L.B. Enviada especial a Orlando | viernes, 11 de diciembre de 2015 h |

El linfoma de células de manto (LCM) es una enfermedad rara, que representa el 6 por ciento de los linfomas de células B. Se trata de una patología de mal pronóstico, sin cura. En primera línea en los pacientes jóvenes el tratamiento de elección es quimioterapia agresiva más trasplante autólogo. “Cuando los pacientes recaen no tenemos nada. Por eso es una de las áreas donde necesitamos con urgencia nuevos tratamientos”, señaló María Dolores Caballero, del Servicio de Hematología del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca. A esta necesidad ha venido a responder ibrutinib (Imbruvica). Así lo demuestran los datos del ensayo en fase III randomizado RAY, publicados en The Lancet online y presentados simultáneamente en ASH 2015 que comparan este fármaco con temsirolimus en pacientes resistentes o refractarios. Los resultados muestran que el inhibidor del receptor de la célula consigue un 57 por ciento de reducción del riesgo de progresión de la enfermedad o muerte tras una media de seguimiento de 20 meses. La media de supervivencia libre de progresión para los pacientes que recibieron ibrutinib fue de 14,6 meses frente a los 6,2 meses de temsirolimus. El nuevo fármaco registró un 18 por ciento de respuestas completas, 70 de respuesta parcial y respuestas globales de casi el 72, mientras que con el tratamiento anterior, no hubo ninguna respuesta completa y la parcial fue del 40 por ciento. En cuanto a la toxicidad el primero mostró un mejor perfil que el segundo tanto a corto como a largo plazo. “El fármaco se va a aprobar como monoterapia pero nosotros ya estamos participando en un estudio en fase III y otro en primera línea con bendamustina, rituximab más menos ibrutinib para ver cómo funciona en combinación”, apostilló Caballero apuntando a que en pacientes jóvenes se va a estudiar si con ibrutinib de mantenimiento ya no necesitan trasplante.