guía/ Los profesionales se enfrentan a dilemas éticos que pueden pervertir su ejercicio

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El sistema de incentivos de la Administración responde a indicadores “discutibles”

Fernando Carballo apuesta por implicar al sanitario en la innovación tecnológica

| 2010-04-30T17:54:00+02:00 h |

Los estudiantes de Medicina españoles se han querido sumar a la lista de países como Noruega, Estados Unidos, Australia o Canadá cuyas organizaciones representativas han adoptado una política de “transparencia ética y sometimiento a los valores fundamentales de la Medicina” para una prescripción “responsable, científica e independiente”. Por ello, la Asamblea General del Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM), a propuesta de su Comisión de Bioética, ha aprobado un documento según el cual este órgano no aceptará financiación alguna proveniente de la industria farmacéutica “desde ahora y de forma vinculante” para evitar posibles “conflictos de intereses”, conforme a las normas de la deontología profesional y por respeto a sus futuros pacientes. Además, han pedido a los docentes que introduzcan estos valores éticos durante la carrera.

M. RASPAL

Madrid

Permitir que los profesionales lideren procesos o unidades funcionales, dándoles más responsabilidades sin necesidad de que accedan a la cúpula jerárquica a través de las jefaturas de servicio, es un ejemplo de incentivo para su desarrollo profesional que, además, promueve la calidad asistencial basada en una atención centrada en el paciente, aunque requiere de modelos menos verticales y jerárquicos que los actuales.

Ésta es una de las sugerencias recogidas en la guía Ética de los incentivos a profesionales sanitarios, editada por la Fundación Ciencias de la Salud y la Fundación para la Formación de la Organización Médica Colegial (FFOMC), que persigue orientar al médico ante los dilemas éticos que plantean algunos incentivos que pueden pervertir su ejercicio, especialmente los económicos, que son los que más abundan y a la vez los “más peligrosos”, según sus autores.

Uno de ellos, Fernando Carballo, jefe del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia, ha explicado a GM que si un profesional muestra capacidad de liderazgo y conocimiento en un determinado momento podría encabezar un proceso trasversal, ocupándose de una enfermedad como un reconocimiento a su capacidad de autonomía y responsabilidad que, además, mejoraría la productividad.

Carballo explica que la esencia de la práctica clínica se basa en la toma de decisiones —que siempre generan incertidumbre—, según el conocimiento, el desarrollo de habilidades y la actualización permanente del profesional. Por ello, considera que apoyar esa formación no debería considerarse un incentivo dado que se trata de algo consustancial a su quehacer diario. “El sanitario sigue siendo vulnerable en algunos momentos a la posibilidad de verse incentivado desde dentro o fuera del sistema para acceder a esa formación”, añade. Tampoco ve conveniente “premiar” con días de descanso, pues se confunde entonces el incentivo con la optimización de las comisiones de trabajo.

Pese a que el Tribunal de Luxemburgo ha emitido un fallo dictando que la Administración sanitaria puede incentivar al profesional para que ahorre en sus prescripciones —incluso determinando el principio activo más eficiente— y la Declaración de la Comisión Deontológica de la OMC expresa el compromiso de los médicos con la sostenibilidad del sistema, durante la presentación del documento, el presidente de la FFOMC, Diego Gracia, defendió que los incentivos premien el buen ejercicio de la profesión y no sólo la contención del gasto, pues, según refleja la obra, las consejerías y el Ministerio de Sanidad establecen sistemas de incentivos basados en indicadores “muy discutibles”, sin llevar a cabo una adecuada evaluación de calidad.

Coincidiendo con esta reflexión, Carballo considera que los indicadores que se utilizan en la actualidad no son suficientes pues tienen más que ver con la forma de gestión y el ahorro que con el resultado de su trabajo. “La cuestión es si somos capaces de generar estos indicadores de resultados, algo que no es nada fácil”, añade.

Además, en la guía propone otras formas de incentivos como los ligados a la innovación tecnológica, es decir, los que pasan por la fomentar que los grupos o individuos estén en la punta de lanza de la investigación tecnológica buscando alianzas entre la industria, el sistema y los profesionales. Según este especialista, el sistema se ve en la obligación de esperar a que determinadas tecnologías sean evaluadas antes de ser introducidas pero si los profesionales no están implicados en la innovación terminan por no participar en la I+D+i.