C.M.L Madrid | viernes, 29 de agosto de 2014 h |

“El Gobierno de Madrid no tiene problema en ceder el hospital Carlos III como centro de referencia nacional para enfermedades contagiosas como el ébola, siempre que sea ordenado y pagado por el Estado”. Así lo aseguró el presidente de la Comunidad, Ignacio González tras el Consejo de Gobierno, la semana pasada.

González ha indicado que este hospital fue en su día un centro de referencia para estas enfermedades pero que, como consecuencia del proceso de transferencias autonómicas, se decidió que cada comunidad, y no el Estado, tuviera sus propios centros gestionados por ellas. Por ello, el Carlos III dejó de ser centro de referencia y pasó a convertirse en un hospital más de la red madrileña.

El presidente de la comunidad considera que Madrid tiene los medios y los profesionales idóneos, pero “ ya no tiene sentido ese hospital concebido como antes. Por eso aprovechamos esos recursos para integrarlo en La Paz”. De este modo, confirmó que mantendrán a los profesionales con los mismos recursos. En cuanto al Carlos III seguirá con el plan establecido de convertirse en un hospital de media y larga estancia. No obstante, “si alguien considera que debe haber un centro de referencia para este tipo de enfermedades, no tenemos problemas en que sea así, pero tendrá que ser ordenado, pagado y conveniado por el Estado y objeto de financiación por parte del Estado”, ha apostillado el titular del Gobierno regional.

La guerra entre los profesionales con la Administración para mantener al hospital como centro de referencia se ha mantenido en auge durante el mes de agosto. En las últimas semanas, sindicatos y organizaciones ha reiterado que el hospital mantenga la condición de centro de referencia nacional en enfermedades tropicales.

Unas peticiones que se produjeron tras su elección como centro para atender al religioso Miguel Pajares, que falleció en el hospital a causa del ébola el pasado 12 de agosto, y su compañera, la religiosa Juliana Bonoha, que no se contagió de la enfermedad y que la semana pasada recibía el alta.

Los sindicatos, en pie de guerra

Hace unas semanas, CSI-F y Comisiones Obreras (CC.OO.) expusieron en un comunicado que el caso de Pajares sentó precedente para conservar un centro de referencia para este tipo de casos, con una sexta planta especializada en el tratamiento de pandemias y enfermedades emergentes. Sin embargo, los ajustes autonómicos llevaron a que la planta cerrara meses antes del ingreso del sacerdote, lo que cogió por sorpresa cuando les notificaron la repatriación del sacerdote. Asimismo, la organización recordó que los sindicatos con representación en La Paz remitieron a primeros de mayo un escrito a la gerencia del centro donde sostenían que había “falta de formación del personal para atender estos casos”.

Además, para CC.OO. el traslado al Carlos III coincidió con las obras de remodelación de las instalaciones de la Unidad de Infecciosas de Alta Seguridad del Hospital Gómez Ulla de Madrid. En este sentido, la central aseguró que “no pueden repetirse situaciones que denoten prisa e improvisación, como la movilización urgente y masiva a La Paz de los pacientes que se encontraban ingresados en el Hospital Carlos III”. Para el sindicado, queda “demostrada la necesidad de que la Comunidad se dote de un hospital de esta índole para la atención de procesos infecciosos, tal y como estaba destinado el Carlos III”.

Por otro lado, CC.OO. indicó que “todos los profesionales sanitarios del Sermas están altamente cualificados para realizar sus actividades asistenciales”, pero “a pesar de ello se hace necesario por parte de la Administración el establecimiento de un plan de actuación”, que impida que hechos como el de este verano, produzca una situación de riesgo e inseguridad entre los profesionales sanitarios, el resto de trabajadores, pacientes y familiares.

A nivel autonómico, organizaciones como Amyts se sumaron a la defensa del centro remarcando la necesidad de mantener una unidad específica para acoger a pacientes infectados, con habitaciones de presión negativa y equipos de asilamiento, aparte de contar con personal especializado. Su presidente, Julián Ezquerra, resaltó la importancia de las “condiciones físicas y recursos” adecuados para que el personal “entrenado” en estos casos pueda atender al paciente.

A su vez, el sindicato enfermero, Satse, manifestó que La Paz no estaba preparada para recibir un paciente con el virus. De hecho, fuentes del propio sindicato autonómico señalaron que unos meses antes se hizo un ensayo para testar protocolos en caso de recibir un paciente de ébola y un “minicursillo” para los empleados.

En definitiva, a mitad de agosto varias instituciones y organismos decidieron tomar las calles madrileñas para reclamar la reapertura del hospital. Las organizaciones recordaron como en noviembre los profesionales ya habían rechazado el anuncio de convertir el Carlos III en un centro de media y larga estancia dependiente de La Paz.