Esther Martín del Campo Madrid | viernes, 23 de mayo de 2014 h |

Las comisiones hospitalarias deben analizar y acordar la inclusión de los fármacos biosimilares como alternativas al innovador de referencia. Además, aunque su coste menor debe ser un factor que hay que tener en cuenta en esta evaluación, no debe ser la consideración primaria y fundamental en la toma de decisiones. Son dos de las ideas principales que recoge el Libro Blanco de los Biosimilares en España, presentado la semana pasada en el ministerio de Sanidad, que analiza en uno de sus capítulos la visión de estos medicamentos desde la perspectiva de los profesionales de farmacia hospitalaria.

Los autores de este análisis, José Luis Poveda, presidente de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria y jefe de Servicio de Farmacia Hospitalaria del Hospital la Fe de Valencia, al que pertenece la otra autora, Virginia Bosó, recuerdan que la mayoría de los fármacos biológicos en nuestro país son de dispensación hospitalaria, prescritos por especialistas de este ámbito y dispensados en los servicios de los centros.

Como en el resto de los fármacos, recalcan que es el centro, a través de su Comisión Farmacoterapéutica, el que decide cuándo, cómo y dónde se usará un medicamento biosimilar en lugar del medicamento innovador, un proceso que, en su opinión, no puede considerarse una sustitución automática.

Papel del profesional

Poveda y Bosó defienden el papel del farmacéutico de hospital en la evaluación crítica de los medicamentos biosimilares, un paso previo a su empleo en los hospitales. Su intervención es importante, insisten, para conseguir que sustente las mejores recomendaciones en cuanto a su uso, basadas en criterios de calidad, eficacia, seguridad y coste.

En este sentido, los autores recalcan la importancia de que se lleve a cabo una selección de medicamentos adecuada y racional en estos centros, por la extensión del mercado farmacéutico y la necesidad de reducir a un número considerable los medicamentos disponibles. Un punto en el que la figura de estos profesionales como promotores del proceso resulta esencial. No en vano, puntualizan que estas decisiones repercuten en la calidad de la terapia farmacológica que reciben los pacientes ingresados o a los que se dispensa el tratamiento en el hospital y suponen una aplicación práctica de la idea de fomentar el racional del medicamento.

La utilización de fármacos biológicos en los hospitales españoles está en continuo crecimiento, así como el gasto que representan. Tanto es así que, según recoge otro capítulo de esta publicación sobre el mercado de los biosimilares en nuestro país, firmado por Josep Monterde, consejero delegado de Assertta, y Carmen Alerany, jefe de Sección del Servicio de Farmacia del Hospital Vall d’Hebrón, en 2011 el mercado de los fármacos biotecnológicos en nuestro país supuso un gasto total de 2.800 millones de euros, un 30 por ciento del gasto total de medicamentos del Sistema Nacional de Salud y hasta el 46 por ciento del mercado hospitalario.

En los próximos cinco años expirarán el 64 por ciento de las patentes de los biotecnológicos, lo que hace esperar que entre 2011 y 2017 se registre una tasa de crecimiento anual de los biosimilares del 16 por ciento. Si se cumplen las previsiones de los autores, en 2017 podrían suponer hasta 450 millones de euros, lo que representa una cuota de mercado acumulativo, en cinco años, de 1.150 millones de euros.