ep Barcelona | jueves, 13 de febrero de 2014 h |

Investigadores del Grupo de Biología Celular de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona han descubierto un mecanismo fisiológico que interviene en el proceso de envejecimiento irreversible de las células madre musculares en organismos de edad avanzada. Publicado en la revista Nature, abre la puerta para atenuar la pérdida de capacidad regenerativa del músculo en personas de edad avanzada, ha asegurado la UPF en un comunicado.

Los investigadores detallaron cómo los músculos de ratones de edad avanzada (de 20 a 24 meses de edad) pierden su capacidad regenerativa como consecuencia de la activación de una vía de señalización asociada al envejecimiento celular, y que provoca que las células pierdan su capacidad de dividirse.

Por ello, consideran que procesos similares también se desencadenan en el caso de los humanos, y concluyen que la regeneración del músculo esquelético “depende de una población de células madre musculares” que se encuentran en estado latente. Esta situación de latencia o quiescencia se puede revertir por daño o estrés para formar nuevas fibras musculares y expandirse en nuevas células madre.

Las funciones regenerativas de estas células madre disminuyen con el envejecimiento, como ya se sabía, aunque el equipo de la UPF ha determinado que las células madre musculares sufren “cambios intrínsecos que son irreversibles” y que las llevan a transitar de un estado latente a otro en el que el crecimiento y la expansión ya no son posibles.

El trabajo, liderado por la investigadora Icrea Pura Muñoz-Cánoves, ha analizado en ratones de laboratorio que el mantenimiento de la latencia está relacionada con la inhibición de la vía de señalización p16ink4a, una vía que no pueden inhibir las mismas células en ratones geriátricos.

El descubrimiento “proporciona la base para atenuar la pérdida de capacidad regenerativa del músculo en personas de edad muy avanzada”, de forma que se alargaría la longevidad de sus células musculares, ha asegurado la investigadora.

En la investigación también han colaborado científicos del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell) y del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (Cinc) de Madrid.