Aprobados ya tanto por la EMA como por la FDA en cáncer de ovario con mutación en BRCA1 y BRCA2, la investigación con inhibidores de PARP se centra ahora en comprobar que estos beneficios en la supervivencia libre de progresión (SLP) se cumplen también en pacientes con cáncer de mama y mutaciones en estos mismos genes. “Los resultados en fases iniciales son prometedores, pero son necesarios más ensayos clínicos para demostrar si la eficacia es realmente superior a la de los tratamientos estándar”, ha señalado Judith Balmaña, responsable de la Unidad de Cáncer Familiar del Vall d’Hebron, durante la celebración de la 1ª Jornada Multidisciplinar en Cáncer de Mama Hereditario.
En concreto, esta especialista ha señalado que los resultados en fase I de estos fármacos en pacientes con cáncer de mama metastásico y mutaciones en BRCA arrojan cifras de tasa de respuesta global (TRG) en torno al 40 o 50 por ciento, “unas tasas de respuesta muy elevadas”, subraya Balmaña, pero ante las que, advierte, habrá que ser cautos hasta conocer los resultados de comparación de los inhibidores de PARP con el tratamiento quimioterápico estándar en fase III. “No es solo analizar la TRG, sino también la SLP, comparando esta SLP con la SLP obtenida con los fármacos convencionales”, destaca.
En cuanto a su posible utilización en otro tipo de tumores de mama, Balmaña destaca que “el grupo de cáncer de mama triple negativo puede tener características similares a las pacientes con mutación en BRCA y, por ello, ser especialmente sensibles a los inhibidores de PARP en combinación con quimioterapia”. De hecho, en el último Congreso de Cáncer de Mama de San Antonio, se presentaron datos en fase II que mostraban que la adición de velaparib (un inhibidor PARP-1) y carboplatino (un quimioterápico) a la terapia estándar aumentaba la TRG de un 26 a un 52 por ciento. Ahora falta, eso sí, “tener biomarcadores de sensibilidad en este grupo que no tiene la mutación germinal”, apunta esta oncóloga.