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La sanidad privada está dispuesta a asumir las competencias que la cartera complementaria de servicios dejará de cubrir tras la reforma sanitaria que está impulsando el Gobierno central pues, tal y como asegura el secretario general del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS), Juan Abarca, a largo plazo incluso podrían construir más hospitales, un planteamiento que este organismo pensaba exponer al ministerio en la reunión que tenían prevista con, Ana Mato, pero que ha sido pospuesta por ésta.
En su opinión, la situación actual es una prueba de que la Administración pública no es capaz de desarrollar una buena gestión, algo que le preocupa pues la legislación y la ética obligan a atender a los pacientes. Durante la presentación del primer barómetro de la sanidad privada realizado por esta institución, su vicepresidente, Luis Mayero, apoyó que el dinero público se destine a sostener y conservar las prestaciones fundamentales. Exaltando la competitividad del sector privado
—con seguros “más baratos que los de un coche”—, Mayero destacó su disposición para intentar conservar los derechos sanitarios de los ciudadanos y prueba de ello es que siguen están “peleando” para que se desgrave el seguro privado, confiando en que a los colectivos de funcionarios que ya están asociados —como Muface— se añadan otros, dado que el modelo ha demostrado su “eficiencia”.
Así lo corroboran, según expuso la directora de Organización del IDIS, Carmen Ruiz, los resultados de la encuesta realizada a más de 2.000 asegurados entre los más de siete millones con los que cuentan en la actualidad y de los que un 91 por ciento recomendaría la sanidad privada, un dato especialmente relevante teniendo en cuenta que el 85 por ciento de la muestra ha utilizado ambos sistemas, mientras que sólo un 12 por ciento nunca ha acudido a la sanidad pública.
Por otra parte, la valoración general de estos servicios se sitúa en el 7,8 sobre 10 tras cinco años de mantenimiento de la póliza, una cifra muy significativa para esta organización pues pone de manifiesto que el grado de satisfacción aumenta a la vez que el tiempo que los pacientes llevan asegurados y en función de las patologías —los que tienen problemas cardiovasculares o del sistema nervioso central son los que mejor puntuación dan a esta atención.
Los encuestados han destacado las prestaciones sanitarias como las grandes fortalezas de la sanidad privada (7,9 puntos), con la rapidez a la hora de concertar citas y el menor tiempo de espera en la atención urgente y en la obtención de un diagnóstico como puntos fuertes, mientras que las no asistenciales
—como aparcamientos o accesibilidad— consiguen un 7, 4, destacando los coste entre las desventajas, aunque un 13 por ciento no encuentra ninguna.
El servicio más utilizado en el sector privado es la consulta del especialista —un 78 por ciento de los asegurados acudió al menos una vez en el último año— seguido de las pruebas diagnósticas, la atención primaria y las urgencias —con un 61, 42 y 24 por ciento, respectivamente—. Para Abarca estos resultados avalan al sector privado, desterrando “mitos” y demostrando que libera recursos de la sanidad pública, genera empleo y es un motor de avance en investigación.