José A. Rodríguez Barcelona | viernes, 24 de julio de 2015 h |

Químico de formación, doctor en biofísica, divulgador científico y monologuista. Ah, y finalista en 2014 y 2015 de FameLab, un certamen internacional de monólogos científicos. Éste es el CV de Oriol Marimon, en búsqueda de un nuevo destino como investigador mientras se entrega con pasión a la divulgación en plan teatral y cachonda de la ciencia.

Pregunta. Esto de hacer monólogos y otros espectáculos humorísticos para divulgar la ciencia, ¿te viene porque siempre fuiste el gracioso de la clase?

Respuesta. La verdad es que siempre me ha gustado esto del espectáculo. Mientras hacía la tesis doctoral en biofísica, monté una compañía teatral dedicada a la difusión de la ciencia.

P. Y ahora, mientras esperas tu próximo contrato como investigador, divulgas ciencia a golpe de chiste.

R. Sí, ahora estoy plenamente dedicado a The Big Van Theory, una empresa que se dedica a la divulgación de la ciencia en múltiples formatos. Llevamos la ciencia de forma diferente a escuelas, por ejemplo, y también la llevamos a sitios donde no suele estar, como bares o teatros. Aparte de realizar monólogos montamos espectáculos infantiles y familiares. Y también impartimos técnicas de comunicación a científicos en centros de investigación para que logren ganar seguridad en este ámbito.

P. La ciencia, ¿o es con un humor o no hay quien pueda con ella?

R. La verdad es que, no nos engañemos, la ciencia suele exigir un gran esfuerzo, no es una materia fácil. Y si un profesor, por ejemplo, da la clase de ciencia con tono monótono, pues no es tan raro que le cueste captar la atención de los alumnos. Cuando divulgamos la ciencia con humor, se esfuma el científico que todo lo sabe. Tu audiencia está mucho más relajada, y se atreve a preguntar cosas que, seguramente, en un contexto más serio no preguntaría. Se pierde el miedo a decir tonterías. Cuando vamos a los institutos, muchos alumnos creen que nuestro espectáculo será un tostón, y luego se lo pasan en grande. Además, enseñar siempre me ha parecido algo bonito. Sobre todo enseñar ciencia, que es algo que a tanta gente le cuesta asimilar.

P. Y ¿te ríes del pánico escénico?

R. Nunca he sentido ese pánico. Cuando te pica el tábano del teatro, ya estás perdido, ya no puedes renunciar a él y tienes que subir a un escenario de vez en cuando.

P. ¿Si tuvieras que escoger entre la ciencia y las tablas?

R. ¡Imposible! Necesito realizarme en los dos ámbitos. Me gusta el teatro, el humor, la divulgación, pero soy científico y me gusta hacer ciencia.

P. Licenciado en química, doctor en física… Para ligar, ¿es mejor tener un buen físico o desprender buena química?

R. Jaja… La verdad es que todo ayuda. Cuidar el cuerpo, lo físico, está muy bien, pero creo que las chicas se van con quien las hace reír.

P. Cuando uno echa un vistazo al panorama de la ciencia en España, ¿hay que reír por no llorar?

R. Pues sí, pero es importante mentalizarse de que hay que luchar para cambiar el estado de las cosas. No vale decir que la cosa está fatal y ya está. Hay que luchar para popularizar la ciencia. Por ejemplo, hay que explicar qué hacen los científicos en los centros de investigación.

P. ¿A veces te da la impresión de que los gestores se ríen de los científicos?

R. Pues a veces lo parece. Pero lo bueno es que ahora están entrando nuevos políticos, nuevas maneras de hacer política.

P. Vamos a acabar de buen rollo… ¿La risa es una de las mejores terapias que existen?

R. Y tanto, seguro que es de las mejores. Yo soy payaso de hospital, y reír te da nuevas fuerzas, te da ganas de continuar y de superarte. Reír es una estrategia excelente para superar los problemas, y habría que utilizarla mucho más.