Entrevista/ Con Medidas como el Plan Estratégico de Seguridad Clínica
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L. B.
Madrid
Pregunta. ¿Hasta qué punto la seguridad del paciente es un aspecto que ocupa y preocupa en la Comunidad Valenciana?
Respuesta. Está calculado que entre un 10-15 por ciento aproximadamente de los pacientes en cualquiera de las actividades sanitarias pueden llegar a sufrir algún tipo de efecto adverso. En la Comunidad Valenciana hace menos de dos años presentamos un Plan Estratégico de Seguridad Clínica que trataba de conjugar todos los elementos que eran capaces de ser corregidos para mejorar la seguridad clínica de nuestros pacientes a través de un trabajo que se realizó entre más de 200 profesionales de todos los ámbitos. Elaboramos un plan del que salieron una serie de líneas estratégicas, concretamente 16, que permiten ir mejorando de forma sustancial la seguridad clínica. Alguna de estas iniciativas han recibido reconocimientos a nivel nacional. Abarcan la lucha contra el efecto adverso desde el punto de vista de mejorar la calidad asistencial, teniendo en cuenta que debemos de propiciar primero la seguridad clínica, mejorar la confianza de los ciudadanos en su sistema sanitario y además asegurar también la sostenibilidad del sistema.
P. ¿Qué iniciativas están ya en marcha?
R. El portal de seguridad, por ejemplo, que ha mejorado muchísimo dentro de la tecnología de la web 2.0 todas las relaciones entre todos los actores que participan en la asistencia sanitaria. Hay otras iniciativas como un programa en relación con los servicios de Farmacia Hospitalaria y los servicios de farmacia externos que se llama ‘Consúltame’, que mejora la adherencia a los tratamientos pero también la seguridad de evitar efectos adversos derivados de la utilización de medicamentos de una forma inadecuada. Esta iniciativa ha conseguido que alrededor de unos 35.000 pacientes mejoren su prescripción sanitaria, está funcionando en 15 hospitales y ha recibido recientemente el premio de seguridad clínica de Roche.
P. ¿Cuál es el impacto de los efectos adversos?
R. Se calcula que aproximadamente un 10 por ciento del gasto sanitario podría estar en relación con la mejora de las prácticas que evitaran los efectos adversos. En un sistema sanitario como el nuestro, que tiene un presupuesto próximo a los 6.000 millones, podríamos llegar, mejorando todas las prácticas derivadas de la desaparición de los efectos adversos, a una racionalización del gasto de unos 500 o 600 millones.
P. ¿Qué otras iniciativas se están llevando a cabo para reducir o minimizar el impacto de esta mala praxis?
R. Hay otros elementos como la racionalización del check list quirúrgico dentro de toda la comunidad que podría disminuir hasta un 35 por ciento las incidencias en los quirófanos. Hay otras medidas muy concretas como la prevención de úlceras por presión en pacientes, e iniciativas relacionadas con la comunicación, por ejemplo, a través del portal 24h que permite una comunicación permanente entre el ciudadano y la administración a través de los medios ofimáticos.
P. ¿Se apuesta por tanto por la e-Health o la Sanidad 2.0?
R. El mejor elemento para luchar contra los efectos indeseados dentro de los tratamientos médicos es mejorar todos los canales de comunicación, y afortunadamente la tecnología en los últimos años está ayudando. Es muy importante tener una red extensa, tener una educación y una corresponsabilidad sanitaria con el ciudadano y una base muy fuerte de unos sistemas de información potentes dentro del sistema sanitario. Esta comunidad está reconocida como de las más avanzadas en sistemas de información clínica porque se dispone de historia clínica electrónica prácticamente del total de la población.
En lo que respecta a las redes sociales, nuestro modelo es departamental con bastante autonomía de gestión y hay algunos centros que han entrado muchísimo como el Hospital de Torrevieja, el Hospital de Alicante, el de San Juan de Alicante, el Doctor Peset de Valencia, el de Sagunto o el de La Plana.
P. En los próximos años los sistemas sanitarios tendrán que reestructurarse para adaptarse a los cambios ¿Tienen definidas estas necesidades en la CV?
R. En este momento las organizaciones sanitarias están afrontando cuál va a ser el futuro. Estamos centrados en intentar localizar elementos para mejorar la sostenibilidad pero también es verdad que sabemos que la medicina está evolucionando en dos aspectos importantes: la tecnología y la aparición de la medicina individualizada, que hará que en los 10 próximos años se sufra un cambio radical la sanidad, y evidentemente, las organizaciones tenemos que estar preparadas.
P. En este sentido, ¿cómo asumen los cambios en la gestión y reestructuración de los hospitales que conllevan los avances en farmacogenómica/farmacogenética?
R. Los hospitales ya están sufriendo una transformación. Cada vez hablamos menos de camas como indicador de salud. Hablamos de capacidad de resolver problemas. Se nos viene encima una medicina que va a ser capaz de reconocer la predisposición de cada uno a una serie de enfermedades y cual es la respuesta de cada uno a los tratamientos. Esto tiene tres dificultades: el precio de una búsqueda identificativa de nuestras fuentes genéticas, el tiempo, porque tampoco disponemos aún de una prueba que nos permita tomar decisiones rápidas, y la capacidad que vamos a tener de analizar la cantidad de datos tan grande que nos va a proporcionar el genoma. Vamos a ir entrando en una situación que a la larga es económicamente buena, puesto que mejorar la calidad de la asistencia es mejorar la salud de los ciudadanos, y por tanto, tener que destinar menos dinero.
P. ¿Cree que profundizar en el partenariado público-privado es una de las soluciones a los problemas de sostenibilidad del sistema?
R. El futuro va a tener una relación de colaboración público-privada para poder seguir dando un servicio público con la misma calidad, con la misma universalidad y de forma gratuita como hasta ahora. En esta comunidad hace más de 10 años tenemos un modelo de gestión que son las concesiones administrativas y que abarcan en este momento el 20 por ciento de la población. Por la experiencia podemos decir que es un modelo coste efectivo que no reduce para nada la calidad asistencial, sino todo lo contrario. Asegura unos costes controlados al mismo tiempo que garantiza la calidad asistencial y la universalidad del SNS. El objetivo es siempre generar salud.
P. ¿Qué opinan sobre la posibilidad de poner en marcha el copago sanitario?
R. El copago es un elemento que hoy por hoy no va a solucionar el problema de la sostenibilidad. El problema requiere que antes se establezcan una serie de medidas de mucho más calado como mejorar la eficiencia del sistema sanitario o disminuir la variabilidad clínica. Y luego debe producirse una carga de la corresponsabilidad del ciudadano. Esto no significa establecer medidas de copago. Hay que actuar sobre la demanda de una forma responsable, no coartando las posibilidades del ciudadano, sino estableciendo medidas para que el ciudadano utilice bien los recursos sanitarios.
P. ¿Y modificar el copago farmacéutico?
En todo caso la única posibilidad de variar la relación a nivel farmacéutico sería ajustarla a niveles de ingreso, pero ésta es una posición particular no de la Comunidad Valenciana. Al fin y al cabo podría estudiarse la posibilidad de ajustar las cargas dependiendo de las rentas pero esto es algo que es bastante complicado de realizar. Antes de modificar las relaciones de participación en el copago actual deberíamos lograr que se prescribiera evitando la variabilidad clínica. Se puede conseguir sin perder un ápice de seguridad y de calidad.