carmen m. lópez Madrid | viernes, 17 de junio de 2016 h |

Las infecciones adquiridas en el hospital son un problema sanitario de enorme magnitud, agravado por las resistencias bacterianas. En la actualidad, este tipo de infecciones provocan 3.000 muertes anuales en España. De ahí la necesidad de disponer de nuevos antibióticos que puedan reducir el tiempo de hospitalización y, por lo tanto, disminuir el riesgo de las infecciones hospitalarias con el fin de mejorar la calidad de vida del paciente y de contribuir a aliviar la carga económica. Con este objetivo tuvo lugar la jornada ‘Nuevos retos en el abordaje de las infecciones hospitalarias’, impulsada por la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS) y Angelini Farmacéutica.

Para Javier Cobo, jefe de sección del servicio de enfermedades infecciosas del Hospital Ramón y Cajal, existe una dificultad para establecer una prevalencia e incidencia real de las infecciones nosocomiales. Los datos del Estudio de Prevalencia de Infecciones Nosocomiales en todos los hospitales de España (Epine), auspiciado por la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene ponen de manifiesto que la prevalencia de estas infecciones ha ido disminuyendo, pero a juicio de Cobo, los datos todavía son preocupantes. “Se ha conseguido bajar del ocho al cinco por ciento la prevalencia, pero es necesario disponer de más información acerca de su incidencia en hospitales”, explicó.

En este sentido, se estima que se producen al año 4,5 millones de infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria (IRAS), lo que supone unas 37.000 muertes directas y 110.000 indirectas anuales.

El impacto clínico —en incremento de mortalidad y estancia hospitalaria de las IRAS— es bastante alto, al igual que el impacto económico con los altos costes que implican. Sin embargo, el experto abogó por no olvidar el impacto emocional, es decir, “el sufrimiento y perjuicio que supone para el paciente”.

Según Cobo la medición económica está sujeta a mil incógnitas, aunque las cifras del sistema sanitario americano estiman que las infecciones por heridas quirúrgicas pueden ascender a 25.000 millones de dólares, y las procedentes de bacteriemias alcanzarían los 36.500 millones de dólares. No obstante, para el experto los mayores costes vienen derivados de la estancia de los pacientes en el hospital. “La mayoría superan la semana de ingreso”, apostilló, al tiempo indicó que el sistema sanitario europeo cuenta con 16 millones más de días de hospitalización al año, consecuencia de las IRAS. “El coste total es de 7.000 millones de euros”.

En materia de resistencias las cifras no son mejores. Se producen cerca de 25.000 muertes directas al año por los cinco principales microorganismos resistentes. Lo que implica unos 2,5 millones de días añadidos de hospitalización al año, con un coste de 1.500 millones de euros.

En este sentido, Cobo puso sobre la mesa la necesidad de establecer planes estratégicos a corto plazo para su prevención y control. “Entre el 30 y el 70 por ciento de las infecciones nosocomiales son evitables”, recordó. Así, el lavado de manos cinco veces al día podría prevenir un 50 por ciento la posibilidad de contagios.

Uno de los principales problemas es la escasez de evaluaciones y de medidores que existen en los hospitales. “En España no hay esta cultura”, explicó José Barberán, jefe del servicio de medicina interna del Hospital Montepríncipe de Madrid. Los expertos coincidieron en la necesidad de establecer ‘leyes’ que refuercen en positivo o en negativo estas malas prácticas. Sin embargo, para ello, es imprescindible el liderazgo de los gestores y directivos. La principal implicación, en su opinión, debe llegar desde las gerencias. “Los gerentes miden cantidad, pero no la calidad asistencial”, aseguró Barberán, y lamentó que las instituciones sanitarias no favorezcan la formación de los especialistas en materia de prevención. “Toda la formación no está incentivada por las autoridades y no se invierte”.

En este mismo plano, el internista comentó que al aumento de infecciones se le suma la disminución de recursos. La escasez de nuevos antimicrobianos es una realidad, “lo que existe hoy es lo de hace diez años”, indicó, por lo que resulta necesario un cambio en este sentido.

Para ello, el Gobierno y las autoridades sanitarias deben “facilitar e incentivar” a la industria farmacéutica para que apuesten por el desarrollo de terapias antimicrobianas. Durante los últimos años, se han autorizado pocos antibióticos a pesar del importante nivel de resistencia que va en aumento.

Superbacterias

Por otra parte, los expertos están convencidos de que la crisis de las resistencias a los antibióticos es una realidad que va en aumento. “Hay bacterias extremadamente resistentes que están a la orden del día”, expuso Cobo. La situación podría agravarse ya que “la industria no tiene incentivos para invertir, y los sistemas sanitarios y las agencias reguladoras son exigentes para introducir estos fármacos en el mercado”, advirtió el internista. Aún así, Barberán comentó que a pesar de la escasez de antibióticos vienen dos terapias que pueden ayudar parcialmente a enriquecer el pipeline del escenario terapéutico, pero insistió en que la apuesta tiene aumentar.

Con todo, los especialistas plantearon un panorama nada optimista. Está claro que hace falta un cambio en la práctica clínica para controlar este problema. Por ejemplo, además de orientar la medicina hospitalaria “a la eficacia y a lo espectacular”, apostar también por la prevención. Asimismo, “hay que evitar la percepción de inevitabilidad de las IRAS por los sanitarios y gestores”, propuso Cobo, al tiempo que abogó por la transparencia en resultados y la priorización de estos pacientes.

España es el país donde más ha crecido el consumo de antibióticos en el conjunto de la Unión Europea desde el 2013, un nueve por ciento, frente a la caída media del seis por ciento en el consumo, según los datos de un Eurobarómetro.

De esta manera, el 47 por ciento de los españoles ha consumido antibióticos en el último año, porcentaje que refleja el segundo mayor nivel de consumo europeo, solo por detrás de los malteses (48 por ciento, igual que en 2013) y muy por encima del consumo medio de Europa (34 por ciento).

En la mayoría de las regiones comunitarias el consumo de antibióticos ha caído. Por ejemplo, en Italia subió un siete por ciento hasta el 43 por ciento, o en Hungría con un cinco por ciento hasta el 34 por ciento. Los suecos y los holandeses son los que menos consumen antibióticos en la UE (18 y 20 por ciento respectivamente).

Además, los resultados de la encuesta reflejan que el 57 por ciento de los europeos no sabe que los antibióticos son ineficaces contra los virus y el 44 por ciento que no sirven para combatir el resfriado o la gripe, mientras que el 84 por ciento sí sabe que se vuelven ineficaces si se consumen sin necesitarlo y el 82 por ciento sabe que debe acabar el tratamiento prescrito para que tengan efecto.

El comisario de Salud y Seguridad Alimentaria, Vytenis Andriukaitis, avisó de que el resultado del Eurobarómetro muestra que “hay un problema de concienciación”. A su juicio es necesario una acción urgentemente. De este modo, confía en que los planes de acción para atajar las bacterias resistentes a antibióticos estén listos pronto, ya que los países deben tenerlos en marcha el año que viene.