Café de redacción
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U.G. Madrid La artrosis afecta a más de siete millones de españoles y cuesta unos 4.700 millones de euros a la Administración cada año. Se trata de la enfermedad articular más frecuente en la actualidad y se prevé que, en los próximos años, se pueda duplicar el número de pacientes que la sufren a causa del envejecimiento de la población. Además, esta enfermedad es responsable del 30 por ciento de las incapacidades laborales y del 35 por ciento de las consultas en atención primaria. Pese a ello, no está concebida como una patología relevante a nivel social, médico o económico. De hecho, durante muchos años, la artrosis ha sido percibida como un mal inevitable asociado al envejecimiento y al desgaste físico, un tema que para el doctor Eduardo Úcar, presidente de la Sociedad Española de Reumatología (SER), es el talón de Aquiles de esta enfermedad, puesto que precisamente no tiene consideración en el sistema y al ser una patología crónica parece tener un menor impacto social. “A pesar de ser las patologías crónicas las que se están llevando la mayor parte del presupuesto, en la Administración esto parece importar bien poco”. Así lo puso de manifiesto durante el encuentro organizado por Contenidos de Salud “¿Tiene futuro la artrosis?” en el que además participaron Antonio García, catedrático de Farmacología Clínica; Teresa Tejerina, presidenta de la Sociedad Española de Farmacología (SEF); Ricardo de Felipe, médico de Familia del Centro de Salud Pintores de Parla en Madrid y Carmen Valdés, presidenta de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) de Madrid. Precisamente Valdés reflexionó sobre el Sistema Nacional de Salud y su falta de cambios. “El sistema ha de reestructurarse y adaptarse para crear unidades para esas patologías crónicas”, planteó. Para De Felipe, el problema aparece a la hora de cuantificar cuánto cuesta al sistema una patología como la artrosis, ya que la evaluación de la sanidad se hace en base a unas variables que son recogidas en unas bases de datos informatizadas que son las que ven los gestores. “Ven colesterol, ven tensión, pero hoy en día no tenemos ninguna forma de registrar variables objetivas y medibles de la incapacidad que produce la artrosis, por ello no se puede trasladar a los gestores y políticos a no ser que alguien idee una herramienta como los cuestionarios de calidad de vida”. A lo que Tejerina añadió que la mayor parte del gasto económico se debe a las incapacidades que genera la patología. “La mayor parte de las personas que tienen artrosis, con el tiempo, terminan en una cirugía o un implante y esto es un consumo de recursos tremendo”, argumentó destacando que de esos 4.700 millones de euros de gasto, tan sólo un 5 por ciento corresponde a fármacos. En este contexto, el presidente de la SER apuntó como posible solución que las sociedades científicas tomen la iniciativa. “Empezar a proponer desde las propias sociedades científicas planes de acción para el tratamiento de enfermedades crónicas, además de plantear una pregunta en el Congreso y en el Senado. No podemos seguir hablando de esto sin dar el siguiente paso”, expresó añadiendo que la atención primaria juega un papel fundamental al respecto como eje vertebrador. “Nosotros tenemos que liderar la sanidad y es el ministerio el que tiene la obligación de consultar con nosotros al implementar las medidas, nos tienen que pedir opinión”, apostilló Valdés al respecto. Atención al paciente Todos los invitados coincidieron en destacar que el paciente artrósico está perfectamente atendido tanto en primaria como en especializada. Sin embargo, Úcar quiso poner en relieve el problema que se genera en la redundancia de consultas. “Todo esto no está optimizado y hace que carguemos todos con consultas repetidas para ver y hacer lo mismo porque no tenemos herramientas distintas en patología crónica”, explicó, algo a lo que Valdés añadió que “quizá hace unos años el paciente podía pedir hacerse pruebas y no se le negaba, pero en estas épocas más complicadas hay que reducir costes en derivaciones y pruebas”. De Felipe por su parte matizó la existencia de recursos: “No estamos estancados pero falta optimización”. Esto va unido al hecho de que en artrosis no hay protocolos de actuación claramente definidos. “Un procedimiento con el que todos sepamos qué vamos a hacer con el paciente ayudaría a conseguir una mejor atención, una reducción del gasto y además, el paciente se vería arropado por un programa de atención que estaría mucho más preparado”, aseveró Úcar. “Intentar protocolizar en nuestro caso es difícil puesto que cada pueblo, cada hospital, cada área sanitaria tiene una forma diferente de funcionar. Hay guías pero su seguimiento depende del profesional”, puntualizó De Felipe desde el punto de vista de la atención primaria. Valdés además apeló a la libertad de prescripción del médico como algo que hay que respetar, ya que cada paciente tiene unas características y es fundamental tenerlo en cuenta a la hora de establecer tratamientos. Protocolos y diagnósticos Los objetivos del tratamiento de la artrosis son siempre aliviar el dolor y el malestar, minimizar la incapacidad funcional, retrasar la progresión de la enfermedad y garantizar la seguridad, según se confirmó durante el encuentro. Las guías existentes para el tratamiento de los pacientes con artrosis contemplan la aplicación de medidas farmacológicas y medidas no farmacológicas que tienen en cuenta comorbilidades como diabetes, obesidad, ejercicio físico o riesgo de caída, un diagnóstico en el que la primaria tiene un papel fundamental ya que, como aseguró De Felipe, es este profesional el que identifica al paciente y conoce sus tratamientos, patologías y comorbilidades. Por su parte, la presidenta de Semergen Madrid insistió en que, a la hora de prescribir, hay que tener en cuenta diferentes aspectos. “El sistema pide que se receten antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) sin saber nada del historial clínico de esa persona, cuando esto le puede repercutir en que se le hinchen los tobillos o le suba la tensión”. Por todo ello conocer a los pacientes y conocer en profundidad los diferentes fármacos es fundamental. “Se necesitan cursos de formación para los nuevos medicamentos”, añadió Tejerina. En este punto, Úcar aclaró que un médico no debe ser recetador ni expendedor de volantes. “Hay que crear criterios comunes para dedicar tiempo a la educación clínica, para que el médico se ponga al día de todo”. No obstante, el reumatólogo quiso romper una lanza a favor de la administración alabando dos herramientas que pueden ayudar a avanzar en el tratamiento de los pacientes con artrosis y con enfermedades crónicas en general como la historia electrónica y los programas para pacientes crónicos. “Para empezar, la historia electrónica va a ahorrarle al paciente muchas vueltas y pruebas, y también, iniciativas como las consultas telefónicas —como las que se están instaurando por ejemplo en País Vasco en el marco del Plan sobre Crónicos—, ayudan a reforzar el mensaje de que el paciente debe adherirse al tratamiento. La educación del paciente siempre es muy importante”, asintió. Herramientas terapéuticas Respecto a las opciones terapéuticas, García puso sobre la mesa la realización de un estudio fase IV prospectivo como única forma de demostrar que la artrosis tiene un tratamiento como cualquier otra enfermedad. Un estudio en el que se debería tomar como premisa la calidad de vida del paciente, según apuntó. Al respecto, Tejerina quiso destacar, un estudio en el cual se ha comprobado como un Sysadoa como el condroitín sulfato revierte en la menor necesidad de implantar prótesis pacientes con artrosis de rodilla y sinovitis. “Hay un seguimiento de cuatro años que constata que en los pacientes del grupo placebo se implantaron un 71 por ciento de prótesis frente al 29 por ciento del grupo tratado con condroitín sulfato”, a lo que Úcar añadió que aunque hay alterativas terapéuticas al paracetamol y a los AINEs, lo que no hay es una voluntad por parte de la administración en que se receten, ya que hay determinados fármacos, como los Sysadoa que, aunque tienen beneficios demostrados para el paciente artrósico, resultan más caros para el sistema sanitario y se penaliza su prescripción. “No hablan de seguridad, siempre de gasto, aunque también entiendo el miedo a generalizar una prescripción, ya que se dispararía el gasto”, comentó De Felipe, a lo que Tejerina replicó que del gasto total, tan sólo un 5 por ciento corresponde a fármacos. Por otro lado, García apostó por hablar de eficacia y seguridad. “Ha habido mucha incomprensión con el mecanismo de acción de los Sysadoa porque hay gente que los ha criticado sobre la base de que no tienen un efecto analgésico inmediato”. Pero, según expresó el farmacólogo, la eficacia de estos medicamentos está contrastada en ensayos clínicos, algo que hay que trasladar a las autoridades. “El coste de esta medicación hay que verla en un concepto global de la asistencia sanitaria, no cabe duda de que son más caros que el paracetamol, pero si el paciente mejora su calidad de vida tendrá menos gasto sanitario en consultas y pruebas complementarias”, corroboró. A lo que la presidenta de la Sociedad Española de Farmacología Clínica quiso agregar que los condroprotectores no sólo quitan el dolor, sino que también mejoran de forma importante la funcionalidad de la articulación afectada. “Incluso ralentiza la degeneración del cartílago y actúa en la membrana sinovial y el hueso subcondral, es decir, que revierte lo que produce esa impotencia funcional, algo que no hacen los AINEs”. Asimismo, todos los asistentes coincidieron en destacar que los médicos lo que buscan en los fármacos es que no creen problemas añadidos al paciente, que no tengan efectos secundarios, algo que ha quedado más que probado en el uso de los condroprotectores. García reiteró además la necesidad de hacer entender a los gestores que los médicos necesitan tiempo de formación: “la formación es imprescindible para decidir con información, porque si no acabas creyéndote todo lo que te dicen”, insistió. Por el contrario, todos los expertos también coincidieron en que a la hora del diagnóstico, las dificultades son menores. “Los criterios están establecidos desde hace tiempo. Con una radiografía y una exploración se diagnostica de forma barata y fácil”, indicó el médico de atención primaria, a lo que el reumatólogo añadió, en referencia a la edad de los pacientes, que “en manos, suele aparecer a partir de los 40 años”, e incluso, según las palabras de la presidenta de la SEF, se da quizás antes en deportistas. Un planteamiento de futuro Actualmente, hay al menos 20 biomarcadores que se están explorando en artrosis y 3 ó 4 de ellos parece que pueden ser interesantes de cara a posibles vías de tratamiento como los referentes al colágeno u otros componentes del cartílago. De hecho, García incidió en que en un futuro próximo probablemente se podrán utilizar para definir los abordajes terapéuticos. Asimismo, según Tejerina “algunos marcadores pueden decir si el tratamiento está funcionando o no, lo que puede servir para medir su efectividad”. Además, la investigación genética empieza a dar sus frutos así como el trabajo con las células mesenquimales, es decir, transformarlas en condrocitos e intentar reparar la articulación. Úcar destacó la importancia de este último punto. “La investigación genética es importante porque puede detectar pacientes con alto riesgo que a lo mejor serán merecedores de este tratamiento con células madre”. Es el caso del test Arthrosischip, que analiza el ADN a partir de una muestra de saliva en la que se identifican determinadas alteraciones genéticas asociadas a la progresión de la artrosis. De este modo, durante el debate se puso de manifiesto que los esfuerzos de los profesionales deben ir encaminados a la prevención y al diagnóstico precoz. “La detección precoz sirve para aumentar la calidad de vida y para que la enfermedad no evolucione”, opinó Tejerina. El problema de esto, según señaló De Felipe, es precisamente que el paciente sólo acude a la consulta cuando le duele. “La solución sería identificar los factores de riesgo y esto se tendría que hacer en perfiles determinados”, argumentó. Por su parte, Valdés, abogó por el trabajo individualizado con el paciente. “A nadie se le ocurre no reflejar los antecedentes genéticos en otras patologías como, por ejemplo, el cáncer de mama. La carga genética es el arma a utilizar para evitar la cronicidad”. En cuanto a los fármacos, Úcar explicó que es fundamental el uso de los Sysadoa de un modo más precoz, cuando todavía queda cartílago: “En los primeros estadios de la artrosis, si se toma el fármaco, evitamos que la degeneración del cartílago vaya a más”. Un planteamiento que suscribió Tejerina. A modo de conclusión, los expertos reclamaron que tanto primaria como especializada deben ponerse de acuerdo para insistir ante las administraciones públicas en la necesidad de estrategias para las enfermedades crónicas como la artrosis, teniendo en cuenta que aquello que en un principio puede resultar más caro a la larga es más coste-efectivo y podría ayudar a la sostenibilidad del sistema sanitario. | viernes, 18 de mayo de 2012 h |
Los tratamientos que en un principio pueden resultar caros, a la larga son más coste-efectivos
Los expertos respaldan los Sysadoa en el tratamiento crónico de la artrosis
Antonio García
Catedrático de Farmacología Clínica
“La única forma de demostrar que la artrosis tiene un tratamiento como cualquier otra enfermedad es haciendo un estudio en fase IV prospectivo en pacientes con dos o tres pautas de tratamiento. Estos estudios observacionales deberían generarse y hacerse desde la atención primaria, porque hay motivación para hacer investigación en este nivel asistencial y no se está explotando”.
Educardo Úcar
Presidente de la Sociedad Española de Reumatología
“Creo que los profesionales deberíamos utilizar los Sysadoa mucho antes de lo que se está haciendo. En una fase III o IV de la artrosis ya no hay cartílago por lo que sólo servirá para calmar el dolor. Sin embargo, si se prescribe en los primeros años, junto con recomendaciones de postura o ejercicio físico, se puede frenar la patología impidiendo que el desgaste vaya a más”.
Teresa Tejerina
Presidenta de la Sociedad Española de Farmacología
“Además de la seguridad que ofrecen los Sysadoa, hay datos suficientes para afirmar que no sólo quitan el dolor, sino que también mejoran de forma importante la funcionalidad de las articulaciones afectadas y actúan en el cartílago mejorando o impidiendo que éste se siga degradando, frenando o revertiendo lo que produce esa impotencia funcional”.
Carmen Valdés
Presidenta SEMERGEN Madrid.
“Las sociedades científicas somos los que tenemos que liderar la sanidad desarrollando un plan de acción en el que todos nos pongamos de acuerdo. El ministerio tiene la obligación de consultar con nosotros, nos tiene que pedir opinión para saber cuál es la mejor manera de hacer las cosas de cara a la población. Nos tienen que escuchar y dejarse asesorar, no es al revés”.
Ricardo de Felipe
Médico de Familia del Centro de Salud Pintores de Parla, Madrid.
“No tenemos ninguna forma de registrar variables objetivas y medibles de la incapacidad que produce la artrosis, por lo que no se puede trasladar a los gestores políticos. Sin embargo, hay eficacia en fármacos, aunque lo que no hay es voluntad por prescribirlos por parte de las administraciones porque no hablan de seguridad, sólo se centran en el gasto”.
Los médicos deben tener libertad de prescripción para dar al paciente el tratamiento adecuado
El sistema sanitario debe adaptarse y contar con estrategias para las patologías crónicas