C. M .López Madrid | viernes, 04 de marzo de 2016 h |

Los efectos adversos en los pacientes hospitalizados es uno de los grandes escollos de los sistemas sanitarios de todo el mundo. Concretamente, en Europa se estima que entre un ocho y un 12 por ciento de los pacientes ingresados en la Unión Europea sufren efectos adversos en la atención sanitaria. Así lo recoge el último boletín ‘Europa al día’ de la Organización Médica Colegial (OMC).

En España, como indica la Estrategia de Seguridad del Paciente 2015-2020 del ministerio de Sanidad, se ha hecho una revisión sistemática del año 2008 que revelaba que la incidencia media de eventos adversos asociados a la hospitalización era del 9,2 por ciento, de los cuales el 43,5 por ciento, podrían haberse prevenido.

Así, el siete por ciento de los eventos adversos identificados podía derivar en una incapacidad permanente, y el 7,4 por ciento podía relacionarse directamente con la muerte del paciente. A pesar de que aparentemente los daños producidos a los pacientes parecen poco frecuentes, algunos expertos señalan que estos datos pueden estar infra estimados, ya que estos estudios no incluyen los eventos adversos tras el alta. Por otra parte, algunos expertos recomiendan también utilizar diferentes metodologías para poder detectar mejor la ocurrencia de eventos adversos.

En Europa se produce una muerte por cada 100.000 habitantes al año como consecuencia de dichos eventos adversos, lo que supone alrededor de 5.000 muertes al año. No obstante parece que estas cifras también podrían estar infra estimadas porque se basan en datos registrados por los profesionales.

IRAS

En cualquier caso, los estudios que existen en el panorama comunitario detectan que el 25 por ciento de los efectos adversos están vinculados a las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria (IRAS), el resto corresponde a errores de medicación, quirúrgicos, fallos técnicos, errores en el diagnóstico o a la respuesta inadecuada a los resultados de las pruebas.

Mientras, en España, del total de eventos adversos, el 37,4 por ciento estaban relacionados con la medicación, mientras que las infecciones nosocomiales de cualquier tipo representaron el 25,3 por ciento. El otro 25 por ciento estaba relacionado con problemas técnicos durante un procedimiento.

Si bien es posible evitar muchos daños causados a los pacientes, los expertos advierten de que las estrategias para conseguirlo se aplican de manera muy diferente entre los países comunitarios. De esta manera, la Unión Europea debería ayudar a sus países a coordinar los esfuerzos de protección de la salud pública. “La Comisión, que está en condiciones idóneas para ayudarles a intercambiar buenas prácticas, ya ha tomado diferentes medidas para mejorar la seguridad del paciente en Europa”, indica el informe de la OMC.

Según destaca la estrategia española, se puede afirmar que la incidencia de eventos adversos relacionados con la asistencia sanitaria y su distribución por categorías en los hospitales españoles es similar a la de los estudios internacionales con similar metodología. Si bien el estudio Eneas sirvió para poner en la agenda del SNS la prioridad estratégica de seguir las recomendaciones basadas en la evidencia; difundir las buenas prácticas; y aplicar el conocimiento disponible como garantía para la seguridad clínica, todavía hay mucho que hacer.

Costes

Además, aunque no es posible evaluar el coste de los daños asociados a la atención sanitaria y el ahorro que supone la implementación de programas en seguridad del paciente, se sabe que los porcentajes de evitabilidad, si se aplicara el conocimiento disponible, son importantes, variando en función del tipo de evento adverso y del ámbito asistencial entre el 50 y el 70 por ciento. Asimismo, se estima que los costes ocasionados por los eventos adversos en los casos en los que podrían evitarse suponen un porcentaje importante del gasto sanitario.

Con todo, el informe del departamento internacional de la OMC, promueve la eHealth como un instrumento contra los efectos adversos. En este sentido, los expertos consideran que puede contribuir a mejorar la calidad de la atención sanitaria y garantizar la seguridad del paciente, al ofrecer “una mejor trazabilidad y control de los flujos de datos y una mejor comprensión y definición de los procesos”. Además esta salud digital ayudará a reducir los efectos adversos a través del acceso a historiales médicos, recetas electrónicas, y alertas sobre interacciones entre medicamentos.