J. V. Madrid | viernes, 15 de julio de 2016 h |

La esteatohepatitis no alcohólica (NASH) es una enfermedad grave del hígado, antesala del carcinoma hepatocelular (CHC), y que actualmente no tiene tratamiento. Un estudio desarrollado en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) señala que la molécula proinflamatoria IL-17A podría ser el protagonista en el desarrollo de esta patología, y apunta a que su bloqueo o la inhibición de las células que la secretan con fármacos como la digoxina prevendría su aparición en pacientes con riesgo de desarrollar este tipo de cáncer.

Nabil Djouder, líder del estudio, explica a GM que IL-17A puede servir como biomarcador no invasivo del proceso inflamatorio. “Podría ayudar a identificar a los pacientes en riesgo de desarrollar NASH y CHC”, subraya, añadiendo que este hallazgo proporciona “nuevas estrategias preventivas y terapéuticas”. La digoxina ya está disponible y se utiliza ocasionalmente en el tratamiento de diversas enfermedades del corazón, como fibrilación auricular (FA), o insuficiencia cardiaca (IC).

Trabajando con diferentes modelos de ratón, los autores muestran en el trabajo publicado en Cancer Cell cómo el exceso de nutrientes estimula la expresión en el hígado de un oncogen llamado URI. URI —que también está sobreexpresado en las infecciones por virus de la hepatitis B y C— provoca daño en el ADN de los hepatocitos y esto desencadena inflamación sistémica y un diálogo entre el hígado y el tejido graso que culmina con la aparición de NASH.

Hepatitis y diabetes

Cuando se produce el daño en el ADN de los hepatocitos, las células inmunes se infiltran en el hígado, especialmente los linfocitos Th17. IL-17A provoca la infiltración de neutrófilos en el tejido graso que causa resistencia a la insulina y la liberación de ácidos grasos que se acumulan en el hígado o, lo que es lo mismo, NASH.

“Hasta el momento, no está claro si la hepatosteatosis era una causa o una consecuencia de disfunciones metabólicas, aunque nuestros hallazgos sugieren que los pacientes con diabetes y, por tanto, con resistencia a la insulina pueden acumular grasa en el hígado a través de comunicados de ácidos grasos del tejido adiposo blanco”, expone Djouder. “Esta acumulación de grasa puede propiciar el desarrollo de NASH y de CHC. Es más, los pacientes con diabetes corren el riesgo de desarrollar NASH”, agrega.

En este sentido, el trabajo concluye destacando que el tratamiento de la hepatitis C representa un reto socioeconómico en nuestra sociedad, por lo que el bloqueo de la acción de IL-17A con digoxina proporcionaría una forma de profilaxis efectiva y barata para los pacientes con hepatitis B o C, que tienen un elevado riesgo de desarrollar NASH y carcinoma hepatocelular.

“Tratar la obesidad puede ayudar a tratar muchas otras disfunciones metabólicas y, aunque la acumulación de grasa no pueda explicar el resultado negativo de NASH, la inflamación determina el pronóstico a largo plazo de la enfermedad”, afirma. Por tanto, el hallazgo de nuevos mediadores de la inflamación y su bloqueo pueden ser futuras terapias estratégicas.