Las políticas de austeridad están teniendo efectos especialmente negativos en el sistema sanitario. A los recortes de personal, con el consiguiente alargamiento de las listas de espera, el desmantelamiento de algunos servicios, y la dificultad para financiar algunos medicamentos asociados a un alto coste, habría que sumar el impacto que los ajustes presupuestarios están teniendo en la calidad del equipamiento de que dispone el personal sanitario para garantizar una asistencia adecuada a los pacientes.
Precisamente, ha sido este último aspecto el que ha sido puesto de manifiesto en un informe publicado por la patronal española de la industria de tecnología sanitaria (Fenin), en el que se alude a la falta de inversión en el mantenimiento de los equipos, lo cual pone en riesgo la calidad y el rendimiento de los mismos, siendo algunos de ellos vitales para el propio mantenimiento de la vida de algunos pacientes. Según indica el Informe sobre el Mantenimiento de la Tecnología Sanitaria en España elaborado por (Fenin), “la partida presupuestaria destinada a reparación, mantenimiento y conservación de equipos en el conjunto de las comunidades ha descendido un 18,71 por ciento” entre los ejercicios 2012 y 2013. Una tendencia a la baja que se había roto en 2012, donde se produjo un ligero incremento de la inversión, pero que ya se había iniciado en 2010.
En opinión de Carlos Sisternas, director de Fenin en Cataluña, “es alarmante que estas tecnologías, una vez instaladas en los centros, no cuenten siempre con rigurosos procesos de mantenimiento que aseguren su correcta funcionalidad y calibración para mantener las funciones y prestaciones originales”. Concretamente, las empresas que han implantado el equipamiento advierten que, a día de hoy, solo pueden acreditar el correcto mantenimiento y calibración de una parte de los equipos instalados.
Una muestra de ello son los dispositivos de diagnóstico. En este caso, el informe indica que, por ejemplo, en el caso de la tecnología para la realización de ecografía, dicha acreditación solo alcanza al 21 por ciento de los equipos actualmente en funcionamiento. Asimismo, dice Fenin, solo el 23 por ciento de los sistemas de monitorización de pacientes en UCI pueden ser acreditados como calibrados por el fabricante.
También se ofrecen datos sobre los equipos que emiten radiaciones ionizantes, como es el caso de las tomografías computarizadas (TC) y las salas de intervencionismos. En su caso, el documento de la patronal muestra que más del 30 por ciento de los equipos instalados no disponen de programas de mantenimiento preventivo donde el fabricante asegure que mantienen la funcionalidad técnica con la que se puso en el mercado.
Dicho esto, Fenin ha recordado que la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) publicó en su día la Circular 3/2012, en la que se establecían las pautas para el correcto mantenimiento de la tecnología, que “deben ser cumplidas”. Además, de eso, ha hecho una serie de recomendaciones a la administración en este campo.
Obsolescencia
No obstante, la patronal reconoce que el problema que se está generando con el mantenimiento de los equipos no es nuevo, ni siquiera el único. Y es que a la falta de un mantenimiento adecuado se le suma la obsolescencia por falta de renovación.
Este es un hecho que ya fue denunciado por Fenin en el mes de julio del año pasado, cuando hizo públicos los datos del informe semestral sobre el ritmo de reemplazo del equipamiento hospitalario (diagnóstico por imagen, monitorización y soporte vital, cirugía robótica, anestesia y reanimación). De él se desprendía que las inversiones destinadas a este apartado en los últimos tres años representaban solo el 30 por ciento de las que se habían realizado en el periodo 2005-2010.
En aquella ocasión Fenin aseguraba que “mientras los centros sanitarios privados están reorientando sus esfuerzos en las partidas de actualización tecnológica, los hospitales del Sistema Nacional de Salud (SNS) continúan con la congelación de inversiones tanto en renovación como en mantenimiento, lo que impacta en los niveles de calidad asistencial y seguridad para pacientes y profesionales”.
Sin duda, se trata de un problema que el Ministerio de Sanidad conoce, y para el que se han producido en los últimos tiempos algunos movimientos con la intención de solucionarlo. Concretamente, en esta dirección parecen ir las declaraciones de los responsables del ramo sobre las negociaciones abiertas con Fenin para garantizar la incorporación de la innovación en tecnologías sanitarias sin comprometer la sostenibilidad del sistema sanitario. Unas negociaciones que, como las abiertas con Farmaindustria, parecen paralizadas.
Asimismo, habría que tener en cuenta las declaraciones que hacía el pasado mes de noviembre el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, que participó en la inauguración del XX Encuentro de la Tecnología Sanitaria para anunciar la puesta en marcha de un programa de actualización de inversiones en tecnología sanitaria.
Asegurar la disponibilidad en cada centro de un inventario de tecnología sanitaria actualizado como herramienta de control de recursos y de su estado.
Disponibilidad de herramientas de control de las actuaciones técnicas y de calibración de la tecnología en los hospitales que asegure la trazabilidad.
Elaboración de planes de formación continua de los usuarios y técnicos de tecnología sanitaria que aseguren el conocimiento de la aplicación y su buen uso.
Realización anual de la comprobación y calibración de los equipos para asegurar que cumplen las funcionalidades definidas por el fabricante sin desviación de las especificaciones.
Asegurar la utilización de repuestos originales o de calidad equivalente en la reparación de tecnologías sanitarias que puedan afectar a la seguridad del paciente y usuario.
Acreditar la cualificación apropiada y específica de los proveedores del servicio técnico en función de la complejidad de la tecnología a reparar.
Reforzar las funciones del responsable de vigilancia en los centros sanitarios para que documente proactivamente los problemas de seguridad y efectos adversos.
Establecer y dar visibilidad a los niveles de responsabilidad de cada agente (fabricante, proveedor de servicio, gerente del centro) en la cadena de mantenimiento de la tecnología.
Asegurar la implementación y trazabilidad de las notas de seguridad, elaboradas individualmente por cada fabricante que impliquen acciones correctivas.
Disponibilidad en cada centro superior a 200 camas de un técnico especialista en electromedicina como responsable del mantenimiento de la tecnología.