| viernes, 20 de mayo de 2011 h |

Dr. Bartolomé Beltrán, director de Prevención y Servicios Médicos del Grupo Antena3

Han premiado en el Hospital de Vinalopó a dos grandes cirujanos. El doctor Justo Medrano y el doctor Antonio Arroyo. Uno pertenece al claustro de la Universidad Miguel Hernández de Elche y, el otro, es el presidente del Colegio de Médicos de Alicante. Bajo el título de Homenaje Defensores de la Salud 2011 se inicia una andadura para poner acento sobre los mejores. A propósito del caso me ilustro sobre la cirugía. Considero también de enorme importancia la formación continuada. Quiero resaltar el trabajo del profesor Miguel Caínzos en Santiago de Compostela en el ámbito de la formación continuada mediante dos cursos de Internet. El Internet Course on Surgical Infections dentro de la Surgical Infection Society of Europe (SIS-E). El otro es el Internet Course on Surgical Research realizado en el seno de la European Society for Surgical Research (ESSR). La utilización de las nuevas tecnologías es de gran interés en el “mundo” de la cirugía.

Pero ahora las palabras claves de la especialidad son “gestión y calidad”. En los países europeos más avanzados como Alemania, a mediados de los años 90, el término “gestión” ya estaba plenamente incorporado en el mundo quirúrgico, el de “calidad” se impuso en la segunda mitad de la misma década. Ambos términos son plenamente aceptados en todos los servicios quirúrgicos de Europa y USA desde el inicio del siglo XXI.

En este terreno, en España, todavía se está tratando de introducir el primero, la gestión de los servicios. Este hecho no sólo afecta a los servicios quirúrgicos sino a todo el hospital. En cuanto a la “calidad” en nuestros hospitales, todavía queda mucho terreno por recorrer. Hay más preocupación por parte de los gestores hospitalarios y políticos en disminuir las listas de espera que en introducir la calidad en los hospitales.

En este sentido, en cirugía es vital la prevención de las infecciones postoperatorias, ya que ello permite alcanzar altas cotas de calidad en el acto quirúrgico y por otra parte, permite también una mejor gestión de las camas de los servicios quirúrgicos, lo que favorece la realización de más operaciones. Paralelamente, se reducen notoriamente los costos de los pacientes en su estancia hospitalaria, tanto por el hecho de reducir su estancia hospitalaria como por el hecho se su rápida reincorporación al mundo laboral.

En España entre los años 1996 a 2000, el Ministerio de Sanidad puso en marcha el llamado “Plan Nacional para el Control de las Infecciones Quirúrgicas (Plancir)”. El director de este Plan Nacional fue precisamente el profesor Miguel Caínzos. En el Plancir participaron todas las especialidades quirúrgicas (nueve en total) y se organizó un grupo de trabajo de 35 personas entre las que había cirujanos, microbiólogos, farmacólogos e inmunólogos. Se crearon programas informáticos específicos para cada especialidad quirúrgica con los cuales se puede tener toda la información relativa al índice de infecciones postoperatorias, toda la información sobre los gérmenes causantes y se puede realizar un seguimiento específico para cada servicio y la comparación con otros hospitales. Se publicó la conferencia de consenso sobre la “Infección quirúrgica” que se celebró en el Ministerio de Sanidad el día 20 de enero de 1997. En 1999 apareció la monografía Asepsia y antisepsia en cirugía. Protocolos de profilaxis antibiótica. Fue la primera y única vez que en España se establecieron protocolos para la correcta realización de la profilaxis antibiótica en todas las especialidades quirúrgicas. En el año 2000, se divulgó otra monografía sobre Factores de riesgo y costo de las infecciones postoperatorias. En ella se analizaron en profundidad cuáles eran los factores de riesgo que más influían en el desarrollo de infecciones después de la intervención quirúrgica así como la importancia de su coste, que es enorme. Todo este material tanto informático como de publicaciones, se entregó gratuitamente en los hospitales españoles.

En mi opinión, en un momento como el actual, en el que el mantenimiento del sistema sanitario se ve dificultado tanto por el elevado coste de los procedimientos diagnósticos y terapéuticos como por la importante crisis económica en la que estamos inmersos, la puesta en marcha de este tipo de planes, debería ser un objetivo muy importante para los gestores sanitarios políticos a nivel nacional. Porque como dijo Ken Stahl, “hay algunos pacientes a los que no podemos ayudar, pero no hay ninguno al que debamos causar daño”. Seguro.