La formación del profesional sanitario es un “continuo-discontinuo” a lo largo de toda su vida profesional, desde el grado, pasando por el MIR y finalizando con la formación continuada una vez finalizada la especialidad, que es un derecho y una obligación del médico. Así se puso de manifiesto durante el encuentro ‘Adaptarse al mercado laboral: la formación continuada’, organizado por GACETA MÉDICA.
Emilia Sánchez Chamorro, directora de Planificación, Investigación y Formación de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, incidió en que tanto la OMS como la Unión Europea recogen la formación continuada como necesaria. En esta línea, detalló que la Comunidad de Madrid cuenta con un Plan de Formación Continuada que aprueba cada año y que, en un momento de contención presupuestaria como el actual, dedica 2.100.000 euros al aprendizaje de los sanitarios. A la hora de elaborar el plan se organizan las actividades según las prioridades y líneas estratégicas establecidas, por ejemplo, este año se prioriza la humanización de la asistencia.
Fernando Carballo, presidente de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) y presidente electo de la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (Facme), puso sobre la mesa la necesidad de contar con unos perfiles competenciales detallados y claros y, a partir de ahí, que el profesional pueda construir su trayectoria profesional. Y es que actualmente hay disponibles “un popurrí de reconocimientos”, que pueden ser de alta calidad, y con los que el facultativo construye su currículum en función de su perfil y sus gustos, pero que no tiene necesariamente que coincidir con las necesidades del país.
La oferta formativa es enorme y, por eso, hay que estructurarla para que haya una parte transversal y otra personal, dependiente de las actividades y las aptitudes de los profesionales, aseguró Francisco Toquero, asesor MIR del sindicato CSIF. En este sentido, consideró que es fundamental un mapa de competencias, tanto profesionales como del perfil del puesto a cubrir, para que la formación sea adecuada para el mismo.
Mayte López, jefa del Servicio de Anestesia y Reanimación del Hospital Universitario Gregorio Marañón, por su parte, aseguró que la sistemática de la formación ha cambiado en los últimos años, adaptándose también a las nuevas circunstancias laborales, ya que los facultativos cuando ocupaban un puesto de trabajo no pasaban después por muchos puestos distintos, sin embargo, ahora se intenta que sean cada vez más polivalentes para poder adaptarse al medio de forma continua. A su juicio, aunque el nuevo sistema de grado y el MIR puedan tener algunos puntos negativos, “son una solución muy buena” a estos cambios, pues permiten a los médicos salir preparados para tareas diversas, aunque reconoció que “quizá debieran ser más organizativos”.
La enseñanza superior universitaria no es “ni buena ni mala”, pero solo con ella los médicos probablemente no podrían ejercer su profesión de la manera en que lo hacen, tal y como aseguró Juan Beneit, profesor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Incidió también en que se está pasando “de titulitis a acreditación por competencias” y que, si el profesional no las tiene, deberá de adquirirlas. Además, puso en valor el papel de las sociedades científicas a la hora de establecer los conocimientos y la formación necesarios, pues si solo se encargase de este tema la Administración, iría enfocado hacia la empleabilidad y la ciencia no avanzaría.
Raúl Díaz, director Comercial y de Marketing de Grupo CTO, por su parte, apuntó a que el incremento de la oferta académica es muy significativa pero, aunque los profesionales tengan mucha formación a su alcance, muchas veces se informan antes del número de créditos que de la metodología, competencias, habilidades, conocimientos y mejora de perfil profesional.
Asimismo, Díaz comentó que Grupo CTO para toda su oferta formativa cuenta con universidades y sociedades científicas que avalan el rigor y la calidad de lo que ofrecen, además de que de esta forma se garantiza que cubre necesidades reales, tanto de los sanitarios como de los pacientes a corto y largo plazo.
Educación y Sanidad
Por otro lado y en aras de mejorar la formación que reciben los médicos, Carballo abogó por “acabar con el desencuentro dramático entre los ministerios de Educación y Sanidad”. Asimismo, apuntó a la necesidad de definir cuál es el conocimiento que se necesita en la práctica clínica, no solo a través de cursos, aunque sean imprescindibles, sino que también hay que disponer de una estructura de gestión sanitaria, algo que todavía no ha empezado a abordar el SNS.
López, por su parte, incidió en que la carrera universitaria y la especialidad han cambiado mucho porque, además, se está incidiendo en la formación de los formadores. Coincidió con ella Sánchez Chamorro, para quien tanto los estudios reglados como los no reglados han cambiado, pero sobre todo el primero con los nuevos programas de especialidades, que en la troncalidad se han elaborado por competencias.
Beneit incidió en este punto en que al finalizar la formación universitaria, las enfermeras salen con más competencias dentro de las que les corresponden que los propios médicos, de ahí la importancia de realizar el examen MIR y cursar la residencia. De hecho, ambos profesionales en España son “de los mejores del mundo”.
Y es que todos los ponentes coincidieron en señalar que el modelo MIR en España es muy bueno, lo que ha ocasionado que tanto otros países como otras profesiones no sanitarias se planteen copiarlo.
Definir competencias
A la hora de establecer las competencias, el presidente electo de Facme cree que es fundamental definir tanto las transversales como las necesidades formativas específicas, esto último “sería imposible” conseguirlo sin las sociedades científicas, pues son las que manejan el conocimiento. Además, para entrar en perfiles competenciales reales habría que trabajar con modelos en red, que solo algunas comunidades serían capaces de abastecer aunque, a su juicio, lo ideal es que fuesen lo más grandes posibles, nacionales o incluso internacionales.
Para el profesor de la Universidad Complutense está claro que el que tiene las competencias profesionales es el que debe definirlas, por lo que es labor de las sociedades científicas, aunque matizó que el proveedor no puede ser el que acredite, por lo que esta función quedaría en manos de la Administración.
En esta línea, Toquero apuntó a que la formación, como la sanidad, tiene que ser multidisciplinar, hay que hacerla a la carta y deben existir cursos transversales comunes. Asimismo, consideró que los proveedores privados van por delante de la universidad, detectando necesidades de la sociedad que no están cubiertos en el sistema público pues, en general, la segunda va por detrás de la sociedad a la hora de implementar novedades. En este caso, la utilidad de esta formación dependerá fundamentalmente del prestigio que tenga la institución que imparte el curso o máster.
Precisamente en determinar las competencias que deberá tener cada médico y comprobar que se mantienen a lo largo del tiempo trabajan actualmente la Administración, las sociedades científicas y el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (Cgcom) a través de la recertificación y la validación periódica de la colegiación. En concreto, el Cgcom se encargará de la buena praxis médica, el estado psicofísico y la actividad laboral profesional, mientras las sociedades científicas asumirán la definición y desarrollo de las competencias específicas de los profesionales de su especialidad. Por el momento, someterse a esta evaluación será un acto voluntario para el facultativo y no habrá que presentarse a un examen, aunque Carballo apuntó a que, poco a poco, podría llegarse a ese punto.
En este sentido, incidió en que es ya de por sí importante que sean los médicos los que “abran ese melón y se evalúen”, algo que no hacen otras profesiones.
Llegados a este punto, Toquero propuso que se tengan en cuenta la formación continuada y someterse a la recertificación para “premiar” al profesional, o bien económicamente, u ofreciéndole puestos que pueda desempeñar una vez deba retirarse de la actividad clínica, como puede ser dar clases en la universidad.
El director Comercial y de Marketing de Grupo CTO puso sobre la mesa el hecho de que, en cada comunidad autónoma, el valor que la formación continuada tiene en las oposiciones públicas de empleo es distinto y, además, en muchas ocasiones es “sorpresivo” pues puede llegar a computar menos en el baremo un máster universitario con créditos europeos y el aval de una sociedad científica que un curso de 20 horas. “No sabemos con qué criterio se evalúa en algunas comunidades de forma tan dispar”, subrayó.
La directora de Planificación, Investigación y Formación de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid detalló que la formación continuada es competencia plena de las comunidades y el ministerio solo coordina, por lo que cada región, en virtud de las líneas que considera prioritarias, plantea el valor que cada actividad formativa tiene en una oposición.
Actualmente el facultativo construye su CV en función de su perfil y sus gustos, no de las necesidades del país
Grupo CTO cuenta con sociedades científicas y universidades que avalan toda la formación que ofrece
Los proveedores privados van por delante de la universidad detectando necesidades que se presentan en la sociedad
Administración, SS.CC. y Cgcom trabajan actualmente en recertificación y validación periódica de la colegiación