Almudena Fernández Madrid | martes, 05 de mayo de 2015 h |

Las urgencias cardiovasculares son muy frecuentes en la práctica clínica, de hecho, es probable que más del 30 por ciento de las urgencias reales corresponden al corazón y sus complicaciones. Además de que estos problemas son frecuentes, requieren de una actuación inmediata, de pocos minutos, tras la que, aunque los facultativos actúen de manera adecuada, “el paciente puede evolucionar bien o mal”. Así lo explicó a GM Vicente Palomo, médico de familia del Centro de Salud de Torrelaguna, en Madrid, en el marco del ‘XXII Congreso Nacional de Medicina General y de Familia’, de la Sociedad Española de Medicina General y de Familia (SEMG), que tuvo lugar en A Coruña.

Palomo destacó como urgencias frecuentes que debe tener en consideración el facultativo de AP, en primer lugar, los síndromes coronarios agudos, que cada vez son más frecuentes y, “aunque gracias a la buena actividad de los cardiólogos, tienen mejor pronóstico”. Dentro de ellos, los infartos de miocardio y la angina inestable siguen siendo muy importantes.

También incidió en el síndrome aórtico agudo, la disección aórtica que, aunque sea un cuadro menos frecuente, si se produce requiere actuación inmediata para evitar un pronóstico fatal en pocas horas.

En este sentido, apuntó también a las arritmias, sobre todo las taquicardias o las bradicardias, que son problemas complejos que requieren de medicación y, muchas veces, de estudios posteriores por parte del cardiólogo para que no se repitan.

Además, en el centro de salud, el profesional se encuentra ante urgencias hipertensivas, pues es un problema muy prevalente y, “por hipertensiones en grado avanzado o porque el paciente no toma adecuadamente el tratamiento”, pueden aparecer crisis hipertensivas en las que si la presión arterial sube por encima de 210 de máxima y de 120 de mínima y se puede poner en peligro la vida del paciente. En este caso, es fundamental saber diferenciar las falsas urgencias hipertensivas de las ocasiones en las que se produce un aumento de la presión arterial por nervios, ansiedad, frío, dolor, o cualquier otro motivo.

En este ámbito, el especialista consideró que desde AP se trabaja bien, aunque reconoció que el hecho de que la medicina de familia tenga que atender a todas las patologías y urgencias hace que sus profesionales sean “más que especialistas, aprendices de todo”. Sin embargo, sí hay un infradiagnóstico de estas patologías desde los centros de salud por falta de acceso a las tecnologías necesarias, pues todavía hay algunos que tienen un electrocardiógrafo “antiguo, en malas condiciones o con los filtros deteriorados” y, peor aún, hay muchos centros de salud que no cuentan con desfibrilador, “algo que es impensable”.

Por otro lado, la responsable del Grupo de Vacunas de SEMG, Isabel Jimeno, apuntó a que es tan importante la vacunación del adulto como la del niño, a pesar de que a los propios sanitarios les parezca “muy normal” no hacerlo en el primer caso y sí en el segundo. Y es que el modelo demográfico está cambiando hacia un modelo más envejecido en el que el 30 por ciento de la población tendrá más de 65 años, lo que implica un incremento de la cronicidad, por lo que es más importante si cabe prevenir “el máximo número de complicaciones”.

La vacuna más importante en el caso del adulto es la antineumocócica, seguida de la del herpes zóster y la revisión de todas las habituales, además del tétanos, que a veces se olvida.

En cuanto a los motivos de la baja tasa de inmunización del adulto, incidió en que la primera causa que aducen los pacientes es que su médico no se lo ha recomendado, algo que, a su juicio, puede tener dos vertientes, por un lado, que la masificación en consulta y el escaso tiempo del que dispone el facultativo con cada paciente ocasiona que directamente trate la enfermedad y “olvide” la prevención y, por el otro, que “aunque parezca mentira”, a veces a los médicos y enfermeros les falta información de algunas vacunas, sobre todo las que no están financiadas.

En el caso concreto del herpes zóster, cuya vacuna está disponible en España desde 2014, el facultativo debe tener en cuenta que es una enfermedad importante y, sobre todo, muy dolorosa, para la que a veces hay que utilizar mucha medicación para calmar el dolor y uno de cada cuatro pacientes desarrolla complicaciones. La más conocida es la neuralgia postherpética, “que es un dolor importante que interfiere mucho con la calidad de vida”. No hay tratamiento eficaz para este problema, “lo que supone una frustración importante para los médicos” porque la incidencia es bastante alta. Jimeno incidió en que lo más útil es la prevención aunque, actualmente, la vacuna no esté financiada. En algunos países sí cubre su coste el estado, ya que en Inglaterra, Australia y Estados Unidos está financiada, mientras que en Francia y Suecia cuenta con reembolso. Asimismo, se trata de una inmunización “totalmente segura” que prácticamente no tiene efectos secundarios y de la que se llevan puestas más de 27 millones de dosis.

Benjamín Abarca, presidente saliente de SEMG, mostró su preocupación por distintos aspectos que afectan a la AP, entre los que destacan las diferencias autonómicas que impiden, por ejemplo, la interoperabilidad de la historia clínica electrónica, y el compromiso del Gobierno con la Unión Europea de que el gasto sanitario no exceda del 5,3 por ciento del PIB pues, a su juicio, con esta cantidad “es inviable tener un sistema de calidad” y acabará teniendo consecuencias.

Finalmente, José Carlos Bastida, presidente de SEMG-Galicia, reclamó más tiempo para, así, facilitar el diagnóstico solicitando pasar de los cinco minutos actuales por consulta a disponer de diez.