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Un equipo de la Red de Investigación de Enfermedades Tropicales (Ricet), perteneciente al Instituto de Salud Carlos III, ha identificado biomarcadores sobre cómo se ven afectados los tejidos por la enfermedad de Chagas en sus primeras fases, según publica BMC Infectious Diseases y Clinical and Vaccine Inmunology.
El problema es que esta enfermedad, causada por ‘T.cruzi’, se caracteriza por unos primeros síntomas silenciosos, que pueden durar hasta 25 años, en los que el parásito va provocando daños en diferentes tejidos que más tarde se traducen en alteraciones cardiacas, digestivas o neurológicas.
Tampoco existían marcadores para determinar si un tratamiento resulta eficaz o no, pero el equipo de la Ricet los ha identificado. Una serie de proteínas recombinantes han permitido demostrar que tanto los pacientes con Chagas crónico en fase indeterminada como aquellos con sintomatología cardiaca o digestiva presentan un nivel significativamente superior de anticuerpos frente a los antígenos KMP11, HSP70, PFR2 de ‘T.cruzi’ que el nivel detectado en personas sanas.
Dos años después del inicio del tratamiento, entre el 34 y el 67 por ciento de los pacientes de Chagas mostraron un mayor descenso en la reactividad frente a los antígenos recombinantes a ensayo.
Los científicos han demostrado también cómo el péptido llamado 3973, contenido en la proteína TcCA2 de la membrana de ‘T.cruzi’, es reconocido por enfermos de Chagas crónico con una sensibilidad mayor al 90 por ciento y una especificidad del 98 por ciento. La tasa de reconocimiento es significativamente mayor en pacientes en fase crónica sintomática que en crónicos en fase indeterminada.