En los grandes hospitales españoles, los resultados en el abordaje del cáncer “son óptimos”, sin embargo, otros centros más pequeños también están tratando esta enfermedad sin tener los medios necesarios para hacerlo de la mejor manera posible. Así lo afirmó el jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Gregorio Marañón, Miguel Martín, durante la jornada ‘Hacia la excelencia en cáncer de mama: innovación+ anticipación+ sostenibilidad’, organizada por Roche, el Instituto Roche y Madrid Excelente.
De hecho, apuntó a que ésta es su mayor preocupación en lo que al manejo del cáncer se refiere “porque no hay una segunda oportunidad” para estos pacientes si la primera es errónea, es necesario que las decisiones sean adopatas siempre un equipo multidisciplinar.
En esta idea coincidió Vicente Valentín, de la Oficina Regional de coordinación Oncológica del Servicio Madrileño de Salud, añadió que “no es concebible” que el abordaje de un cáncer dependa de una sola persona.
En opinión de Martín, no tiene sentido fraccionar el tratamiento de esta enfermedad entre hospitales, sino que debería centrarse en cuatro o cinco porque se necesitan “todo tipo de medios para resolver los mil problemas que tiene el cáncer, que es muy complicado de manejar”.
Por su parte, ahondó en esta idea la jefa del Servicio de Oncohematología del Hospital Clínico de Valencia, Ana Lluch, subrayando que “la gente debería de saberlo” para no ir al hospital más cercano a su domicilio a que elaboren su estrategia de tratamiento, aunque ya a las sesiones establecidas sí pueda ir a cualquier centro.
En cuanto al acceso a la innovación, consideró que los pacientes sí están recibiendo —al menos en la sanidad pública— el mejor tratamiento posible, aunque “depende mucho de lo que se luche”.
“Hay problemas porque son muy caros y existe una gran preocupación entre los gestores por cumplir el presupuesto”, señaló Martín.
En 2013, el consumo de antitumorales en España fue de alrededor de 1.100 millones de euros y, aunque solamente representa el 6,6 por ciento del gasto farmacéutico total, “ha sido utilizado como diana de ahorro” por las autoridades ya que es muy fácil controlarlo porque solamente unos pocos oncólogos gastan “muchísimo dinero”, mientras que sería mucho más difícil restringir el uso de antihipertensivos, por ejemplo. “Nos ha tocado sufrir la presión de retención de gasto a los oncólogos”, lamentó.
Además, la reducción del gasto sanitario per capita a causa de la crisis económica ha incrementado el problema, algo que se une al hecho de que haya más cánceres y más casos metastásicos que viven mucho tiempo por la existencia de terapias que prolongan la supervivencia, con lo que el coste aumenta significativamente.
Según los cálculos del jefe del Servicio de Oncología del Gregorio Marañón teniendo en cuenta que cada año salen siete u ocho productos nuevos que encarecen el coste, considerando que hay 100.000 casos nuevos metastásicos al año en España, a cuántos pacientes se puede tratar con medicamentos modernos —cada vez más— y cuánto viven, en el escenario más conservador estima para los próximos años “un gasto anual de 6.000 millones de euros”, lo que pone al sistema en un problema importante.
Apuntó a que hay también barreras en la demora en la fijación del precio y en la generación de los IPTs para que los fármacos puedan utilizarse, además de entre regiones e incluso entre hospitalarias, “con lo cual los fármacos llegan a los pacientes de manera muy tardía y, a veces, incluso no llegan”. Asimismo, España continúa incumpliendo el plazo entre la autorización de comercialización y el acceso efectivo a los fármacos, que en Europa es de 180 días y en España está por encima de 20 meses.
Desigualdades regionales
En cuanto a las desigualdades regionales, señaló que la diferencia del presupuestos sanitario per capita entre la comunidad más generosa y la menos es del 40 por ciento, lo que hace que sin duda haya inequidades. “Hay un riesgo de desigualdades regionales que siempre se niega, pero existe”, recalcó. Por ello, apuntó a que siendo “un poco razonables” habría que intentar un consenso nacional vinculante entre todas las CC.AA. para decidir de manera homogénea la forma de abordar este problema y no que cada región invente “sus trucos” para ahorrar dinero.
Rafael Pérez Santamarina, director gerente del Hospital Universitario La Paz, por su parte, abogó por reducir el gasto en la medida de lo posible, pero no en exceso, porque “los países que gastan menos, consiguen peores resultados”. En este sentido, la forma de conseguir reducir el gasto sin que empeore la calidad es, a su juicio, buscando fondos a través de partidas especiales para pagar los medicamentos más caros, como hace Gran Bretaña con los medicamentos oncológicos; o llegando a acuerdos con las compañías farmacéuticas, como el riesgo compartido, el pago por resultados o uniéndose varios hospitales e incluso varias comunidades para obtener mejores precios a través de una compra de más volumen.
También propuso que se abaraten los fármacos prolongando las patentes y que se realicen ensayos clínicos para predecir la respuesta del paciente a los medicamentos, por lo que sólo se utilizarían en los casos en que se prevean buenos resultados.
Pérez Santamarina opinó que la inversión que hacen los laboratorios a la hora de desarrollar un fármaco no debería influir en el precio que paga el hospital por el mismo, sino que tendría que ser asumido por el Estado, pues la llegada de cada uno de ellos pone al hospital “en una situación muy difícil” a la hora de incorporarlo.
“Sin duda” hay inequidades entre comunidades
por la diferencia de presupuesto ‘per cápita’
Si se prolongasen
las patentes, los fármacos innovadores serían
más baratos