gaceta médica Madrid | miércoles, 16 de abril de 2014 h |

Uno de los principales problemas de la enfermedad renal crónica (ERC) es que es asintomática en sus etapas iniciales, lo que dificulta su diagnóstico, al que muchas veces se llega cuando el paciente ya ha perdido hasta un 50 por ciento de la función renal y el daño es ya irreversible. Esto, unido a la alta prevalencia de esta enfermedad en nuestro país (se estima que el 11 por ciento de la población la padece) y a un mayor riesgo cardiovascular asociado, hacía necesario encontrar alguna manera de detectar de forma precoz esta patología.

Conscientes de ello, un grupo de investigadores de la Fundación Jiménez Díaz (FJD) liderados por Fernando Vivanco, jefe del Servicio de Inmunología, ha dedicado los tres últimos años a identificar un panel de marcadores moleculares en orina asociados a ERC hasta conseguirlo. En concreto, este equipo de científicos ha determinado un panel de siete metabolitos que responden directamente a la presencia de esta patología. “Pero lo más importante es que no solo responden en estadíos avanzados, sino que ya se muestran alterados en etapas iniciales en las que el diagnóstico clínico es difícilmente abordable en la actualidad”, explica Vivanco.

Los resultados de esta investigación, publicados en la revista Kidney International, han sido además refrendados por un grupo del Centro Universitario Saints Pères de París que, a través de una carta remitida al editor de la publicación, han confirmado la validez de dichos marcadores en un estudio realizado en una cohorte de pacientes independiente.

Además, el hecho de poder detectar la presencia de estos marcadores a través de una muestra de orina simplificará los procedimientos habituales y evitará la realización de pruebas como las biopsias de riñón, que ocupan más tiempo, causan más molestias al paciente y consumen un mayor número de recursos. Además de esta detección precoz, subraya Alberto Ortiz, del Servicio de Nefrología de la FJD, “mediante el seguimiento de estos siete metabolitos, podremos comprobar si la terapia es eficaz y, si, con ella, se detiene el avance de la patología a estadíos más avanzados”.

El reto ahora es la creación de “un chip que permita analizar de forma automatizada las alteraciones de estos siete metabolitos y que sea fácilmente trasladable a la bioquímica clínica rutinaria”, apunta Gloria Álvarez-Llamas, del Servicio de Inmunología de la FJD. Una herramienta que podría estar disponible en la práctica clínica habitual en un plazo de “cinco años”, enfatiza Vivanco.