Gestión/ Aulí aporta las claves para conseguir infraestructuras sanitarias “sanadoras”, de la mano del Grupo Ferrer
br
C.O.
Barcelona
Pregunta. El término sostenibilidad parece la clave en la sociedad actual, muy especialmente en el sector sanitario ¿Qué le impulsó a escribir el libro?
Respuesta. Sostenibilidad es una palabra que está equivocada, en realidad tendría que ser sustentabilidad. Pero, aceptando el concepto sostenible como uno de los ejes sobre el que está cambiando este modelo de sociedad, encuentro a faltar un punto básico, el de la salud, que no está participando en esa redefinición.
P. ¿Cuáles son sus objetivos?
R. El libro tiene un doble objetivo. Primero, impulsar que los centros sanitarios han de ser sostenibles. Esto ayuda al objetivo básico de los hospitales, que es curar, porque acortas periodos de recuperación, mejoras el estado físico y psíquico de las personas, y no sólo del enfermo, también de los trabajadores. Por otro lado, conseguir que los agentes creadores de opinión del mundo de la sanidad interioricen y reelaboren su visión de la sostenibilidad, que también se aplicará a otros campos.
P. ¿Cómo definiría un centro sanitario “saludable o sanador”?
R. Sobra decir que un edificio no debe ser enfermo. Pero la cuestión es otra, que no consiste tanto en evitar la enfermedad, sino en promover la salud. Desde el punto de vista de salud, para que un edificio no sea enfermo, ha de tener una calidad ambiental interior muy alta. La mayor parte de las personas pasan el 90 por ciento del tiempo dentro de los edificios. Enseguida caemos en la contaminación química, que viene sobre todo de las combustiones del propio edificio, pero también del uso de productos químicos. En los centros hospitalarios, uno de los aspectos sobre los que hay más actuaciones es en la disminución de la contaminación química, sobre todo de mercurio, ftalatos y PVC.
P. Las infecciones nosocomiales son una lucha constante en los hospitales…
R. Es la contaminación biológica más común de los hospitales. Para combatirla hay dos tendencias, una a renovar el aire al cien por cien, es decir, no reutilizarlo; y otra a desinfectarlo con equipamiento ultravioleta. Hay una vertiente más asistencial, que en vez de depender tanto de la tecnología se basa en protocolos de actuación, como hacen en el Instituto Guttmann. Por ejemplo, en la UVI a un paciente sólo lo trata un enfermero/a.
P. ¿Cómo afecta la contaminación de tipo físico?
R. Por una parte, están los campos electromagnéticos. En los hospitales hay muchísimas instalaciones eléctricas. En noviembre de 2009 el Instituto para la Investigación en Radiaciones no Ionizantes por primera vez puso un límite a la exposición a campos magnéticos para profesionales médicos de resonancia magnética. Las células tienen electricidad, y de hecho la membrana de cada una de ellas tiene un determinado potencial eléctrico que influye en la entrada y salida de iones o en la conectividad con otras. Hay una técnica de diagnóstico basada en el campo eléctrico, a partir de la electrografía. También hay aparatos que, en vez de hacerlo con una placa fotográfica, funcionan por electrodos que se colocan en el cuerpo, conectados a un ordenador con un software que efectúa un diagnóstico del equilibrio eléctrico.
Hay una variante eléctrica que es el problema de la lipoatrofia, que sin embargo es muy fácil de curar. Basta con que el mobiliario no acumule cargas electrostáticas. Se deben hacer derivaciones a tierra en todo aparato susceptible de estas cargas, y se ha de controlar la humedad ambiente entre el 45 y el 70 por ciento.
P. En el libro habla de enfermedades ligadas a una calidad ambiental defectuosa.
R. El cáncer de pulmón es lo principal. Cuando hay un ministerio de Sanidad que está diciendo que un 10 por ciento de los cánceres de pulmón vienen del radón de los edificios… ¿cómo lo toleramos? Es fácil construir de forma que el radón no se acumule dentro de un edificio, con un incremento de coste que no es significativo. Los hospitales tienen que mirar esto, y no se tenía en cuenta, excepto ahora en Galicia, porque es donde tienen más radón.
P. ¿Cuál es la realidad en los centros sanitarios españoles? ¿Hay tendencia saludable?
R. Todas las comparaciones son malas. Porque lo que se publica es una cosa, lo que se hace es otra. Lo más importante es que desde hace dos o tres años salen noticias de que los centros van tomando medidas. Casi todos han empezado por las infecciones nosocomiales y por el consumo de energía. Pero hay una ola imparable a nivel mundial. En el libro es un protocolo-guía ordenado, como un manual de ingenieros para médicos. El hecho de ver que es posible, con experiencias que otros han logrado, anima. Por ejemplo, el nuevo hospital de Mollet (Barcelona) lo han construido con un 50 por ciento de la energía geotérmica. Esto hace unos años, posiblemente no se hubiera ni planteado.
P. ¿Existe conciencia de la importancia del concepto de jardín sanador?
R. No es un concepto nuevo, sino que recupera. Hasta bien entrado el siglo XX todos los hospitales tenían su zona de jardín. A medida que se ha ido tecnificando la medicina, se iba construyendo más en altura, más zonas de servicios técnicos, se compactaba, y es como si la técnica hubiera desplazado al jardín, así como los costes del terreno. Pero está demostrado el beneficio de estos espacios de aire libre y fresco en los periodos de recuperación.
P. ¿Qué papel está cumpliendo el profesional sanitario en el rediseño de los centros hospitalarios?
R. Que los profesionales de la sanidad participen en el diseño de los centros me parece tan importante como que un arquitecto haga el cálculo de estructuras. Otra cosa es que el profesional muchas veces no encuentra tiempo para hacer eso. Entonces, sería bueno que hubiese una task force que elaborase los criterios básicos. En noviembre de 2010 el sistema Leadership in Energy and Environmental (LEED) ha aprobado unos criterios específicos de construcción sostenible para hospitales. Es un paso adelante muy positivo. Creo que los colegios profesionales del mundo de la sanidad deberían hacer aportaciones cuando los criterios se revisen.
El libro “Sostenibilidad en Centros Sanitarios”, auspiciado por Ferrer, persigue incorporar los criterios de sostenibilidad al diseño de las infraestructuras sanitarias, con el fin último de conseguir la plena salud física y psíquica de las personas. Está estructurado en capítulos independientes que pretenden orientar sobre la minimización y gestión del consumo de energía y agua, los materiales más adecuados para la construcción sostenible, los distintos riesgos de contaminación, los modelos de acreditación y la importancia del emplazamiento.
Como informa Joan Miralles, director de Relaciones Institucionales de esta compañía farmacéutica, esta obra es “consecuencia directa de la visión global que tiene Ferrer del entorno sanitario, que va más allá de los agentes, los pacientes, los medicamentos y los servicios, unido todo ello a la especial sensibilidad hacia los temas medioambientales que concurren en la empresa”. Por ello, este libro no es un producto aislado, sino que supone el primer eslabón de un amplio proyecto liderado por el Grupo Ferrer, con la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente como pilares fundamentales. “La obra de Aulí viene a interrelacionar nuestros dos mundos, el estrictamente profesional y otro pasional”, comenta José Luis Lirio, director de Marketing de la compañía.