r.C. Málaga | miércoles, 16 de abril de 2014 h |

La publicación, en el último Congreso de la AHA, de unas guías “más estatinocéntricas” para el tratamiento de las dislipidemias, frente a unas guías europeas “más LDL-céntricas”, tal y como las definió Eduardo Alegría, del Servicio de Cardiología de la Policlínica de Guipúzcoa, ha suscitado un amplio debate entre la comunidad científica. ¿Olvidamos los objetivos de LDL para centrarnos solo en la estratificación del riesgo o mantenemos los criterios actuales y vamos más allá de la prescripción de estatinas?

Un debate complejo sobre el que la Sociedad Europea de Aterosclerosis (SEA) ya ha emitido su opinión, continuar con “unas guías que no tratan factores de riesgo, sino pacientes”, tal y como expresó su presidente, Alberico L. Catapano, en la ‘Jornada galáctica sobre guías de lípidos y objetivos a alcanzar en los pacientes de más alto riesgo cardiovascular’, celebrada en Málaga gracias a la colaboración de AstraZeneca. Como señaló Catapano, ambas guías coinciden en señalar el aumento del colesterol LDL como el causante de la enfermedad cardiovascular aterosclerótica, si bien existen diferencias en las evidencias científicas en las que se basan cada uno de estos documentos. Así, mientras que las guías americanas solo contemplan resultados de ensayos clínicos aleatorizados y actualizados a 2011, “dando respuesta a cuestiones clínicas más concretas”, como destacó Enrique Galve, del Servicio de Cardiología del Vall d’Hebrón, las europeas recogen también otro tipo de evidencias disponibles.

Pero la diferencia principal estriba en los tratamientos recomendados, ya que las guías americanas dividen en cuatro grupos a los pacientes, a los que tratan con estatinas de alta, media o baja potencia. Un tratamiento mucho más sencillo que el que establecen las guías europeas, que señalan objetivos de LDL de 70 mg/dL como el principal reto a conseguir. Eso sí, en la práctica clínica, la realidad es que en aproximadamente el 90 por ciento de los casos se recetan estatinas, por lo que, al final, la obligación americana de bajar al menos un 50 por ciento el nivel del colesterol se asemeja mucho a fijar objetivos de LDL en pacientes de muy alto riesgo, a los que se les prescriben estatinas de alta potencia.