La media de HbA1 para incluir un segundo antidiabético en el tratamiento de estos pacientes es de 8,1%

Al final de un año de seguimiento, sólo el 50% de los pacientes cumple los objetivos de las guías clínicas

| 2009-11-20T16:31:00+01:00 h |

José García

Valencia

El internista tarda una media de tres años en intensificar el tratamiento en pacientes con diabetes mellitus tipo II. Además, la media de HbA1 para incluir en el tratamiento de estos pacientes un segundo antidiabético es de 8,1 por ciento, cuando las guías de práctica clínica marcan un 7 por ciento, según datos del estudio Diamond presentados por Pedro Conthe, presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) durante el 30º Congreso Nacional, celebrado la semana pasada en Valencia.

Este estudio, que se ha realizado con 1.200 pacientes diabéticos atendidos en las consultas de atención primaria y en unidades periféricas ambulantes de Medicina Interna, también revela que al final de un año de seguimiento intentando optimizar el tratamiento sólo el 50 por ciento de los pacientes está en los objetivos que marcan las guías.

Según Conthe, estos datos “no significan que hagamos mal las cosas, ya que el mundo real dista bastante de las guías clínicas y el control óptimo de pacientes que, por razones personales o porque no quieren tomar muchos fármacos, es difícil”. En este punto, el también jefe de sección de Medicina Interna del Gregorio Marañón apuntó que el médico y la enfermera tienen su papel, pero “realmente el paciente es clave, ya que es el mejor especialista de su enfermedad”. En su opinión, “cada vez hay que implicar más al paciente y a los cuidadores en la toma de decisiones terapéuticas y en los objetivos a conseguir”.

A raíz del estudio Diamond y de los primeros datos del Redimi II (registro del control del paciente con diabetes tipo 2), que concluyen que el perfil del paciente diabético hospitalizado es de edad avanzada, con más de 70 años, con comorbilidades y patologías concomitantes (cardiovasculares, infecciosas…), los internistas quieren incidir en que la diabetes tipo II es una enfermedad prevenible y que la epidemia, “como un tsunami”, es imparable, por lo que hay que estar “bien preparados”.

Destacan que todo diabético tipo II requiere de un informe con una revisión profunda de los territorios vasculares de la que puede ocuparse el internista; que hay que ocuparse y preocuparse precozmente del paciente diabético porque llega al hospital con la capacidad para mejorar su pronóstico mermada, como incidió Anthony Barnett, de la Universidad de Birmingham; y que los objetivos terapéuticos deben ser individualizados.

Conciencia de error

La seguridad del paciente y la gripe A centraron también buena parte del congreso. Raquel Barba, directora médica del Hospital Infanta Cristina de Parla, insistió en la importancia de concienciar a los médicos de analizar los errores cuando se producen y no ocultarlos. Según expuso, los errores más frecuentes se dan en las unidades quirúrgicas y aquellos derivados de la medicación. Abogó por sistemas de prescripción asistida para evitar errores tanto para médicos como para las enfermeras en el desempeño de sus nuevas funciones.

Sobre la gripe A, Carlos Pérez de Oteyza, director de asistencia médica del Gregorio Marañón, consideró “lamentable” que los profesionales cuestionen la vacunación y explicó que su hospital habilitó una urgencia paralela para los pacientes sospechosos con médicos y enfermeras veteranos, que hacían guardias de refuerzo específicas y un triaje efectivo.