Bioinformática/ Estudio pionero del IRB Barcelona publicado en ‘Chemistry and Biology’ del grupo ‘Cell’

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c. ossorio Barcelona | viernes, 26 de abril de 2013 h |

Existen 1.600 efectos secundarios catalogados que pueden provocar los fármacos. Ahora bien, ¿qué bases moleculares los explican?

Con el objetivo de entender esta cuestión, investigadores del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) han recopilado información sobre todos estos efectos adversos (EA), para comprobar cuáles son los fármacos que los causan y analizar si tenían alguna característica en común. Como comenta Patrick Aloy, jefe del laboratorio de Bioinformática Estructural y Biología de Redes, distinguieron entre los factores comunes de tipo biológico, es decir, relacionados con la diana terapéutica que estos fármacos modulan o las distintas vías de señalización; y determinantes de tipo químico, que es la estructura del fármaco en sí. En total, como publican en la revista Chemistry and Biology, del grupo Cell, han encontrado características en común para 1.162 fármacos.

De éstos, 446 se pueden explicar sólo desde la biología, 68 sólo desde la química y 648 (el 56 por ciento), desde consideraciones tanto biológicas como químicas.

Un ejemplo descrito que requiere explicación biológica y química es el del síndrome bucoglosal, causado por seis fármacos diferentes. Los investigadores proponen que los fármacos que contienen un anillo de piperazina en su estructura, y además interaccionan con los receptores 5-HT2A y/o DRD2, tienen altas probabilidades de causarlos.

“Estamos proporcionando a la comunidad científica listas de proteínas y características estructurales asociadas a efectos secundarios que denominamos alertas moleculares”, señala Aloy. Son alertas que los expertos en diseño de fármacos podrán utilizar para intentar evitar ciertas interacciones y/o estructuras para desarrollar fármacos más seguros.

Un aspecto importante es lograr este objetivo sin intervenir en la eficacia del fármaco. “Hay muchas características biológicas en las que hay una gran correlación entre el mecanismo de la indicación terapéutica y el del efecto adverso. Con lo cual, si tocas una diana en concreto, vas a conseguir el beneficio pero no vas a evitar el perjuicio, y es algo que ocurre en un 30 por ciento de ellos”, aclara el experto.

De momento, este trabajo tendrá impacto en los nuevos medicamentos que están por llegar y servirá de ayuda a la industria farmacéutica, puesto que hasta el momento la mayoría de los estudios sobre efectos adversos estaban centrados en la predicción, y no en la identificación de los mecanismos que los provocan.

Aloy matiza que, si bien las fases clínicas de los ensayos sirven para medir eficacia y seguridad del fármaco, los efectos adversos muy raros son difíciles de advertir hasta que el producto llega al mercado.