanismo también mediado por la inflamación”, subraya Gomis.
Sus estudios sugieren que el impacto que la obesidad tiene sobre la diabetes no está relacionado con comer más o menos, sino en tener un grado de grasa que provoca un efecto proinflamatorio, siendo la inflamación, a través de mecanismos inmunes, la que tiene un impacto sobre la célula beta.
En conclusión, Gomis sugiere que quizá en unos años se descubrirá que ambas enfermedades, DM1 y DM2, comparten como factor que el impacto que tienen sobre la célula beta y los tejidos está mediado por la inflamación y la inmunidad. Y es más, añade que el estrés también estará implicado en esta relación.
Por otro lado, durante este congreso se puso mucho énfasis en el papel de la microbiota, puesto que cada vez existe más evidencia de que las bacterias del tubo digestivo “no son inocuas”, sino que pueden estar muy relacionadas con el impacto de la nutrición sobre la enfermedad diabética.
El convencimiento de que los cambios en los hábitos de vida en lo que respecta a ejercicio y dieta tienen un impacto importante en la prevención y evolución de la diabetes relacionada con la obesidad se han visto afectados con la presentación en el congreso del proyecto Look Ahead, que demuestra que, si bien son muy beneficiosos para evitar la muerte por evento cardiovascular, no tienen efecto si se ponen en práctica demasiado tarde. “Si el ejercicio o la dieta llegan cuando hay una obesidad muy marcada o la diabetes ya está implementada, los efectos beneficiosos también llegan tarde”, puntualiza Gomis.