La infección por VIH, entre las enfermedades transmisibles, y la enfermedad renal crónica, entre las patologías no transmisibles, se han convertido en las causas de muerte prematura que más han crecido en el mundo desde 1990 hasta 2013, según las conclusiones del estudio sobre Carga Global de Enfermedad 2013 (GBD 2013, en sus siglas en inglés) que ha publicado The Lancet.
En concreto, la infección por VIH escala desde la posición 27º a la sexta en las últimas tres décadas, lo que supone un incremento del 344 por cien, incluso a pesar de que su mortalidad se ha venido reduciendo de forma sostenible desde 2005. Por otra parte, la enfermedad renal crónica (ERC), que en 1990 era la causa número 36 de muerte prematura, gana importancia hasta convertirse actualmente en la 19, con un incremento del 90 por ciento. También ha subido posiciones de forma muy importante la enfermedad de Alzheimer, que pasa del puesto 44 al 29 (un 89 por ciento más).
En el caso de España, el cáncer de pulmón y la enfermedad de Alzheimer han ganado terreno en los últimos años entre las principales causas de muerte prematura, un grupo que sigue liderando la cardiopatía isquémica, que se mantiene como la enfermedad que provoca más muertes antes de tiempo. Ya en 2010, fecha en la que se publicó un estudio de características similares, la cardiopatía isquémica lideraba el ránking. Sin embargo, desde entonces el cáncer de pulmón ha adelantado al ictus como segunda causa de muerte prematura, mientras que la enfermedad de Alzheimer ha escalado dos posiciones, pasando del sexto al cuarto puesto y poniéndose por delante de otras dos patologías con gran carga de mortalidad: el cáncer colorrectal y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Por tanto, según el GBD 2013, las causas de muerte prematura en España, por orden de importancia, son la cardiopatía isquémica, el cáncer de pulmón, el ictus, el Alzheimer, el cáncer colorrectal, la EPOC, la cirrosis (que se mantiene como séptima causa), las infecciones respiratorias, el cáncer de mama (que iguala la posición de 2010) y los accidentes de tráfico, que caen dos posiciones.
El estudio, coordinado por el Institute for Health Metrics And Evaluation de la Universidad de Washington, cuenta con las aportaciones de un millar de científicos, entre ellos las de Alberto Ortiz, miembro del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (IDCsalud) de Madrid y cojefe del Servicio de Nefrología del citado centro, además de coordinador de la Red de Investigación Renal (REDINREN).
“A nivel mundial destaca el descenso de mortalidad prematura de las principales causas transmisibles de muerte, con la excepción de la infección por HIV. Por el contrario, se observa un ascenso de las no transmisibles, lideradas por la enfermedad renal crónica”, señala Ortiz, que considera que el ascenso de la mortalidad por enfermedad renal crónica también en España apoya la necesidad de fondos para investigar esta enfermedad y de un plan nacional de enfermedad renal crónica”. Los datos de España son en general similares a los del resto de países europeos, donde la cardiopatía isquémica es la principal causa de muerte prematura, con la excepción de Portugal, donde el ranking está liderado por el ictus, enfermedad que compite con el cáncer de pulmón en la mayoría de los países europeos como segunda causa de años de vida perdidos.
A escala global, el estudio revela que la esperanza media de vida en el mundo ha aumentado en 6,2 años en las últimas dos décadas, pasando de los 65,3 años en 1990 a los 71,5 años en 2013, lo que supone un incremento de 0,27 años de vida ganados por cada año transcurrido desde entonces. El incremento fue de 6,6 años en mujeres y de 5,8 años en varones. Entre las causas destacan la caída de mortalidad debida a infecciones respiratorias, diarrea, enfermedad cardiovascular, cánceres y patologías neonatales, entre otras. Los autores del trabajo señalan en este punto que, de mantenerse la tendencia, en 2030 la esperanza de vida será de 85,3 años en mujeres y de 78,1 años en varones.
Una de las mejores noticias que pone de relieve esta amplia investigación es la caída de la mortalidad infantil, pasando de 12,1 millones de fallecimientos en 1990 a 6,2 millones en 2013. Por desgracia esta reducción no ha sido igual en todo el mundo y, de hecho, en el África Subsahariana apenas se ha reducido la mortalidad en medio millón de niños al año en los últimos 23 años. En el otro extremo de edad, y como es lógico debido al envejecimiento, han aumentado las muertes de mayores de 80 años, sobre todo en el mundo más desarrollado y Asia. Por otro lado, la mejora de la esperanza de vida podría haber sido algo mayor si no fuera por un grupo de enfermedades cuya mortalidad ha crecido en estos años: la diabetes, la enfermedad renal crónica y las patologías musculoesqueléticas, entre otras.