Gestión/ Mangues cree que los contratos de riesgo compartido “no son la panacea”

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| viernes, 28 de enero de 2011 h |

C. Ossorio

Barcelona

Pregunta. La época de restricción económica ¿ha supuesto cambios en el servicio?

Respuesta. Desde que vine a hacer la residencia a este hospital, ha habido un tema constante, que ha sido mantener como misión del servicio la evaluación y la utilización costo-efectiva de los medicamentos. Eso hace que te pille muy preparado y, en ese sentido, la guía farmacológica, la inclusión de fármacos en el hospital y su posterior utilización se basa en esos criterios. Es una manera muy racional de enfocar un momento de pocos recursos, es decir, que lo que nos gastemos lleve asociados unos resultados de efectividad contrastados.

P. ¿En qué aspecto les ha impactado más?

R. Hay un grupo de medicamentos que se están incorporando para el uso de la práctica asistencial en condiciones no autorizadas aún. Es la vía del off-label (fuera de indicación) o el gran campo de uso compasivo de medicamentos. Hemos sistematizado el procedimiento para el análisis y seguimiento individual de los casos. Algunos de ellos son de última generación, con gran impacto económico, y hemos creado una subcomisión. Pero lo primero que nos importa es que el producto sea efectivo, si no hay datos de efectividad, de eficacia. La seguridad, por supuesto, es fundamental. Y en último aspecto, el coste.

Hemos intensificado las evaluaciones en el grupo de medicación hospitalaria y dispensación ambulatoria. Quizás hace años no seguían procesos de evaluación tan rigurosos y ahora sí.

P. ¿Han disminuido los stocks de fármacos?

R. Sí, en esto nos ha ayudado mucho la automatización del servicio, que nos permite obtener información válida online de lo que tenemos en todo el hospital, y en base a eso reducir los stocks, tanto en la farmacia como en las plantas de hospitalización. Es algo que termina teniendo impacto. Otro tema en este capítulo sería que hemos intensificado para todo el seguimiento, valorando los resultados y retroalimentando el proceso.

P. ¿Han incorporado contratos de riesgo compartido?

R. Ha habido algún intento pero estamos un poco verdes en este campo todavía. No lo veo tanto una iniciativa de un hospital, que tal vez pueda haberla, sino sobre todo de la industria farmacéutica. Entiendo que para contratos de esta envergadura, su interlocutor tendría que ser una autoridad sanitaria, que al final es quien nos acaba financiando. No es la panacea desde mi punto de vista, pero bien aplicado puede ser un instrumento útil.

P. En el servicio no se olvidan de la atención domiciliaria.

R. Ésta ha sido una de las áreas que más ha crecido en los últimos cinco años. El grupo de pacientes externos más importante en número es el de los que reciben medicación hospitalaria de dispensación ambulatoria. Enfocamos el proyecto a añadirle valor al proceso, en base a programas intensivos de educación sanitaria y de información terapéutica. Los pacientes tienen nuestros teléfonos y correos electrónicos, y se han establecido unos vínculos que realmente están dando sus frutos.

Dispensamos citostáticos orales con un potencial de eficacia enorme, pero también de toxicidad, y dedicamos tiempo a que el paciente conozca qué tipo de fármaco le estamos administrando. Cuando vemos casos de problemas potenciales de adherencia al tratamiento establecemos sistemas individuales para que el paciente nos visite con mayor frecuencia, hagamos un seguimiento de su cumplimiento y podamos darle soporte.

P. ¿Qué protocolos de seguridad aplican?

R. En el caso concreto de la farmacia ambulatoria, disponemos de un robot que incorpora mucha seguridad, aparte de velocidad. Hemos duplicado el número de dispensaciones en cuatro años. Con un sistema automatizado, seguimos registrando errores pero han disminuido mucho. En 2007, habíamos tenido 16.642 dispensaciones, y en 2010, 30.818. Uno de los motivos por los que ha aumentado tanto es que hemos acortado el tiempo de cobertura, damos medicación sólo para un mes. Esto también tiene que ver con las restricciones económicas. Antes, el sistema era sin duda más cómodo para el paciente, pero intrínsecamente llevaba asociado pérdidas de medicación que podían ser muy caras. Ahora el nivel de pérdidas es prácticamente nulo.

Además, quiero destacar que en Sant Pau tenemos personal técnico muy formado, de grado superior. Así, la parte básica está bien cubierta por personal técnico bien cualificado, el farmacéutico puede dedicarse a estas actividades más relacionadas con el uso, la indicación y la dosificación del fármaco. Y estamos organizados en equipos de atención farmacéutica.

P. ¿Y los retos del servicio?

R. Más inversión en tecnologías de la información, esto es algo inacabable. Otro gran campo es el de la investigación, estamos en un hospital de tercer nivel y estamos colaborando en muchos proyectos. En este momento hay tres tesis doctorales en marcha. Pero en un servicio de farmacia hay muchísima carga asistencial y docente. Hacemos mucha docencia también de pregrado, y a veces la investigación se queda en segundo plano. Dedicamos horas del trabajo, fines de semana, y la idea es que lo integremos mucho más. Perseguimos sistemas organizativos que la incorporen.