Cardiovascular/ Sólo el 48% de las provincias cuentan con unidades especializadas
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Saray Pardo
Madrid
La atención al ictus en España queda lejos el objetivo marcado por la Estrategia del Sistema Nacional de Salud suscrito en el Ministerio de Sanidad hace algo más de un año. Según el último informe de la Sociedad Española de Neurología (SEN) sólo un 48 por ciento de las provincias españolas disponen de Unidades de Ictus (UI) y su implantación es desigual en todo el país.
Así, aunque están presentes en casi todas las CC.AA. (94 por ciento), la situación en comunidades como Andalucía (que solo cuenta con UI en dos de las ocho provincias), Castilla-La Mancha y Galicia (que solo disponen de una) o en La Rioja (que no posee ninguna), es especialmente llamativa, según este informe.
A la luz de este estudio “se hace necesario buscar soluciones que permitan adecuar los recursos existentes en cada zona geográfica, así como buscar nuevos recursos para garantizar una óptima y equitativa asistencia sanitaria del infarto cerebral agudo”, concluye Jaime Masjuán, coordinador del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN.
Deficiencias en la prevención
Otro aspecto a tener en cuenta es el abordaje terapéutico. Según un metaanálisis, que incluyó 28.044 pacientes procedentes de 29 estudios, el tratamiento con anticoagulantes orales previene el 64 por ciento de los accidentes cerebrovasculares debidos a fibrilación auricular (FA) en pacientes con factores de riesgo para ictus, siendo más eficaz (en un 40 por ciento) que la terapia antiagregante. Pero, a pesar de ser el tratamiento de elección en pacientes con FA para la prevención de eventos tromboembólicos, sólo se prescribe en dos tercios de los candidatos.
Las razones de ello, según el trabajo “Dabigatran en la prevención del ictus por FA” realizado por Javier García Seara y José Ramón González Juanatey, del Servicio de Cardiología y Unidad Coronaria del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela (A Coruña), son varias. “La primera es la inadecuada cumplimentación de las guías de práctica clínica ya que, como ha demostrado un estudio en Euro Heart Survey para el tratamiento antitrombótico, hay otros factores, como el tipo de FA, que se tienen en cuenta en la prescripción de anticoagulación oral que no han demostrado tener influencia significativa en el riesgo de ictus. La segunda está relacionada con las propiedades farmacológicas de los antagonistas de la vitamina K, que se caracterizan por la presencia de múltiples interacciones farmacológicas”.
Por eso entienden que dabigatran (Pradxa de BI), un inhibidor competitivo de la trombina que se transforma en su forma activa por acción de una enzima (esterasa sérica), que es independiente del citocromo P450 “es menos sensible a las interacciones con otros fármacos y con alimentos de la dieta y a los polimorfismos genéticos que afectan a la warfarina. Además, no necesita monitorización de su acción anticoagulante ni ajuste de dosis”, aseguran.