M.R.
Madrid
¿Existe alguna vacuna contra el estrés del médico? El presidente de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática, José Carlos Mingote, lo tiene claro: el aprendizaje es el mejor antídoto para inocular el síndrome de burn out o desgaste profesional. Este entrenamiento psicológico debe basarse en una reconceptualización de los problemas, una anticipación realista a éstos y en la adquisición de conocimientos y habilidades para afrontarlos de forma gradual y flexible.
“Si somos parte del problema, en nosotros debe estar también parte de la solución. Cada uno debe aprender desde su propia experiencia”, explicó este especialista durante la presentación en la sede de la Organización Médica Colegial (OMC) de una guía de buenas prácticas sobre esta problemática —de la que es coautor—en la que se refleja que este síndrome del ‘quemado’ afecta a un 7 por ciento de los facultativos, siendo un 32,2 por ciento los que manifiestan una “pérdida de expectativas” y un 16,6 por ciento agotamiento físico, emocional y cognitivo. Para Mingote, la vacuna contra esta ‘gripe B’ (de burn out) se traduce en una formación en expectativas realistas, en un autocuidado eficaz, una gestión proactiva y un desarrollo de los recursos personales que debe administrarse en tres dosis: la primera durante la formación de grado, la segunda en el periodo de residencia —donde es especialmente relevante el papel del tutor— y la tercera —de recuerdo quinquenal— durante la formación continuada y la evaluación regulada y acreditada por sociedades científicas y colegios.
En este sentido destacó la importancia de que estas competencias psicosociales también se puedan evaluar, pues son un refuerzo para el individuo tan importante como sus conocimientos teóricos, teniendo en cuenta que trabaja con personas. “Nuestra mayor recompensa no es el sueldo, sino la propia salud y satisfacción con lo que hacemos”, agregó.
