Entrevista/ El director cree que incentivar a los profesionales más demandados “cerrará el círculo” de la libre elección en la comunidad

br

| viernes, 03 de diciembre de 2010 h |

E.M.C.

Madrid

Pregunta. Comienza su gestión al frente de la Dirección General de AP en una época de grandes cambios, ¿se ha preparado a conciencia para asumir las críticas?

R. Uno no se prepara para estas cosas, surge así. Puedo aportar mi experiencia como gestor en AP en distintas áreas, mis ganas de trabajar y mi esfuerzo. Los resultados no dependen de uno. En una organización como la nuestra, son los profesionales los que verdaderamente hacen que funcione bien y sea tan magnífica como es.

P. ¿Cómo hacen frente a los problemas que se plantean con la implantación de la libre elección de médico y el área única?

R. Parecen estar ligados, pero no es así. La libre elección parte de una ley que se pone en marcha el mismo día que en primaria se produce un cambio en la organización y en la estructura directiva. Respecto a la primera, a los ciudadanos se les ha dado la oportunidad de optar libremente por los profesionales que llevarán su salud. El gran cambio se produce en la libre elección de enfermera, que hasta ahora ni siquiera había una enfermera asignada. Es importante por su papel en AP, ya que la gestión de determinadas enfermedades crónicas y perfiles de pacientes lo lleva enfermería. La libre elección de médico y pediatra también tiene repercusión y significado.

P. ¿Y cómo afrontan los desajustes que pueden aparecer en la primera etapa del área única?

R. El cambio de estructura es más ostensible. Se produce en los órganos directivos, no en el trabajo de los centros de salud, aunque tendrá repercusión. El cambio va a dos mecanismos de gestión: por un lado, se trata de centralizar decisiones que producen economías de escala y pueden reducir la variabilidad de la práctica clínica. Intentaremos reducirla, para que se haga en todas lo que indica la evidencia científica. Se centralizarán compras, suministros, etc., para ganar en equidad. Pero debe venir acompañado de una descentralización en la gestión, avanzar hacia la gestión clínica. El director del centro tiene que actuar como un director de unidades de gestión clínica. La combinación entre clínica y gestión resulta difícil de ensamblar. El profesional debe asumir que sus decisiones tienen un coste en la sociedad, que maneja recursos públicos y tiene que ser muy escrupuloso. Es ahí donde hay que descentralizar porque es donde se produce el gasto. Trabajamos en ello desde hace tiempo. En un futuro habrá que impulsar cambios también hacia la gestión de las enfermedades crónicas, que copan la actividad del médico.

P. ¿Cree que es necesario, a medio plazo, acompañar la mayor carga de trabajo que puedan tener algunos profesionales con algún tipo de incentivos económicos?

R. Es lo que realmente va a cerrar el círculo de la libre elección. Cuando un profesional es más solicitado, tiene que notarse en la remuneración, es el paso que nos falta dar. Hace falta un cambio en la retribución para que realmente sea valorada la elección del ciudadano.

P. ¿Hay fechas a la vista para este cambio? ¿Está condicionado por la crisis?

R. No hay fecha a la vista y la crisis lo condiciona, pero no solo esto, todo. Habría que realizar un análisis, que los sindicatos opinen, etc. Pero es el paso que hay que dar, también lo están pidiendo los profesionales. No puede ser que a más trabajo se cobre lo mismo. Lo hemos intentado regular con la productividad variable con poco éxito.

P. ¿Está preparado el sistema informático para dar cobertura a este servicio?

R. Es otro cambio profundo. Estamos pasando de una historia clínica informatizada, el OMI-AP, a un sistema de historia clínica centralizado para todo Madrid. Ahora mismo este sistema está muy compartimentalizado. Con AP-Madrid se está centralizando la historia clínica, para que cualquier profesional de cualquier centro de la comunidad tenga acceso a ella. Es un avance enorme y supone esfuerzo y sacrificio. Se está haciendo con la cadencia adecuada y con la seguridad de que el sistema final sea estable y no falle, pensando que nunca un sistema informático lo es. Habrá que ir introduciendo cambios para irlo mejorando.

P. En relación a esto, ¿cómo va la implantación del sistema de receta electrónica? ¿Para cuándo será una realidad?

R. Va paso a paso cubriendo etapas. Tenemos un pilotaje en un área de Madrid y ahora esperamos iniciar otro pilotaje en un área mayor aún. En una comunidad como la nuestra hay que hacerlo pausadamente. Estamos también en negociación con el colegio de farmacéuticos. Soy optimista y creo, sin fijar un plazo, que vamos a dar los pasos para que sea una realidad. Todo el SNS lo va a tener y ya tenemos algunas comunidades autónomas que lo tienen. Estamos viendo los problemas que han podido tener en algunas de ellas. Todo tiene su análisis, su sesgo. En Extremadura, por ejemplo, se ha detectado por qué se ha producido, y ha puesto medidas correctoras.

P. ¿Hasta qué punto la situación económica puede retrasar la implantación de la e-receta?

R. No es tanto un problema de crisis económica. Hay que analizar muy bien que no tenga un impacto negativo en la factura de farmacia, como apuntan las experiencias de Extremadura y Galicia.

P. ¿Por qué cree que ha suscitado tanta polémica la puesta en marcha del área única?

R. Cualquier cambio genera anticuerpos, inseguridad, argumentos a favor y en contra. En una organización de casi 13.000 profesionales, tomar una medida así pensando que todos van a estar de acuerdo es utópico. Lo que tenemos que hacer es incorporar las críticas y utilizarlas como un área de mejora. El cambio es tan profundo que tiene que producir una cierta disfunción. Además, tampoco tenemos dónde compararnos en el Sistema Nacional de Salud. No es lo mismo que la gerencia única de área, con ejemplos en Castilla-La Mancha y Murcia, o las unidades de gestión clínica en Andalucía y Asturias, o la integración de AP en algunos hospitales valencianos. No tenemos dónde mirarnos, somos pioneros. Es lógico que haya desajustes, pero nuestro trabajo es ir ajustando y confiar que en el futuro la maquinaria esté engrasada.

P. ¿Conseguirán estrechar la brecha entre AP y especializada?

R. Sí, hay una figura que también es importante resaltar, que nace con el cambio e intenta precisamente esto, los directores de continuidad asistencial. Son directivos que provienen de la atención primaria y se integran en los equipos directivos del hospital. Su papel es abrir los centros a la AP, coordinar y promover la interrelación entre ambos niveles.

Pregunta. ¿Hay suficiente número de profesionales para atender a toda la población de Madrid? ¿Qué necesidades de recursos humanos habrá en los próximos años?

Respuesta. En una organización como la nuestra, los recursos podrían ser infinitos. Desde 2003 a 2010, el ratio de médicos de familia por ciudadano ha pasado de 1.724 tarjetas a 1.527, y hemos subido la actividad, de 26,794 millones de consultas en 2003 y hemos pasado a 30, 351 millones en 2009. Sin embargo, la presión asistencial ha disminuido, lo que evidencia el aumento del número de profesionales. La presión asistencial ha pasado de 37,86 a 34,27 de media al día. Esto quiere decir que el esfuerzo en incremento de recursos humanos ha sido enorme. Las previsiones se hacen año a año y casi semestralmente. Hemos abierto muchos centros de salud, no tiene parangón en el SNS. Hay nuevos centros y otros que sustituyen a los anteriores. Nos obliga a estar permanentemente evaluando el número de profesionales.

La crisis nos está condicionando mucho y estamos con una plantilla buena para ofrecer servicio a los ciudadanos.

P. ¿Se va a seguir ampliando la red de centros de atención primaria en la Comunidad de Madrid? ¿Cuáles son las previsiones?

R. Seguimos con la proyección de construcción de centros de salud, pero la situación nos obliga a priorizar más, a ser más cautos.