CARMEN M. LÓPEZ Madrid | viernes, 11 de diciembre de 2015 h |

Alcanzar una visión más global en seguridad transfronteriza es, a juicio de Ángel Gil, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos, un desafío que España tiene por delante. Dar más visibilidad a las políticas europeas en materia de seguridad internacional, fomentar la formación y el intercambio de experiencias entre países son otros retos que también se plantean para planificar una respuesta coordinada ante una amenaza transfronteriza.

Y es que la salud pública no es una cuestión individual de cada país, sino de toda la Unión Europea. Así se pone de manifiesto en un informe elaborado por la Comisión Europea que muestra cómo las cosas se están haciendo bien, aunque aún queda mucho margen de mejora.

Europa decidió instaurar hace dos años unos mecanismos para notificar alertas, evaluar riesgos y gestionar amenazas transfronterizas para “proteger a los ciudadanos de un amplio rango de enfermedades”. Dos años después, el análisis que han hecho los expertos europeos viene a refutar que estas medidas han sido eficaces durante las amenazas de epidemias, especialmente durante el brote de ébola. Precisamente, las actuaciones del ejecutivo comunitario con este brote evidenciaron que hay margen para mejorar la coordinación en las respuestas nacionales de los Estados miembros para hacer frente a las amenazas sanitarias.

Herramientas

La Comisión destaca que el sistema de alertas, que incluye el Sistema de Alerta y Respuesta Temprana y una red de vigilancia epidemiológica, han complementado los otros sistemas comunitarios de alerta en otras áreas, como alimentación o salud animal, evitando duplicaciones. Gil hace hincapié en que tener estos mecanismos europeos es algo positivo de cara a hacer actuaciones conjuntas en materia de salud pública. Estos reglamentos sirven además para reforzar las medidas nacionales que aporta cada país. Así, el experto destaca el papel que juega el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades en esta materia, sin embargo, considera que los países comunitarios deberían tener más en cuenta su función, ya que “es una agencia independiente que vela por la seguridad y está pendiente de las alertas cuando hay una pandemia y nos parece clave”, indica.

Estos mecanismos han demostrado no solo ser eficaces en el caso de amenazas transfronterizas, sino que también han servido como indicadores de las actuaciones a nivel individual de cada país.

Los retos en seguridad a nivel europeo, pasan. a juicio de Gil, por la mejora del control de las enfermedades, de esta manera, considera que los organismos europeos pueden servir de base a cada país para llevar a cabo las actuaciones. No basta con llevar a cabo una estrategia coordinada, sino que ésta debe contemplar todos los protocolos a escala internacional.

Financiación

Del mismo modo, el informe saca a la palestra la necesidad de establecer las disposiciones necesarias para el desarrollo e implementación de una adquisición conjunta de productos sanitarios. Por primera vez, la propia UE puede regular su legislación farmacéutica para acelerar el suministro de productos sanitarios en caso de cualquier emergencia de salud, incluyendo pandemias. Gil coincide en que la gerencia única del medicamento es clave, eso sí, los países deben acatar las decisiones que lleven a cabo las agencias reguladoras y no actuar de manera independiente. “En España vamos muy despacio en la aprobación de medicamentos, quizás porque queremos tomar nuestras propias decisiones y obviamos el trabajo ya hecho por Europa”, recuerda Gil.

El RSI

Por otra parte, el análisis europeo explica que la normativa fue fundamental para dar una base normativa en la preparación de protocolos conjuntos entre países. De este modo, en caso de crisis, el Comité de Seguridad Sanitaria, que es el responsable, tiene potestad para coordinar las respuestas nacionales y las informaciones que se den al público y al personal sanitario. Las consultas en este comité han demostrado ser muy útiles en lo que se refiere al intercambio de opciones para planificar y ejecutar una respuesta coherente de la UE a las amenazas específicas, aunque actualmente no se dispone de ninguna evaluación objetiva sobre la manera en que los países han utilizado las orientaciones técnicas. Así, el informe advierte de que en el futuro debería fomentarse este tipo de evaluación, con objeto de disponer de una valoración basada en pruebas de la incidencia y el uso de los materiales mencionados a nivel nacional con objeto de identificar posibles medidas para mejorar su impacto.

Pero en un contexto en que cada país sigue sus propias estrategias y no se mira hacia la actuaciones comunes, los expertos coinciden en que otro de los desafíos que se presenta es el refuerzo de la normativa legal europea que opere de carácter vinculante. Uno de los puntos débiles que actualmente existe es la aplicación incompleta de las capacidades básicas del Reglamento Sanitario Internacional (RSI). Una normativa, que como indica Gil se explica en las facultades y se hace hincapié en la teoría, pero en la práctica cada región actúa de manera independiente. Ante esto los países se comprometieron hace dos años a reforzar las capacidades básicas del RSI, hacer un seguimiento regular con todos los países, y hacer formación y planificación conjunta. Además, también están trabajando en el impulso de las capacidades de las agencias de la UE y la cooperación entre ellas, así como el apoyo a iniciativas globales en favor de una mejor coordinación “incluida la financiación de acciones conjuntas en los programas de salud y el desarrollo de mecanismos para la coordinación de esa financiación”, apunta el informe.

Otra de las acciones por las que se apuesta es la creación de redes nacionales entre los diversos actores, la realización de ejercicios en el país y la introducción de una plataforma tecnológica compartida para facilitar el flujo de información entre las partes implicadas.

Con todo, el informe recoge las lecciones aprendidas con la última crisis epidemiológica, la del ébola. En este caso, “la reacción fue proteger a la UE y solo posteriormente hubo un cambio de actitud y se reconoció la necesidad de que Europa y la comunidad internacional ofrecieran una ayuda vital para contener o gestionar el brote en el lugar donde se había originado”, precisa el estudio. La principal conclusión que recogen los expertos es que tras la crisis se hace patente que existe margen para mejorar la aplicación de las disposiciones para que los estados coordinen sus respuestas nacionales, sin embargo no consideran la idea de implementar más cambios.

La UE puede regular
su legislación farmacéutica para acelerar el suministro
de productos sanitarios

Queda patente el margen de mejora para que los estados coordinen sus respuestas nacionales en caso de alarma